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MAYOR MOVILIDAD, MAYOR CONTROL Y MAYOR CUMPLIMIENTO DE LAS MEDIDAS

A nadie se le esconde a estas alturas que la tercera ola de la pandemia en Lanzarote, como en otros muchos lugares, tuvo mucho que ver con el incumplimiento de las medidas sanitarias, que eran las básicas porque estábamos en el nivel 1, y la falta de control de las autoridades de esas medidas. El querer echarle la culpa únicamente a la cepa británica es como querer justificar la mejoría de nuestros vinos sin valorar el trabajo de los enólogos. La cepa es muy importante, pero tanto o más decisivo es nuestro comportamiento ante ella.

A nadie se le esconde tampoco que lo mejor para no irnos a una ruina segura es compatibilizar las normas sanitarias con nuestras necesidades económicas y viceversa. Que hay que ir a los niveles máximos posibles de movilidad seguros. Pero para ello es imprescindible que se cumplan todas las medidas sanitarias. Porque si manteniendo la distancia y llevando mascarilla evitamos el contagio, todo lo demás solo son restricciones penalizadoras por no hacer bien esas dos. Se trata de tomarnos en serio las medidas, con mucho más rigor cuanta más movilidad tengamos, porque tendremos más posibilidades de contagiarnos si las incumplimos. Por eso es importante el compromiso de todos para exigir su cumplimiento dentro de nuestros espacios. Pero muy especialmente para las autoridades. No solo en el nivel 4 hay que decirle a la gente que se ponga la mascarilla, al restaurador que guarde las distancias entre mesas y respete el número de comensales o en el comercio el número de personas que pueden estar en su interior. La libertad de movimientos es un derecho, pero como tantos otros viene adherido a un montón de obligaciones que también hay que defender para conservarla. Si no somos capaces de entenderlo, y a la espera del resultado de la vacuna, no nos queda más remedio que vivir encerrados. Y eso tampoco nos gusta.

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