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SE ACABA LA VERBENA Y CIENTOS DE ADOLESCENTES NO TIENEN FORMA DE VOLVER A SUS CASAS

Anoche, en Tías, con motivo de las tradicionales fiestas de San Antonio, se celebró la primera verbena. Miles de jóvenes lanzaroteños disfrutaron de lo lindo de la música y el baile en los alrededores del campo de fútbol, donde se había instalado la carpa para acoger el evento. Hasta ahí, todo bien.

El problema comienza cuando, a las tres de la mañana, se acaba la verbena y todos esos chicos y chicas no tienen forma de volver a sus pueblos de origen, ya sea en la capital de la isla o en otros lados. Es verdad que muchos padres se levantan y van a buscar a sus hijos pero hay otros que, por diversas razones, no lo hacen y esos chicos y chicas, algunos con unas copas de más,  vagan por el pueblo no solo molestando a los vecinos sino poniéndose en riesgo ellos mismos. La Policía Local tuvo que actuar, a petición de los vecinos, en unas cuantas incidencias. En algunas, los vecinos llamaban más preocupados por los propios jóvenes que por otra cosa. Tal es el caso de una situación en la que los jóvenes se tumbaban en un tramo peligroso de la carretera a hacerse fotos, poniendo en riesgo sus propias vidas, a la vez que asustaban a los vecinos, que denunciaban la situación para intentar evitar una tragedia.

Estas cosas se podrían solucionar si se pusieran unas guaguas a la hora que finaliza la verbena para que los chicos y chicas vuelvan a Arrecife o a sus pueblos de origen. No puede ser que se celebren actos, se convoquen a los jóvenes y no se tengan en cuenta estas cosas. Cualquier día pasará una desgracia y entonces saldrán todas las autoridades lamentándolo, en lugar de ya ponerse en ello.

El verano es fecha de celebraciones  y los jóvenes tienen derecho a celebrarlo. Es una demanda de ellos y hay que atenderla. Se merecen que haya guaguas, en una isla que presume de sostenible, que les lleve a sus casas de una forma segura. Organizar actos convocando a los jóvenes hasta altas horas de la mañana sin tener previsto el retorno de una forma segura es apostar porque ocurra un día una desgracia. Tenemos medios y recursos para afrontar estas situaciones. Y se trata de los hijos e hijas de nuestra gente. Así que lo más lógico es que se afronte con esos recursos y se les dé salida hacia sus casas desde que acaba el evento. Lo agradecerán ellos, sus padres y los vecinos del lugar en el que se celebra el acto. No creo que sea ni tan difícil de entender ni de organizar.

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