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MÁS PROPIO DE UN DELINCUENTE QUE DE UN EXLUCHADOR

El pasado viernes, en el terrero Andrés Curbelo “Pollo de Tao”, en plena celebración de la final del torneo Fundación La Caja de Canarias se vivió un momento desagradable, tenso, por el comportamiento pueril, provocador e irrespetuoso de un exluchador que graba las luchadas para comercializar con ellas en redes sociales y en una televisión local. Aunque sabe perfectamente que los derechos de los espectáculos luchísticos corresponden a la Federación Insular de Lanzarote y a los clubes y que estos han decidido prohibir la retransmisión el directo de las luchadas, porque entienden que va en perjuicio de los intereses de los clubes, José Ramón Barrios, aprovechándose de su posición privilegiada en el terrero, donde cuenta gratuitamente con silla y mesa pegada al terrero por delante del resto de los espectadores,  comienza a retransmitir la luchada del Unión Norte y el Unión Sur Tías en directo.

Ante esa actuación, que contraviene los acuerdos tomadas por la federación insular y los clubes, y que Barrios conoce perfectamente, el presidente de la Federación Insular, Sebastián Lemes, de forma muy oportuna y educadamente, se acerca al infractor y le pide que abandone su actitud. En principio, el infractor no hace caso, como si no reconociera la autoridad del presidente insular y sigue retransmitiendo la luchada, hasta que, a petición de Lemes, se acerca el vicepresidente del club Unión Norte, Aduen Morales, para apercibirle de su comportamiento antirreglamentario y pedirle que deje de emitir.

Realmente es penoso que alguien, a sabiendas, decida sobre derechos ajenos con semejante soberbia e ignorancia. Es difícil saber qué lleva a un exluchador, piscinero de profesión, a considerarse el propietario de los derechos de imagen de los luchadores y saltarse las decisiones de sus legítimos representantes, clubes y federación, para hacer un uso comercial de los mismos sin contraprestación económica alguna a clubes y federación mientras se lucra del mismo.

Es una pena que mientras el terrero se llena, después de años de ausencia de público, alguno anteponga sus intereses por encima del respeto que se merece la lucha canaria y los luchadores. El trabajo de luchadores, directivos y federación para organizar competiciones no se puede ningunear con rebuznos de esta índole. Sinceramente, no parece un comportamiento propio de la nobleza que nos gusta en la lucha canaria y se parece más a actuaciones más propia de delincuentes. No estaría de más que la federación insular y los clubes analizaran si quien actúa de esa forma traicionera y mezquina se merece disfrutar de un espacio mejor que el resto de los aficionados en el terrero. ¡Qué vergüenza!

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