UN CENTÍMETRO DE NADA, UNA MILLONADA DE EUROS
- J.B.C.
Una de las figuras que se echan en falta en las administraciones de Lanzarote y que alguna ahora parece que se está planteando poner, es la de inspección de los contratos. Profesionales que no tengan ninguna vinculación con las empresas que prestan los servicios y hacen las obras para la administración que inspeccionen todo el expediente para confirmar que realmente se han hecho las cosas adecuadamente. Y el tema no es baladí.
Nos cuentan que, aparte de las conocidas corruptelas juzgadas, hay otras actuaciones que han sido muy comentadas. Y es que, por ejemplo, poner un centímetro menos de piche en un asfaltado de carreteras de no sé cuántos kilómetros de largo y decenas de metros de ancho es una millonada. Pero es que si esa fórmula se siguiera habitualmente con la “colaboración necesaria” del técnico municipal no solo se podría defraudar un montón de millones sino que tendríamos carreteras defectuosas en mucho menos tiempo. Y es que esa supervisión apenas depende de un técnico, que si es honesto, es más que suficiente. Pero si no lo es y encima cuenta con la connivencia del político pues no se entera nadie. Hablamos de un centímetro apenas de grosor. Pero el grosor en las carreteras, como el tamaño en el sexo, sí importa. Y se podría fugar una millonada de dinero.
Por cosas así, es por lo que hace falta una supervisión independiente que vigile el expediente y que le eche un ojito al técnico. A veces es tanto el descaro, que se cuentan por ahí por esos mundos casos de empresas que piden que les supervise un técnico concreto. Y los técnicos, técnicos son. Pero también son personas. Y como personas a veces son amigos de los dueños de las empresas y otras veces llegan a ser hasta amiguetes/amigotes.
Ya hubo una vez, en una isla de la que no recuerdo el nombre, un grupo de técnicos que formaron un partido político porque decían que era necesario acabar con las corruptelas políticas. No llegaron a sacar representación, pero todos ellos, menos uno, al que todavía no le han descubierto ilícito penal (que no significaba, necesariamente, que no tuviera “mandunga” por medio), acabaron apartados de la administración por comportamientos desleales. Al final, lo que da a entender esa experiencia, es que lo del centímetro se les estaba haciendo corto.