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TEGUISE, ¿EL AYUNTAMIENTO CONDENADO?

La férrea oposición del inquieto socialista Marcos Bergaz al grupo de Gobierno de Teguise es una dificultad a resolver por la primera alcaldesa de la historia de Teguise. Bergaz zarandeó dialécticamente a Oswaldo Betancort, hasta el punto que el ahora presidente del Cabildo prefería alargar su estancia en Tenerife como parlamentario que acercarse por Teguise, donde un día sí y otro también el socialista le zurraba a gusto a cuenta de los esqueletos de Costa Teguise, las varias  y millonarias sentencias condenatorias y ocultas del Ayuntamiento o el estado calamitoso de la conservación de parques y jardines, entre otras cosas. Oswaldo vio el cielo abierto cuando le nombraron candidato al Cabildo y dejaba el infierno en manos de Olivia Duque.

 

En esa oposición, liderada por un experimentado Bergaz, conocedor de la política insular y de las artes de la oratoria, se diluye el trabajo que hace Olivia y su grupo de gobierno pluripartidista. Aunque tiene más presencia mediática que Marcos, Olivia no consigue zafarse del aroma intoxicador de su predecesor y en más de 100 días no ha conseguido dar una imagen nueva, reponedora del desgaste de 12 años de gobierno sin pena ni gloria de Coalición Canaria. El ralentí de Duque, condicionada también por ya no ser un gobierno unicolor, despierta ansiedades en sus mismo seguidores donde algunos ya dejan caer la posibilidad de sacar a alguien ya a “calentar” por si la alcaldesa no remonta el vuelo y es necesario apostar por otra persona en la próximas elecciones. Nos parece un tanto precipitado ese planteamiento, pero está claro que, conseguido su objetivo personal de ser la primera alcaldesa de Teguise, ahora también hace falta que sea la primera en detectar los problemas y darles solución. Si no son capaces, Marcos Bergaz no deja de postularse como “alcaldable” y en las pasadas elecciones estuvo a punto de convertirse en el primer alcalde socialista, siendo el más votado, con 8 concejales de 21. Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Y eso vale también para las “camaronas”. Que hasta en esto somos iguales.

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