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¿LA SOLUCIÓN POLÍTICA A LAS INUNDACIONES? UN SABOREA EN ARRECIFE, “OF COURSE”

El agua tiene un efecto depurador y, en Arrecife, incluso revelador. Cada vez que llueve, ratas y políticos salen de sus escondites habituales para ocupar la calle. Unas, supervivientes de las deficientes campañas de desratización, intentando salvar el pellejo ante la avalancha de agua por el alcantarillo insuficiente. Los otros, buscando un minuto de gloria propia o desgracia ajena, con botas de agua hasta los mismísimos, para intentar sacar puntos de la misma imagen de la improvisación histórica en la canalización del agua de lluvia.

En Arrecife, cuando llueve pasa lo que todos sabemos que va a pasar cuando llueve. Todos somos conscientes de que el viejo pueblo y puerto de Arrecife se ha convertido en una ciudad sin contemplarse las infraestructuras públicas. Crecía la ciudad, crecían los edificios y por, tanto, los vecinos que las habitan, a los que les sigue gustando tirar por la cadena. Al mismo tiempo, los barrancos y alcogidas han desaparecido sin ton ni son. Nadie se ha atrevido a invertir en el suelo de forma seria, continua y de acuerdo a las necesidades. “La inversión bajo tierra no tiene rédito electoral”, han repetido siempre los políticos para dedicar el dinero a otras cosas “más rentables” electoralmente. “En Lanzarote llueven dos días, es más barato remendar lo roto por las lluvias que invertir cantidades ingentes de dinero en una infraestructura que va a estar ociosa casi siempre”, se oía decir entre los políticos. Y con esas premisas, no se ha afrontado con seriedad la inversión necesaria en Arrecife. Ni sabiendo que estamos ante un cambio climático que puede hacer que caiga una cantidad de agua descomunal en una ciudad en pendiente sin aliviaderos ningunos. El resultado puede ser catastrófico, inabarcable con los servicios de emergencia actuales y sin remiendo suficiente para calmar a los ciudadanos. Seguramente, si esa catástrofe pasa, perderán las elecciones por esa falta de infraestructuras y a varios vecinos y vecinas. Pero no parece de recibo esperar tanto, cuando, todos los años, las propias lluvias nos van avisando del riesgo real de mantenernos así mientras todo apunta a que las cosas climáticas están cambiando.

Sé que muchos políticos están pensando cómo salir de este atolladero de agua, barro y ratas. Pero sería una pena que concluyeran que esto todo se soluciona desviando el tema y celebrando en Arrecife un Saborea con todo lujo de detalles con más de un millón de gastos. El dinero público ya sabemos en qué nos lo estamos gastando. Que no nos extrañe que después no haya ni para desratizar ni para la canalización de las aguas pluviales. Pero eso también va en qué le valoremos a nuestros políticos. Si creemos que los serios son los que nos llevan de fiesta de aquí para allá, del tingo al tango, no nos quejemos después de que las ratas y la lluvia también quieran participar en el festín. Y claro que no es culpa del alcalde actual ni solo de los alcaldes de Arrecife. En esto tienen que mojarse todas las administraciones. Pero, sobre todo, los vecinos, diciendo claro y alto “menos saborea, derroches y despilfarros y más infraestructuras básicas”. No queda otra. Tiempo al tiempo.

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