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Las seis cosas que cambiaría de la lucha canaria

 

Durante medio siglo, he estado yendo a ver luchadas. En unas épocas con más asiduidad que en otras, pero siempre entusiasmado por disfrutar de la espectacularidad de los tan aguerridos luchadores de mi deporte favorito como nobles.

En cincuenta años, con sus días y con sus noches, uno va madurando pero recuerda con emoción especial lo que vivió también desde la ingenuidad cuando era niño. En esos primeros años, solo percibía lo que captaban mis sentidos de forma más primaria. Las levantadas, las caídas, los aplausos y el griterío del público, la mano cogiendo las monedas, los músculos de los luchadores poderosos a punto de reventar al tirar por el contrario o la agilidad de los estilistas para desequilibrar al rival y llevarlo a la arena con tanta aparente facilidad como cierta espectacularidad. Era lo que se podía ver con esos años. Pero después de cincuenta años, de muchas tardes de luchas y noches de lectura sobre la bibliografía de este deporte y otros, creo que puedo decir sin rubor qué cosas cambiaría del desarrollo de este deporte nuestro.

  1. La megafonía

Todavía no he conseguido averiguar el nombre de un luchador que no conozca al presentársele por la megafonía de un terrero. Parece que siguen el criterio de los médicos al hacer la receta, que hablan para que nadie se entere de nada. Lo único que hace es dar la sensación de que comienza la brega, pero apenas se oye por mucho que uno se ponga a la escucha. Son muchas las personas que me lo han comentado y con las que me he reído porque ha sido así a lo largo de los años y sigue igual.

  1. La garrafa

La lucha canaria tiene muchas cosas que la hace única dentro del amplio espectro deportivo mundial. Sus mañas, su espectacularidad, su historia, son suficientes. Por ello creo que no tenga que aspirar a ser el único deporte en el que, incluso, en pandemia los luchadores beben todos de la misma garrafa. Además, no parece muy edificante ni muy moderno ni muy tradicional que una persona beba agua directamente de una garrafa de cinco litros. Por muy grandes y fuertes que sean los luchadores, unas botellas individuales reutilizables serían tan eficaces y mucho más higiénicas y dan una mejor imagen. La cuestión no es volver al porrón de antaño, sino preservar los buenos usos y costumbres.

  1. La marrullería

Este deporte nuestro ha vivido desde siempre con la marrullería y con la creencia popular de que quién engaña al contrario y al árbitro no copia comportamientos de delincuentes sino que es más listo que nadie. Se entiende que ser un espabilado, por no decir un tramposo, es cosa positiva  y muestra inteligencia, no criminalidad. O sea, que debemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños que esas actitudes son buenas para progresar en la lucha canaria y en la vida. Yo no lo creo, Más bien pienso que eso choca frontalmente con la nobleza que defendemos. No puede haber nobleza en hacerle daño al contrario, en engañar al árbitro o en obstaculizar el feliz desarrollo de la agarrada. Ya sé que el reglamento ataca estas cosas. Pero también sé que no ha conseguido erradicarlas, ni mucho menos. Es un trabajo de educación que tiene implantarse en las categorías inferiores y tener entrenadores/mandadores que renuncien a la victoria con esas triquiñuelas. También ayudaría el inhabilitar a los luchadores que, de forma habitual, actúen de esa forma. En conclusión, si no queremos marrullería, no puede haber marrulleros. Y mucho menos, pueden ser elevados al olimpo de los héroes.

  1. Ampliar los medios para disfrutar de la belleza de la lucha   

  A los que nos gusta la lucha canaria, nos gusta ver todo el recorrido, de la mejor manera, del desenlace. Como en el fútbol, que no interesa solo cómo entra la pelota en la portería sino cómo sortearon la defensa, en las agarradas nos gusta saber dónde se produjo la sobreexposición del luchador caído. Y eso no siempre se ve bien, porque vemos la luchada desde un solo ángulo. Por eso defiendo que los terreros dispongan de grandes pantallas, donde se pudiera seguir en tiempo real la lucha y se pusiera la repetición. Y que, además, sirviera, para que el árbitro tuviera una segunda oportunidad antes de tomar su decisión en las caídas que parecen revueltas. Si a eso le añadimos un comentarista que dijera el nombre de las técnicas, ya sería una herramienta pedagógica de indudable valor.

  1. Conseguir para la lucha canaria un tratamiento fiscal diferenciado

Como sabemos todos, la lucha canaria ha vivido siempre, hoy más, asentada en la gran mentira de que es un deporte amateur en todas las categorías y para todos los luchadores. Es tan cierto que no es un deporte profesional, como que todos los luchadores no son amateur. Los grandes puntales, y los destacados en menor cantidad pero también, reciben ingresos por fichar por uno u otro equipo y por conseguir ciertos resultados. No se explica que el deporte que es parte de nuestra cultura ancestral se mueva en este barrizal por una clara dejadez de los políticos que legislan en Canarias. La lucha canaria es parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial y lo lógico es que hubiera ayudas para favorecer que los canarios de bien se implicaran en él. Hay fórmulas para que se contemplen exenciones fiscales para las cantidades cobradas por los luchadores, tanto para ellos como para quienes las aporten. Esas medidas tendrían efectos positivos inmediatos en la organización de este deporte. Las cantidades serian declaradas pero no tributarían hasta ciertas cantidades, como medida de fomento de la lucha canaria. Con lo que el mercado sería completamente transparente, pudiéndose equilibrar lo que cobran unos y otros y dando mayores garantías a luchadores y clubes que los contratos se ejecutarían en toda su dimensión, al ser legales y denunciables ante la justicia deportiva y ordinaria.

  1. La forma del resultado de la luchada

El desarrollo de la luchada sería exactamente igual que el de ahora y finalizaría cuando caiga el último luchador de uno de los equipos. Pero en el resultado definitivo, saldría victorioso el equipo que tuviera más agarradas a su favor, como una forma de reforzar al equipo frente al puntal, quedaría el resultado más condicionado por el aporte de todos que por la superioridad manifiesta de su puntal. Por ejemplo, una luchada que acaba 12-11, donde los ganadores tiraron a todos los luchadores contrarios pero los que cayeron no dieron ninguna a sus rivales, sumarían 24 agarradas a su favor. Mientras que el equipo perdedor le dio una lucha a todos los luchadores que los derribaron con lo que  tendrían 22 agarradas a favor por darle las dos a los  11 luchadores eliminados y, además, sumarían 12 más, que son las luchas que le dieron a los luchadores que los eliminaron. Resultado definitivo, 24 a 34 a favor del equipo que hubiese perdido en la actualidad. Además, no subirían al cómputo las agarradas en el que quedaran eliminados por faltas o por no tirarse, ya que solo se premia como punto el que hace que el rival toque el suelo con cualquier parte del cuerpo distinto a las plantas de sus pies. Sé que parece engorroso, pero respetaría la esencia de la lucha y va en la línea de obligar a los luchadores a luchar y aprender muchas mañas para salir del estancamiento que les provoca ser previsibles por sus escasos recursos técnicos.

Escribo estas recomendaciones, sabiendo que otro de los déficits que tiene la lucha canaria es que no están abiertos a debates más allá de las asambleas y comisiones de gobierno de las federaciones, con directivos de clubes, árbitros y luchadores. Y ni siquiera en esos ámbitos, en muchas ocasiones, son capaces de salirse de discusiones ombliguistas y de interés únicamente para ellos mismos y profundizar en los males que se han pegado a la lucha canaria como como la corrivuela a los terrenos más fértiles, llegándose, en algunos sectores, a considerar esos males como partes irrenunciables y a proteger de nuestro deporte. Que es tanto como decir que las plantas invasivas que modifican los suelos poniendo en riesgo la supervivencia de los endemismos reciban la misma protección que estos.

Podemos seguir mirando para otro lado, y seguir saliendo de los terreros durante cincuenta años más y el infinito quejándonos de lo mismo sin hacer nada. A mí me queda la satisfacción, de haberlo puesto sobre la mesa y aceptar que se haga exactamente lo contrario si así lo estiman los que tienen el derecho y la obligación de tonar decisiones sobre estos asuntos tan nuestros que hemos dejado en manos de ellos.     

Comentarios  

#1 Tomas 26-08-2022 09:01
En parte estoy de acuerdo contigo pero voy hacer 2 matices. Lo de enseñar desde pequeños a los niños a ser leales, serios y comprometidos es una quimera. Yo recuerdo finales de infantiles donde el resultado 14-12, es decir en esa categoría los infantiles hacen 10 separadas. Eso debería estar prohibido en seas categorias.
Y lo segundo es el distema de pu tuacion que propones, eso seria casi i.posible porque entonces se podría conocer el resultado final mucho antes del término de la luchada y la misma no tendría interés.
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