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2019: “Un año que muere, un muerto muy vivo”

El tanden Dolores Corujo y Astrid Perez funden la izquierda y la derecha insular y monopolizan la política insular.

Se nos va ya el año que llegó a Lanzarote con tambores de muerte y muertos. Nos cogió de sorpresa, nada más empezar el año, la desaparición y muerte de Romina y la rocambolesca historia de su marido, que acabó confesando que la descuartizó y repartió sus trozos por distintos lugares del litoral de la isla. No podía empezar de forma más brutal y cruel el año en el que íbamos a celebrar el centenario del nacimiento del muerto más famoso de Lanzarote, César Manrique, santo y seña de la imagen y promoción de la isla. Ha sido un año marcado también por las elecciones, donde hemos tenido convocatorias para dar y regalar. Hemos ido a las urnas a elegir concejales, consejeros, senadores y diputados canarios, españoles y europeos. Y como somos así de encantadores, en el caso de senadores y diputados españoles, hemos ido a votar en abril y volvimos a las urnas en noviembre.   

Pero no quedó ahí la cosa. También asomó por la puerta chica la caída de Thomas Cook como una amenaza para nuestro potente sector turístico, que mira a los británicos con complicidad pero que teme sus vaivenes de Brexit, reforzado por la victoria de los conservadores, y estructuras de turoperadores decadentes. Uno de cada dos turistas que llega a la isla lo hace desde la Gran Bretaña. Así que el miedo que deja en el cuerpo 2019 tiene mucho sentido.

El centenario de César ha estado marcado por la politización del mismo. La FCM no quiso reconocerle al Cabildo el protagonismo que tuvo en la obra espacial de Manrique.

Con la mirada puesta en el bolsillo, que es lo que nos sustenta, seguimos de fiesta por el aniversario centenario de Manrique, cuya figura eclipsa los cien años también de su amigo y cooperante necesario en su obra espacial en la isla, el recordado y respetado presidente Pepín Ramírez, que aprovechó su autoridad en el tardofranquismo para reinventar Lanzarote y ponerla en el mapa turístico mundial. Y tampoco deja mucho espacio para las celebraciones de los cien años del longevo artesano Juan Brito, que, por poco, no asistió en persona a su propio homenaje.

El centenario de César era muy esperado. Pero ha estado marcado por el conflicto. La celosa vigilancia que hace la FCM de lo que considera su propiedad evitó que se pudiera fundir toda la sociedad en su organización y celebración. También ha dado la impresión que la FCM encorsetó la celebración, que no  ha querido en ningún momento que el año del centenario fuera una verdadera oportunidad para hablar y discutir, con libertad, sobre la figura y personalidad del hombre más influyente en Lanzarote durante todo este siglo. La FCM quiso un centenario controlado férreamente, donde no cupiera otra cosa que la loa al personaje y, por ende, a la propia FCM. Pero ese afán de monopolizarlo, de entregarlo partidaria y voluntariamente a una sola organización política, desacreditando al propio Cabildo como motor imprescindible en la obra de Manrique, por no estar de acuerdo con la decisión popular de elegir al candidato contrario a sus intereses para presidirlo, fue precisamente el detonante que ha dejado claro que una cosa es César, universalmente admirado y reconocido, y otra distinta la propia FCM, empeñada en reescribir la historia y darle al personaje una imagen que responde más a como los directivos de la FCM hubiesen querido que fuera que a como realmente fue. También durante este año, en pleno centenario, se supo que la relación y dependencia de la FCM del Cabildo llegaba al extremo de tener trabajando para ella a un empleado del Cabildo durante 26 años, sin que medie ningún tipo de convenio ni explicación. Cuestiones así justifican menos esa inquina con el Cabildo, al margen de quien lo presida. Porque al margen de quien lo haya presidido en estos 26 años atrás, la FCM se nutría del erario público del Cabildo de forma no siempre decorosa.

El PP fue el único partido que metió en el gobierno del Cabildo y el Ayuntamiento a sus dos candidatos.

Pero en un año electoral como 2019, lo más importante sale de las urnas. A veces para mantener lo que hay, como es el caso en Tinajo, Teguise, San Bartolomé y Yaiza o produce una catarsis dándole una vuelta de tuerca a la última década. También al sentido común y al común de las ideologías. Así, en mayo, apenas un mes después de que comenzaran los fastos por César, hablaron las urnas y reinterpretaron los actores ( ¡y las actrices!). Por 168 votos de diferencia, aportados más o menos en Haría por la PMH de Pepe Torres, Dolores Corujo (PSOE) venció a Pedro San Ginés (CC) y ganó en precario la Presidenta del Cabildo. En Arrecife, en cambio, el PSOE dejó de ser la fuerza más votada, y fue superada por el PP y CC, que fue la ganadora de los elecciones con Echedey Eugenio, que ganó claramente pero sin la mayoría necesaria para gobernar, ocupación reservada para Astrid Pérez que le abrió el camino del exilio político capitalino a Eva de Anta.

Dolores no dudó en sacrificar a Eva (PSOE) para hacer alcaldesa a Astrid (PP)

Y, entonces, se produjo la gran sorpresa. Este año, 2019, pasará a la historia en Lanzarote como el año en que Dolores Corujo (la de los golpes en el pecho con la mano izquierda para remarcar su acento político en público) y Astrid Pérez (el azote insular del PSOE, que le pregunten a Eva) nos revelan la nueva buena: el PSOE y el PP es casi lo mismo, los programas coinciden en un 80%, llegaron entre decir e insinuar antes de fundirse en un abrazo que dura todavía. La cosa se entiende y se explica por las dinámicas de poder, por la necesidad de Astrid de ser alcaldesa, alejada de CC, y de Dolores de mantener la Presidencia para desmontar piedra a piedra todo aquello que huela a su enemigo político, enemigo personal también de sus amigos y adoradores/aduladores, Pedro San Ginés.

 La imagen de Dolores y Astrid abrazadas y eufóricas hacen el mismo daño entre las bases socialistas que populares.  Pero cuándo les ha importado a ellas lo que piensen “esos ignorantes” que les votan creyéndose que van actuar de acuerdo con lo que han prometido. Que no se descuiden que no serían los primeros que ponen de patitas en la calle o los aburren de tal manera que se van ellos solitos. De hecho, el PSOE ha perdido la mitad de sus afiliados desde que Carlos Espino decidió, con la ayuda inestimable de otros, dinamitar el partido para ser elegido secretario general insular en el medio congreso celebrado el 13 de diciembre de 2008. Ahora está de jefe de Gabinete de la Presidencia del Cabildo, y propios y extraños confirman que es él el que está detrás de estos movimientos de despilfarro que vuelven a la institución insular.

Coalición Canaria se quedó fuera del gobierno tanto en el Cabildo como en el Ayuntamiento de Arrecife, donde ganó por una diferencia importante pero no suficiente en el escenario político del momento.

Por el momento, y es pronto todavía, las señales que dan en el Gobierno del Cabildo, los consejeros de PSOE y del PP y su arca de variopintos asesores no apuntan a que sean el gobierno de los mejores, como quiso dar a entender la presidenta cuando prometió un gobierno distinto, ni se les ve proyecto alguno que invite a ser optimista. Pero, claro, tienen la oportunidad de que 2020 sea distinto y nos convenzan con obras y servicios. Con los mismos cuentos de siempre, mientras arreglan las cuentas de parásitos y otros amigos, ya no nos engañan. Aunque, evidentemente, no sigan mintiendo. Adiós, 2019.

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