6.402
- Alex Salebe Rodríguez
Mi viejo, que en paz descanse, era muy expresivo cuando transmitía el amor que sentía por nosotros, la familia. Tierno y emotivo, parecía medir tan bien sus palabras, bonitas y profundas, que a mi particularmente me dejaba pensando un buen rato. Y si así de afectivo se mostraba en las relaciones cercanas, no es que fuese pacato a la hora de trasladar opiniones o relatar hechos que despertaban en él sentimientos.
Recuerdo el 26 de septiembre de 2016, su emoción al describirme la ceremonia, en Cartagena de Indias, de la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC después de cuatro años de negociaciones en La Habana. Antes, 52 años de guerra y horror. —¿Lo estás viendo? La plaza toda de blanco, llena y emocionada. ¡Qué alegría!— . Sentí que quería situarme por teléfono en el escenario de un hecho histórico para el país.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), creada por ese primer compromiso rubricado en Cartagena de Indias con la función de administrar justicia transicional y conocer los delitos cometidos en el marco del conflicto armado que se hubieran perpetrados antes del 1 de diciembre de 2016, reveló en un auto publicado hace escasos días que el número de personas inocentes asesinadas por miembros de las Fuerzas Armadas del Estado para ser presentadas como bajas de la guerrilla en combate, entre 2002 y 2008, años de gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, alias Matarife, no era de 2.248 víctimas, como aseguraba la Fiscalía, sino que los muertos a cuenta de esta macabra práctica militar ascienden a 6.402. Y como en este mundo de dios somos números, el desfase es nada menos que de 4.154 víctimas mortales.
Normal que el diario El País de España titulara uno de sus editoriales de finales de febrero con el contundente señalamiento: ‘Uribe debe responder’. Matarife, ceñido al guión impune de su ‘seguridad democrática’, ha sido el principal detractor del proceso de paz, ahora escudado por el títere que maneja a su antojo en la Presidencia de la República, Iván Duque, de los mandatarios más ineptos que recuerde la historia reciente de Colombia. Así va el país, dando tumbos.
Más sorpresas vergonzantes relacionadas con el Matarife y su pasado vinculado presuntamente al paramilitarismo. Los colombianos hemos tenido que tragar esta semana la decisión de la Fiscalía de bolsillo, ¿cuál separación de poderes?, de pedir a un juez de Bogotá que dé por terminada la investigación penal contra el Matarife por la presunta manipulación de testigos y sobornos. El proceso fue abierto por la Corte Suprema de Justicia en 2018 por indicios de que el Matarife buscó el cambio de testimonios de exparamilitares que lo unían a él y a su hermano Santiago con grupos al margen de la ley en la región de Antioquia.
El fiscal delegado para el caso considera que no encontró suficientes evidencias de comisión de delitos, una aberración jurídica para los entendidos en vericuetos legales y un regate esperado para el pueblo de a pie. En Colombia, el Senado y el Congreso están plagados de corrupción y paramilitarismo, la Fiscalía está totalmente controlada por el Ejecutivo, el gobierno atropella vilmente los derechos humanos (siguen los asesinatos de líderes sociales “incómodos” sin acciones contundentes ni de las fuerzas de seguridad ni de la justicia). Según el Observatorio de Conflictos, Paz y Derechos Humanos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), este 2021, y solo hasta mediados de febrero, 42 personas perdieron la vida en 12 masacres ocurridas en el país, triste estadística que amplía el asesinato de 22 defensores de derechos humanos y 9 exguerrilleros.
Colombia fundamenta la elección de sus representantes públicos en el clientelismo y en la compra de votos. El país tiene la educación y la salud privatizada, esta última desde que la Ley 100 entró en liza en el año 93. Adivinen quién fue el senador ponente de esta ley que margina a los profesionales sanitarios y desprecia a los ciudadanos, pues el Matarife.
Potentísimos grupos empresariales y medios de comunicación se suman al servicio del mayoral de la finca Colombia. El Matarife maneja el país como lleva las riendas de la “chabolita” donde vive a 20 kilómetros de la ciudad de Montería, ‘El Ubérrimo’, la hacienda de 1.300 hectáreas donde ya cumplió detención domiciliaria dictada por la Corte Suprema de Justicia por el proceso abierto en su contra por los delitos de soborno y fraude procesal.
Aunque Uribe Vélez no consiguió parar la puesta de largo en Youtube de la primera temporada de la serie ‘Matarife: un genocida innombrable’; Daniel Mendoza Leal, periodista, abogado criminólogo y valiente creador y guionista de la producción audiovisual, no ha podido publicar, de momento, los capítulos sucesivos de la serie, con cinco temporadas ya grabadas y editadas. El Matarife, que hizo campaña a Trump en Miami promulgando que el ‘Castrochavismo’ se apoderaba de USA si Biden llegaba al poder, tiene los tentáculos muy largos.
Y a propósito del nuevo presidente de Estados Unidos, varios colectivos civiles de Colombia, 22 exactamente, enviaron una carta a Biden lanzando un SOS para que ayude a salvar el maltrecho Acuerdo de Paz. Ya me adelanto yo, que no esperen una visión - acción tan beligerante como la de Trump, pero tampoco esperen un apoyo incondicional de la Casa Blanca. USA siempre está al acecho de expoliar recursos naturales y de ganar o afianzar posiciones geopolíticas estratégicas.
Parodiando la letra de la canción Juanito Alimaña, va y me llega un meme con una fotografía del Matarife y un sutil texto que la acompaña: Varito alimaña, si lo meten preso sale al otro día, porque un amigo suyo está en la Fiscalía”.
Y me pongo a pensar, qué diría mi viejo de estos últimos acontecimientos después de aquel subidón de la firma del Acuerdo de Paz. Mi padre era muy listo y me reservo las opiniones que me transmitió sobre el Matarife antes y después de la firma del Acuerdo de Paz.
Si en su día fue relevante la orden de detención contra el genocida Pinochet dictada por el juez Baltasar Garzón, ¿por qué en España no puede ser igualmente relevante las presuntas actividades delictivas del Matarife y su vinculación directa con el actual gobierno colombiano? España y Colombia mantienen relaciones culturales y comerciales. También están muy calladitos los llamados partidos constitucionalistas españoles. Vivan los derechos humanos y viva la democracia.
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