¿Y por qué no puede ser Migdalia?
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
A mediados de septiembre, dentro de apenas un mes, Coalición Canaria elegirá a su candidato o candidata a la Presidencia del Cabildo de Lanzarote. Y la cuestión no está clara. Es la batalla más reñida y con resultado más incierto de los últimos doce años.
En las primeras elecciones a las que se presentó como candidato a la Presidencia Pedro Sanginés lo hace ya como presidente, puesto al que llegó tras presentarle una moción de censura a la socialista Manuela Armas y ya no estar en la corporación la primera de la fila nacionalista, Inés Rojas, que se había ido de consejera al Gobierno de Canarias de Paulino Rivero. Fue el mismo año que Oswaldo Betancort ganó las elecciones en Teguise, aunque con mayoría simple.
En 2015, Pedro Sanginés repitió como candidato y Oswaldo mejoró su valoración y ganó las elecciones por mayoría absoluta en Teguise. Desde ese momento, hay oficialmente dos posibles candidatos, el que está presidiendo desde 2009 y el que se ve ya con galones suficiente para ser el recambio.
Durante el mandato 2015-2019, Oswaldo Betancort maniobró tanto dentro como fuera del partido para ser el candidato. Se veía fuerte y entendía que era el mejor momento para aceptar el reto de ser presidente del Cabildo. Cada piedra que le aparecía a Pedro en su camino la vivía él como pequeñas lomas conquistadas en su carrera hasta la victoria final. Los ataques que sufría Pedro desde la oposición o ciertos medios de comunicación eran una alegría para el alcalde de Teguise, que no dejaba de acudir ni de financiar a los medios que desprestigiaban con más rabia que tino al compañero presidente. Hubo un momento donde todo parecía que estaba a favor de Oswaldo, que al mismo tiempo ponía campanas en la iglesia de Teguise con su nombre que celebraba, a bombo y platillo, el aniversario de Teguise. Todo esto no era óbice para que Oswaldo y Pedro, compañeros y rivales civilizados, aparecieran en fotografías robadas por sus propios jefes de campaña comiendo en algún bar o abrazados en cualquier esquina.
El problema de 2019 es que Pedro seguía siendo presidente y los dardos envenenados de sus enemigos públicos y compañeros interesados no habían hecho la suficiente mella ni en el electorado ni en su control interno de la organización política. Oswaldo supo de su derrota con tiempo y abandonó su propósito para evitar el fracaso. Pero fue a Teguise y salvó por los pelos la mayoría absoluta, situación casi imposible de repetir, en el caso de que decidiera o tuviera que presentarse en la Villa. Pero Pedro sacó unos muy buenos resultados, con la maquinaria del Cabildo soplando a su favor. Pero se quedó fuera. Se quedó compuesto (¿o sería mejor decir descompuesto? y sin novia. Hasta su amiga Astrid (PP) le abandonó para irse con su enemiga Dolores Corujo, que le arrebata la condición de más votado, del brazo del político que más le odia y que más odia en toda la isla, Carlos Espino.
De la noche electoral a la mañana siguiente, Sanginés se ve desprovisto de su condición de más votado, de la oportunidad de seguir siendo presidente y de su carta en la manga para poder echar a la presidenta socialista con una moción de censura. De tenerlo todo, a quedarse sin nada. Hasta sus aliados inquebrantables dentro del partido empezaron a mirar buscando cobijo en otros lados. La propia victoria de Echedey Eugenio en Arrecife, que tanto ayudó a conseguir Sanginés, y sus conocidas dotes para acaparar poder y liderazgo se convierte en un problema para Pedro y también para Oswaldo, que no ve con muy buenos ojos al candidato nacionalista a la Alcaldía de Arrecife desde que lo tuvo de concejal y no decía “Sí, wuana” a todo lo que él decidía de forma unipersonal.
Pedro Sanginés lleva todo este mandato alejado del poder, entrando y saliendo en los juzgados y envuelto en mil batallas. En cambio, Oswaldo sigue gobernando en Teguise y mueve todavía la varita de los milagros del dinero público. Es verdad que también se ha metido en jaleos innecesarios entre chocolatina y chocolatina de esos vuelos de Binter semanales para ir y venir del Parlamento, donde se estrenaba con doblete de alcalde y diputado. Oswaldo sabe que es ahora o nunca. Todo apunta a que quedarse en Teguise mostraría más debilidad y hasta podría verle las orejas a la derrota electoral por primera vez. Por eso ha puesto toda la carne en el asador. Y vive sin vivir en él. Sabe que si no le gana a Pedro ahora, ya no lo hará nunca.
Pero tanto Pedro como Oswaldo han cometido el mismo error, el que no han cometido hasta ahora Carlos Espino y Dolores Corujo. Un error de principiantes. O de soberbios. Han perdido el control de partido, el que elige los candidatos, convencidos de que no tendrían más remedio que venir a buscar a uno o al otro por ser unos lumbreras, unos candidatos superchachis para ganarle al PSOE. Y así estaban hasta que salió la tercera en disputa. Y sorprende que no la vieran venir, porque se trata de la propia secretaria general insular de los últimos cinco años, superando dos procesos internos, y que ha estado a dos velas este mandato porque los cargos remunerados los coparon los gallos del corral nacionalista. Y, encima, vuelven a negociar los puestos y no hay una cabeza disponible para ella en ninguna lista, mientras que algunos piden hasta dos para participar en este concurso electoral.
Migdalia Machín no entraba en ninguna quiniela hace unos meses. Pero Migdalia Machín tiene de secretario de organización al “maquiavélico” Echedey que es más listo y enrevesado que no sé yo quién. Y se ha puesto a pensar. A pensar, a pensar y a pensar. Y después se ha puesto a decir, a decir y decir. Y Oswaldo y Pedro se han puesto a oír, a oír y a oír. Y ahora les ha entrado descomposición estomacal. Diarrea, en cristiano. Ya se han percatado de que esa estrategia tiene recorrido. Precisamente todo el recorrido que ellos no quieren y se temen que esos “chinijos” le den el revolcón en septiembre, como ellos se lo dieron a sus contrarios internos cuando tuvieron el suficiente poder para hacerlo. Y para ponerlos más nerviosos, se sumó al baile el padre de la criatura, que no da puntada sin hilo, ni hace lista electoral sin colocar a sus vástagos.
Pedro y Oswaldo, por primera vez, no controlan los resortes y están a expensas de que los chinijos se asusten y le entreguen las candidaturas por sufrir miedo escénico. O que las encuestas desacrediten esa opción. Ellos ya lo hacen por aire, tierra y mar diciendo que con Migdalia de candidata, votar a CC es lo mismo que votar al PSOE, y que Dolores será presidenta sí o sí. Sin el apoyo de Migdalia y con el apoyo de Migdalia. Aseguran que coalición está perdida si sale de candidata la secretaria general que ha estado jugando a favor de ellos durante todos estos años. Y que encima ellos la trataban como si fuera la secretaria de su despacho y no la secretaria general del CC.
Algunos ya se atreven a decir, por lo bajo, que la que está perdida con esa estrategia no es Coalición. Los que están perdidos con esa estrategia son Pedro y Oswaldo. Y estoy por pensar que nos les falta razón. Y si es así, ¿Por qué no puede ser Migdalia la candidata al Cabildo. Parece lógico que si CC la elige, respetando el procedimiento interno, será porque es la candidata que quiere.
Habrá que esperar. En un mes, ya habrá sí o sí fumata blanca.