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 La lucha canaria entra en campaña

Nos esperan batallas electorales reñidas (XI)

Los que me conocen desde que era un chinijo, saben que he mantenido, durante más de cincuenta años, mi pasión intacta por la lucha canaria. Que me ponen a dos luchadores buenos delante y me olvido de todo lo demás. Se me pasan las horas y las penas juntas  y me emociono como el niño que iba a la Sociedad de Tías a ver luchar a Camurria, José Valiente, Martín Fajardo, Antonio Bermúdez, a mi también admirado Pérez V y sus espectaculares pardeleras y garabatos, entre otros muchos. Disfrutaba antes, durante y ahora viendo a dos hombres (ahora también a dos mujeres) agarrados haciendo mañas como máquinas de luchar. Además, en mis conversaciones juveniles, la promoción de la lucha canaria era una constante e iba por La Laguna, en mis tiempos universitarios, con la camisa de lucha del Tías como si fuera la que usaba Jordan en la NBA. Son muchos años, viendo luchadas, leyendo sobre luchadas, escribiendo sobre luchadas, disfrutando con las luchadas. Por eso, siempre me parece poco lo que se haga en bien de la promoción, conservación y mejora de este deporte tan nuestro.

Al revés que un montón de gente, a mí me alegra que los políticos hablen en campaña de la lucha canaria. Esa, evidentemente, no es una prueba de que sientan lo mismo que yo ni que vayan a ser mejores para hacer nada por mejorarla. Pero sí demuestra que entienden que detrás de la lucha canaria sigue quedando gente que la considera una prioridad. Y he seguido sus propuestas. La lucha canaria necesita un impulso vital importante. Necesitamos sacarla de la marginalidad para convertirla en el deporte de referencia en Canarias. Sabemos que la belleza, competitividad y destreza de los luchadores, si se potencian los valores y se enseñan las técnicas, es realmente insuperable. La gente que llevo al terrero, si coincide con una buena luchada, con luchadores desprendidos y concienciados, se van entusiasmados y muchos vuelven. La buena lucha canaria gusta. Otra cosa son las especulaciones que se dan a veces por los equipos para ganar luchadas, aunque sea cargándose la espectacularidad en favor de la pasividad o la marrullería.

Y la administración pública, los ayuntamientos, cabildos, Gobierno de Canarias y Parlamento son esenciales para elevar este deporte al nivel que tuvo y al nivel que se merece. Y, por eso, me alegra que se comprometan con dar soluciones de acuerdo con su responsabilidad. Aunque ya sabemos cómo son las promesas  de los políticos. Pero también sabemos que aquello a lo que no se comprometen es más difícil exigírselo cuando gobiernan.     

En ese sentido, me parece muy interesante la propuesta que Fernando Clavijo (CC)  que, hace unos meses, se comprometió a que creará la Dirección General de Deportes Autóctonos para impulsar el legado canario. Sería una excelente idea. Y me apena que no sea una propuesta de todos los partidos, que fuera ya una realidad y se contara con presupuesto, personal y programa para trabajar al rescate y promoción de todas esas señas de identidad de forma regular y no desde la improvisación. También le he visto a Nueva Canarias en Lanzarote la voluntad de ir apostar por los deportes autóctonos y el PSOE, que  gobierna en el Cabildo, se ha comprometido a entregar 10.000 euros de los CACT a cada club. Hasta San Borondón en Tías incluye que apostará porque el municipio tenga un equipo de Primera categoría, máxima dela lucha canaria, con importante subvención municipal,  si ellos gobiernan. No voy a entrar a calificarlas, pero me gusta que se hable de lucha canaria cuando se hacen propuestas por parte de los partidos y los políticos.

La lucha canaria necesita antes que nada volver a un funcionamiento democrático poniendo su organización en manos de los legítimos representantes en la asamblea nacional. Hace falta convocar las elecciones propias y acabar con una gestora, que se eterniza, con unas elecciones donde sea la gente de la lucha canaria quién decida quién gobierna. Y, en ese ámbito, tiene que haber un encuentro fluido con las administraciones canarias para orientar el desarrollo de la misma.

Cuando era un niño, soñaba con ser un luchador. Entrenaba, practicaba lucha en cualquier rincón y cada caída era una enseñanza nueva. Ahora, que me acerco a la vejez, quiero luchar porque cada niño canario tenga esa oportunidad y aprenda este juego y deporte que heredamos de nuestros antepasados y que practicamos con igual orgullo que nobleza. Y lo voy a hacer, con lo mejor que sé hacer, escribiendo y hablando en todos los foros que sean necesarios. No hay nada que me proporcione momentos tan lúdicos, emocionantes y sentidos como sentarme en una grada a ver buena lucha canaria. Les debo a todos estos hombres y mujeres ayudar a visibilizar sus necesidades y la importancia de que este deporte no sea un desconocido para la inmensa mayoría de los canarios. Me duele el corazón cuando veo que a medida que crece nuestra población canaria baja la popularidad de nuestras cosas. Y no lo voy a tolerar. Por lo menos, no me voy a callar. Ya sea en campaña, o donde sea. Nuestra gente se merece el mayor de los respetos por parte de todo el mundo. Pero especialmente por nosotros, sus hijos e hijas, nietos y nietas, herederos universales de su patrimonio cultural, social y deportivo.

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