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El reto comienza ahora, Oswaldo

 

Nos esperan batallas electorales reñidas (XXIX)

Estimado Oswaldo:

Le escribo esta carta a horas de que sea proclamado presidente del Cabildo de Lanzarote. No quiero hacerlo a posteriori, quiero decirle ahora mismito lo que pienso que debo decirle. Nos ha prometido en campaña “pan, plátanos y perras para el cine” a todos. Hoy, en su primer discurso desde el plenario de la corporación insular, con su medalla recién colgada y su bastón de mando al lado, vestido de traje y corbata para la ocasión, volverá a leernos su carta a los Reyes Magos y recibirá, después, los parabienes de quienes le apoyaban y de quienes quieren que usted les apoyo desde el Cabildo. No hay nada nuevo bajo el sol. He estado en todas las tomas de posesión de presidentes desde 1987. Por muy alto y bien que lo haga, no va a superar usted la ingesta ristra de promesas que hicieron, ni su vehemencia.

Estimado Oswaldo: aquí ya no se trata de quién promete más. La cosa va de quién cumple. Y es verdad que en eso no lo tiene demasiado difícil para superar a su antecesora en el cargo. Pero no se confié, ella también creyó que iba a hacer más y de que nos íbamos a dar menos cuenta de lo que no hacía. En estos casos, y ese es un plus de las elecciones a los países democráticos, la gente se vuelve a ilusionar. Aunque lo haga con la boca chica y al mismo tiempo esté jurando en Arameo en contra de todos los políticos. Son sinceros cuándo dicen que creen que todos los políticos son iguales. Pero también están convencidos de que alguno, quizás usted, sea más igual para él/ella o para ellos/as. Que ya puestos a meter asesores, sean de nuestra familia; que ya a dar subvenciones, nos las den a nosotros; ya puestos a enchufar, nos enchufen a nosotros. O sea, los mismos perros con distinto collar. Que no salgamos de la “merienda de negros”, lo digo sin acritud y sin tintes racistas sino con la voluntad de transmitir el mensaje del adagio popular en toda su extensión.

 Nos puede estar engañando durante cuatro años con notas de prensa, videos y más mensajes de redes sociales. Con mil fotos de postureos suyos y de sus consejeros. Pero en eso, señor Betancort, tampoco va a superar a doña María Dolores. Y recuerde que la han lanzado a la calle en el primer intento, en las elecciones siguientes: cuatro años y a la calle. Con un 69, tampoco vaya a creer usted que ha barrido. Que ella casi, con las mismas cuentas, tumbó a su compañero Pedro San Ginés cuatro años antes y creyó que era para toda la vida y, ¡mire!, la desalojaron en menos tiempo de lo que se tarda en liberar una casa de una “okupación”.

Estimado Oswaldo: a partir de esta tarde, después de los abrazos, besos y buenos deseos de amigos, enemigos y viceversa hay que ponerse a trabajar en serio. Tiene usted en sus manos el futuro de esta isla. Su antecesora se empeñó en cambiar el pasado, con el resultado previsible.  Usted tiene el reto personal de cambiar el rumbo. De ponerse delante del pueblo de Lanzarote para llevarnos a cuotas mayores de calidad y seguridad. Está todo por hacer. El reto es grande pero si es usted un político de verdad, la oportunidad es única. Busque equipos humanos, márquese objetivos valorables y trabaje mucho y haga trabajar más a esos más de mil trabajadores que estarán bajo su dirección entre el Cabildo, entes y empresas vinculadas, y a sus consejeros nacionalistas y a los populares.

Si alguna vez soñó con tener la oportunidad de ser un gran político, de liderar esta isla, de transformarla y dar calidad de vida y felicidad a nuestra gente, sea consciente de que ese sueño que tuvo se lo ha hecho realidad el pueblo de Lanzarote. Todos y cada uno de los votantes que le permitieron quedar un 69 por encima de su principal competidora, que perdió, en discusiones baladí y ataques innecesarios, la oportunidad que se le dio hace exactamente cuatro años. La misma que usted tiene ahora, así que puede hacer lo mismo que ella. O no. Pero no crea que usted sí nos va engañar con más cuentos que ella. En eso, no le gana. El consejo es sencillo: haga otra cosa distinta. Vaya por el camino fácil: intente hacer. Eso de confundir “el haber por el debe” a la hora de contabilizar la gestión ya no cuela. Va a empezar, empiece bien. Dicho queda.

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