¿Sabrá darle el impulso, Lorena Hernández?
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
No tengo el placer de conocerla. No sé de ella más de lo que han querido que sepamos los que hacen las biografías o currículos de los altos cargos del Gobierno de Canarias. Así que sé que Lorena Hernández Labrador, la directora general de Deportes Autóctonos, “cursó estudios en Relaciones Laborales y también como técnico en Gestión Administrativa. En su trayectoria profesional ha trabajado en la empresa familiar y ha sido administradora de un estudio de arquitectura. Ejerció como concejal de Deportes en el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, donde también fue concejal de Recursos Humanos y Seguridad. Ha sido diputada por la isla de La Palma en el Parlamento de Canarias, donde ejerció como portavoz parlamentaria de Deportes y portavoz de Educación. En 2019 trabajó como ponente en la Ley Canaria del Deporte”. Eso es lo que sé y no necesito saber mucho más de ella, aparte de que es del PP, dato igualmente insignificante para lo que nos atañe, en un gobierno que es fruto del pacto entre nacionalistas y populares y que preside Fernando Clavijo. Es directora general de Deportes Autóctonos y mujer. Por primera vez hay Dirección General y recae en una mujer.
Lo que me interesa, y mucho, no es quién es Lorena sino qué está dispuesta a hacer por los deportes autóctonos, a los que me une un profundo y dilatado sentimiento de pertenencia desde muy niño. Y a los que he dedicado, especialmente a la lucha canaria, pero también a otros, muchas horas de estudio, investigación, análisis y defensa. Me interesa mucho saber hasta dónde está dispuesta a implicarse y si realmente es consciente de la enorme responsabilidad que tendrá para con esta parte de la historia, costumbre y saber canaria.
En muchas ocasiones, he apelado al propio presidente actual y a muchos de sus compañeros de partido en la necesidad de articular un instrumento público potente para que nuestro acervo cultural diera un salto de calidad, popularidad y reconocimiento. No siempre se cultiva en suelo yermo. Hay veces que se consigue que la semilla gane vida. Pero no basta con eso. Hace falta tesón, nutrientes, mucho trabajo y las condiciones adecuadas para que se dé una buena cosecha. La semilla ya está. Ahora falta todo el resto.
No se puede perder esta oportunidad. Ni mucho menos los recursos que se destinen a ello. Hay que buscar las personas adecuadas, desarrollar los proyectos necesarios y crear bases sólidas para que crezca de forma potencial la práctica deportiva y cultural de lo nuestro. Dejemos atrás la cámara de foto, la compra de favores y financiar inadecuadamente errores que se han perpetuado a lo largo de los tiempos. Los nuevos recursos no pueden servir para eternizar los problemas de siempre. Dice que tiene estudios de relaciones laborales. Le vendrán muy bien para entender que las relaciones entre luchadores, clubes, administración, empresas y demás necesitan un fundamento que dé seguridad jurídica y fiscal a todas las partes. No se puede mantener un deporte como la lucha canaria con contratos que bordean la legalidad, ni las subvenciones públicas pueden salir con la máxima exigencia de la administración y perderse en vericuetos inconfesables, que también se dan en otros deportes pero que, aquí, por lo que es y significa, es más reprochable.
No quiero una dirección general para que se sume al carro de la foto, la luchada televisada, las subvenciones partidistas o los populismos sanguinos que mantienen la lucha canaria en el ostracismo para más del 90% de la población canaria. Con una Dirección General, ya se tiene que trabajar de otra manera. Se tiene que hacer la ley del deporte autóctono, poner a trabajar al Parlamento de Canarias en clave canaria. Se tiene que definir la realidad del luchador, de los clubes y crear un marco que les garantice ser ciudadanos de referencia regional y no como personas que bordean la ley para subsistir. Hay que darle valor institucional a la práctica de nuestros deportes y defensa de nuestra cultura. Y, por supuesto, se tiene que acelerar que la Federación de Lucha Canaria vuelva a la normalidad democrática lo antes posible, con una convocatoria de elecciones que ponga fin a un periodo excesivamente largo de participación cercenada con una gestora. No dudo de las buenas pretensiones de sus miembros, pero no soporto que la organización del deporte popular no descanse en su amplia familia extendida por la mayoría de las islas. Se podría entender en situaciones excepcionales, de grandes y complejas decisiones, pero nunca para una actividad que se limita a la mera organización de las competiciones. Aunque se haga con acierto.
La Dirección General que Lorena estrena es una oportunidad. Podría ser la llave que estábamos esperando para abrir la puerta de la esperanza de este sector desde la administración pública. Sueño con una lucha canaria, y otros deportes autóctonos, como referentes deportivos multitudinarios en Canarias. Se puede hacer. La Palma, isla de la que procede la directora general, vecina de un municipio de amplia y exitosa experiencia luchística como Los Llanos de Aridane, ha hecho grandes aportaciones en este sentido. Tenemos que fomentar que la gente de los pueblos, de los barrios, de las ciudades se implique en los clubes, que las luchadas sean espectáculos atractivos donde brille la técnica y vibre el aficionado, donde vayamos con nuestros amigos y familiares a animar a los nuestros en la contienda. Es un deporte noble, con más abrazos y compañerismo que en ningún otro.
Tenemos un tesoro que podemos repartirnos entre todos los canarios. Pero alguien tiene que encargarse de tirar del carro. El presidente cumplió con su promesa de poner una dirección general al servicio de los canarios. Dentro de cuatro años, Lorena tendrá que dar cuenta de lo que ha hecho. Sueño con que lo hará bien. No la conozco de nada, pero estoy como loco por verla triunfar, por verla trabajar, sorteando las rigideces propias de lo que lleva tiempo sin moverse y creando bases sólidas de una vez y para siempre. No puede ser que en estos deportes y juegos, cultura tan nuestra, esté todavía todo por hacer. La semilla ya está, “que llueva, que llueva…”.