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No normalicemos la derrota y mucho menos la festejemos, por favor

La derrota es una experiencia inevitable en la vida, pero es crucial para nuestro crecimiento y aprendizaje personal y colectivo. Aunque puede ser desalentadora, también nos ofrece una oportunidad inmejorable para reflexionar y mejorar. A través de la derrota, entendemos nuestras debilidades y limitaciones, lo que nos impulsa a esforzarnos más y superar con más garantías los retos que en el futuro se nos planteen.

En lugar de ver la derrota como un fracaso definitivo, es importante considerarla como una oportunidad para reinventarnos y desarrollar resiliencia. Aprender a aceptar y enfrentar la derrota con valentía nos ayuda a construir una mentalidad más sólida y positiva.

Todo lo manifestado anteriormente es cierto, pero una cosa es extraer aspectos positivos de una derrota y otra cosa bien distinta es celebrar y normalizarla. Despierta en mí un sentimiento de profunda sorpresa al ver en prensa digital, tanto local como nacional, las celebraciones de aquellos partidos que han perdido claramente las últimas elecciones generales. Ese sentimiento viene motivado por la imagen y, a mi juicio, el mal ejemplo que se pudiera estar trasladando a toda la sociedad y, especialmente a los jóvenes, a los que cada vez se les exige menos.

Ese comportamiento de dulcificación de la derrota, de la extravagancia electoral, responde a una mala estrategia política, a una mala lectura de los resultados electorales y, sobre todo a querer esconder lo que es más evidente, que tu rival ha sacado más votos que tú. Los datos son los datos, los números son los números y estos queridos amigos no engañan. Si has perdido electoralmente, en lugar de celebrar, deberías estar buscando las claves de tu derrota, analizarlas detenidamente, establecer un plan o una estrategia y cambiar todo aquello que no ha funcionado o no ha resultado eficaz. Eso es lo que hacen los que verdaderamente aprenden de sus errores. Para abordar esos cambios impuestos y necesarios por esas circunstancias no es menester, ni mucho menos un sacrificio personal, ni un cambio de cartel electoral. A veces solo basta con cambiar actitudes, formar y discursos. La vida no ha terminado ahí. Decía Sir Winston Churchill que "el éxito no es definitivo, y que la derrota no resulta fatal, sino que es el coraje lo que cuenta para poder continuar."

Estos días y conociendo perfectamente el sistema político en España que no es presidencialista sino parlamentario, he visto a la segunda fuerza política a nivel nacional festejar efusivamente la pérdida de las elecciones con respecto a su rival por 14 diputados. En Canarias he asistido atónito a contemplar la valoración de sus resultados electorales a un partido nacionalista defendiendo que, tras la pérdida de apoyos, seguirán en Madrid defendiendo a Canarias y que podrían ser decisivos para la gobernabilidad del país, cosa harto difícil. Mientras en casa, Lanzarote, mi capacidad de asombro se ve totalmente desbordada al festejar, con foto incluida, la segunda plaza y conformarse con decir que se han obtenido mejores resultados que en el 2019. Lo que no se cuenta es que la primera fuerza te ha ganado por el margen más extraordinario de toda la serie histórica. Como ven en ningún caso, nada de autocrítica.

No digo yo que haya que lamentarse continuamente, o fustigarse con una daga, faltaría más, pero si mostrar ante la sociedad respeto y lo que uno verdaderamente piensa cuando se pierde, no es más que un ejemplo de honradez. La clase política debe alejarse del trilerismo aunque los pactos legítimos te coloquen en el gobierno, siempre será más ético, creíble y razonable decirle a la gente en qué has fallado para mejorar en el futuro, siempre será más honesto decirle a la gente qué muestras voluntad de cambio que celebrar ser segundo o tercero. Mucho me temo que esto que pido es brindis al sol y mucho me temo también que reclamo demasiado.

Los ciudadanos han hablado y eso va a misa, por ello, aprovecho la ocasión para felicitar a los verdaderos vencedores de la noche electoral, en España al PP, en Canarias al PSOE, y en Lanzarote al PSOE.

Joel Delgado, senador de la XII Legislatura por Lanzarote y concejal Ayto. Arrecife 2008-2016 por el PP.

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