LA VUELTA A CASA DE LOS UNIVERSITARIOS, CUESTIONADA POR MUCHOS POR SUS RIESGOS

La suspensión de las clases a todos los niveles educativos en la Comunidad de Madrid, para evitar la propagación del coronavirus, ha traído situaciones no previstas. Por un lado está la difícil situación de conciliación familiar, con padres que trabajan y niños sin clases, que se agudiza al no ser muy recomendable dejar a niños a cargo de los abuelos, población de alto riesgo ante un virus que puede ser letal para ellos.

Por otro lado, están los universitarios. En Madrid, hay muchas universidades, algunas son las mejores del Estado, y estudiantes de todas las comunidades españolas, también de Canarias, se desplazan a la capital del Reino a estudiar. Ante la expectativa de quince días sin clases, la mayoría de ese casi millón de alumnos de otras comunidades que estudian en Madrid ha decido volver a su casas, con los riesgos que eso conlleva para expandir el virus por todo el Estado, ya que algunos de ellos podría haber estar en contacto con el virus. Tanto es así que en la nueva definición de virus, Madrid ya se considera como zona de riesgo y hay que hacerles las pruebas, en caso de que muestren síntomas, a aquellas personas que hayan estado allí en las últimas fechas.

Es comprensible que los universitarios quieran volver a su casa si les dan quince días libres y no tienen nada que hacer en Madrid, más todavía si ahí hay un problema sanitario allí. También es comprensible que los padres quieran que sus hijos estén con ellos en un lugar de menor riesgo. Lo que ya no es tan comprensible es que mientras, por un lado, se tomen medidas para reducir la movilidad en las zonas más afectadas, por otro, se permita que casi un millón de personas puedan salir de Madrid hacia cualquier lado de España, convirtiéndose en un foco de amplias dudas. Esperemos que sea una falsa alarma.