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NO HAY QUE PRECIPITARSE PARA BAJAR DE NIVEL DE ALERTA

Los mismos que apostaban por un confinamiento total son los que, ante una pequeña reducción de los casos activos de covid-19, ya muestran desespero porque se baje de nivel de alerta, se aumente la movilidad y reduzcan las restricciones.

Evidentemente no se dan cuenta ni del riesgo que eso conlleva ni del agotamiento que ya tienen los sanitarios que están directamente implicados en el tratamiento de los enfermos.  Será más positivo tener una semana o dos más de nivel 4, para consolidar la bajada de los casos, reducir las hospitalizaciones y no favorecer que la población relaje las medidas, que ver cómo los casos suben, aumentan los ingresos hospitalarios y las posibles muertes que vengan. Más todavía ahora que sabemos que la cepa británica anda suelta también por aquí y, en apenas unos días, nos tumba todo lo conseguido hasta ahora.

La presión hospitalaria, el stress de los profesionales, que son pocos y menos los que están dispuestos a arriesgar la vida viendo covid-19, y las limitadas infraestructuras de una isla como Lanzarote hace más aconsejable reforzar la cautela que arriesgarse a caer a un abismo, donde ya no hay ni paracaídas ni nadie que te recoja. No nos podemos permitir un rebrote, las consecuencias serían fatales. Con los sanitarios agotados y las salas llenas de enfermos, hasta febrero nos pondría una cuesta mucho peor que la de enero.

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