El “mirar para otro lado” y la “crisis de principios y de valores”
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Los hechos, en ocasiones, coinciden en el tiempo como por arte de magia. Como si hubiera una mano invisible u otra negra que hiciera que se precipitasen los acontecimientos de forma fortuita como si estuviera organizado. Sin ir más lejos, el pasado sábado, en ElPERIODICODELANZAROTE.COM recogíamos información de dos actos independientes que parecen que nacen en la misma factoría. Por lo que se dice y por lo que no llega a decirse. En concreto, por el tufillo de hipocresía, provocación y cinismo que llevan implícitos. Y, sobre todo, porque ambos los hacen en actos que aspiran a ser solemnes, entre gente seria, y los convierten en escenarios más propios de actores y actrices de tercera división que de líderes sociales y políticos.
La presidenta del Cabildo Insular de Lanzarote, María Dolores Corujo se reunió el pasado viernes con varios miembros del Gabinete Científico de la Reserva de la Biosfera con el objeto de tener una primera toma de contacto con el actual Grupo de Gobierno. Durante el encuentro, la presidenta ha puesto sobre la mesa los planes de sostenibilidad que tiene pensado para la Isla. "Debemos hablar de modelo de Isla y recuperar una línea de trabajo coherente ya que ha habido una crisis de principios y de valores. Además ampliaremos criterios medioambientales para luchar contra el cambio climático en consonancia con nuestro entorno". Ese texto, facilitado por el gabinete de prensa del Cabildo y reproducido por este diario digital, coincidió con otro de la Fundación de César Manrique donde el cántabro Fernando Gómez Aguilera, director fundacional de la misma, se reinventaba la historia de la corrupción, para dejar fuera de su Península natal los primeros puestos de este cáncer social y político para meter de lleno a Canarias y Lanzarote, tierra en la que nacimos la mayoría de los que habitamos en estas tierras que le han dado un cobijo que nunca soñó.
Desde la Fundación César Manrique se destaca que Gómez Aguilera “señaló con datos estadísticos que el coste social de la corrupción en Canarias es el mayor de España” y repasó brevemente los casos de corrupción en Lanzarote, "que se ha consolidado, por desgracia, como un laboratorio de corrupción", con unas raíces caciquiles no resueltas y con una sociedad acostumbrada a mirar para otro lado, aunque también la isla se proyecta como un centro de interés en la lucha contra la corrupción con jueces y fiscales admirables. Con esas palabras en las jornadas "Calidad de las instituciones democráticas y efectos de la corrupción. Costes económicos e impacto sociopolítico", organizadas por la Fundación César Manrique (FCM), Gómez Aguilera acierta de pleno, no en que Lanzarote sea “un laboratorio de corrupción”, sino en que esta es “una sociedad acostumbrada a mirar para otro lado”. Aunque no explica en su alocución por qué eligió esta isla corrupta para vivir ni por qué ha sido aquí donde ha conseguido su mejor sueldo y el sustento de su familia, entendemos que su discurso tenga que ver con que cuánto más alta es la corrupción más mérito tiene el autoproclamado llanero solitario que dice luchar contra ella.
En eso, el mensaje de Fernando Gómez (FCM) y de María Dolores Corujo (PSOE) coincide totalmente. Ambos y sus respectivas organizaciones se consideran que son lo mejorcito de la huerta, especialmente a nivel personal, donde se consideran insustituibles e irremplazables, a pesar de que ambos se encuentran en campos muy lejanos de los que aspiraron y para los que se formaron. Pero a ninguno de los dos les falta razón en sus planteamientos. Es verdad que en esta isla se ha mirado mucho para otro lado y es verdad también que ha habido una crisis de valores y principios, pero, ambos, lejos de apuntar hacia un punto de inflexión son, a mi parecer, parte del problema.
Es verdad que esta sociedad lanzaroteña ha mirado para otro lado. Es verdad que los empleados públicos, engatusados por los políticos, han mirado para otro lado cuando sospechaban qué estaba pasando en las administraciones. Es verdad que los políticos han mirado para otro lado, poniendo la mano en muchos casos, cuando la isla se llenaba de cuartos de apero del tamaño de palacios y se construían hoteles y naves industriales de forma ilegal sin que nadie las viera. Es verdad que los medios de comunicación han vivido, en muchos casos, como un apéndice de los políticos para que les llegara la publicidad institucional y la otra, que se resistía (y se sigue resistiendo) cuando se les planta cara. Eso es cierto. ¿Pero ha estado la Fundación apartada de este comportamiento cuando le han tocado su bolsillo o sus intereses? La cuestión no es baladí. Fundamentalmente cuando alguien que no nació aquí, que no se crio aquí pero que vive ahora a cuerpo de rey aquí, critica la sociedad lanzaroteña como si no formara parte de ella, como si estuviera situado en la estación espacial observando la realidad insular como un sujeto objetivo e independiente.
La realidad nos demuestra que la Fundación ha estado aquí, que se creó con la inestimable ayuda de esa sociedad que tacha de corrupta y que se benefició también de ese “mirar para otro lado” que Gómez Aguilera describe muy bien pero que cuenta como si fuera cosa de otros, tanto los que miran de forma estrábica como los que se benefician mientras tanto. ¿De qué forma se puede entender, por ejemplo, que un empleado público estuviera durante 26 años prestando sus servicios en la FCM y cobrando del Cabildo? Está claro que alguien miró para otro lado para que el trabajador se fuera en 1993 a trabajar a la FCM a pesar de que había un informe en el Cabildo que decía que eso era ilegal. Está claro, además, que los muchísimos presidentes y sus consejeros de Cultura, y los cientos de consejeros que ha tenido la corporación en estos años han mirado para otro lado para no ver que un trabajador que ganaba más de 60.000 euros anuales del Cabildo no prestaba sus servicios en el Departamento de Cultura sino en la FCM, a pesar de que un informe decía que eso era ilegal. ¿Y para dónde estaba mirando la FCM, cuando, a sabiendas de esta realidad, se beneficiaba de la misma? ¿Y para dónde miraba Gómez Aguilera, director fundacional de la FCM? ¿Y para dónde miraba el propio trabajador? ¿Y para dónde va a mirar María Dolores Corujo, para poder girar hacia ese cambio de valores y principios?
El rey está desnudo. Todos ven ya su cuerpo flácido sin vestimenta que le tape. Pero el rey quiere seguir creyendo que nadie lo ve, que nadie lo sabe. Y sigue para adelante como si llevara los mejores ropajes. Y hace volteretas, se tira por el suelo, abre y cierra las piernas, se agacha y se vuelve a levantar, convencido de que nadie ve nada, en una escenificación involuntaria pero ya grotesca.
En Lanzarote, la escenificación es doble: tenemos rey y reina.
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