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Astrid Pérez, ¿de alcaldesa a presidenta?

 

Astrid Pérez Batista (Arrecife, 52 años, abogada) ya no es una niña.

Ni una desconocida. Cuando termine este mandado el próximo mayo, llevará 20 años disfrutando del ejercicio de distintos cargos públicos. Comenzó su carrera política como consejera de Hacienda del Cabildo Insular de Lanzarote (2003-2005) presidido por Dimas Martín por última vez y durante un corto periodo de tiempo. Siguió en el Cabildo y llegó a ser vicepresidenta II y consejera delegada del EPEL Centros de Arte, Cultura y Turismo» (2009-2011) cuando, con una moción de censura, desbancaron a la socialista Manuela Armas y colocaron al nacionalista Pedro Sanginés de presidente. En su noviazgo político con Sanginés, volvió a ocupar de nuevo la  Vicepresidenta I del Cabildo  y consejera de Turismo y Centros de Arte, Cultura y Turismo, aunque por menos de un año (2011). Es, además parlamentaria Regional por la circunscripción de Lanzarote desde la VII legislatura, o sea, desde 2011, y alcaldesa de Arrecife desde 2019. Todo un carrerón político que esta licenciada en derecho por la Universidad de Granada ha combinado con la Presidencia del Partido Popular en Lanzarote desde noviembre de 2008.

Presidenta contra la voluntad del topoderoso Soria

Astrid Pérez, aunque se podría considerar una hija de papá, por la trascendencia económica que tenía su padre y por el amor que le profesaba a aquel emprendedor que fundó su propia empresa y la puso al servicio del turismo de Lanzarote en forma de transporte discrecional, Pepe Pérez, se ha construido su propio destino con sus propias manos. Si es presidenta del PP desde hace 14 años no es, precisamente, porque se lo regalara algún amigo de la cúpula del PP.  Todo lo contrario, lo fue contra la voluntad de uno de los hombres más poderosos de su organización política, presidente del partido en Canarias, José Manuel Soria, que le había puesto sus ojitos para el cargo a otra mujer lanzaroteña sobradamente preparada, la economista Yolanda Perdomo, que él refugia en el Gobierno de Canarias. Pero liderando al sector crítico, con la ayuda de Cándido Reguera y el Comité Local de Tías que presidía Pancho Hernández, no solo aguantó el pulso sino que demostró la confianza que tenían en ella los afiliados de Lanzarote al unirse a Yolanda el tercer aspirante a presidirlo, Lorenzo Lemaur y, aun así, sacó más delegados que ellos dos juntos. Fue quizás la batalla más dura que ha tenido que librar Astrid, pero también fue la única para renovar ahora, congreso tras congreso, la Presidencia sin despeinarse. La última vez, hace apenas un año, donde se midió a quien fuera su secretaria general y persona destacada en el Comité de Tías que tanto le ayudó a ser lo que es hoy, Saray Rodríguez Arrocha, que abandonó la batalla antes de llegar a las votaciones del proceso.

El Parlamento, la carta que le da seguridad

A  Astrid le encanta la seguridad. Por eso, desde que pudo, 2011, se fue al Parlamento y se apuntó a diputada sin fecha de caducidad. Ya lleva 12 años y todo hace presagiar que se volverá a reenganchar el próximo. ¡Qué será lo que tiene el Teobaldo Power, 5 ese que todos se vuelven locos y locas por sentarse en sus escaños! ¡Y cuándo van, ya no se quieren volver, oye! Pero, cuando se siente segura, cuando no se lo juega todo a una carta, ya le gusta arriesgar.  Por eso hace doblete. Y, a veces, hasta triplete, para no dejar cerrado su despacho de abogados. El principal aval del PP de Astrid es ella misma. Y se usa cuantas veces sean necesarias para sacar lo mejor del partido y conseguir ella lo que se propone. 

Cuando en el 2015, el partido empezó a mostrar flojera y se necesitaba un empujón en Arrecife para aguantar el tipo, no dudo en sacar el sofá a la calle e ir a la búsqueda del voto capitalino. Renunció a sus 12 años de consejera en el Cabildo, y a su experiencia en la Casa Amarilla II, para meterse en el agujero negro que es el Ayuntamiento de Arrecife para la política lanzaroteña. Con ese movimiento, que no salió del todo bien pero que salvó los muebles de su partido, Astrid le empezó a dar un giro a su PP que tenía mucho que ver con el desamor político con Pedro y su Coalición que le atormentaba de mala manera, porque se arrimaba al PSOE para gobernar y a su PP lo tenía como chica para todo, sin reconocerle nada. Todo apuntaba que Astrid Pérez se fue al Ayuntamiento para salirse de la órbita de Sanginés y aspirar a ser alcaldesa si este necesitaba sus votos para ser presidente.

Pero, cuatro años más tarde, en 2019, cuando se dieron los números para poder hacer esa operación de Astrid (PP) alcaldesa y Pedro Sanginés (CC) presidente del Cabildo, la presidenta popular dio su segundo salto mortal (el primero fue querer ser presidenta del PP en contra de la voluntad de Soria, y le salió bien) y declaró a la secretaria insular del PSOE, María Dolores Corujo, y presidenta electa del Cabildo, aunque no con mayoría absoluta, su mejor amiga y socia de pactos para afrontar este mandato. La afiliada más de derechas del PP y la secretaria general más de izquierdas del PSOE, que eran reconocidas por sus compañeros de partido como la esencia misma de la organización, se fundían en un abrazo y dos castos besos y se repartían la tarta institucional, dejándonos a todos sorprendidos y a CC en la puerta del psicoanalista.

Astrid había dado su segundo salto mortal y, pongo a Dios por testigo, que le salió bien. Tanto que va acabar el mandato de alcaldesa, con Echedey  Eugenio (CC), el candidato más votado, con diferencia, en las elecciones al ayuntamiento que repite en las próximas,  cuando su partido a nivel nacional le dio el ultimátum de que rompiera ese pacto con el enemigo político. Astrid ha reposicionado el PP en este mandato y trata de igual a igual a CC, después del permanente ninguneo que vivió a manos de su amigo Sanginés, que nunca creyó que sus muestras de desapego iba a acabar como acabó. A Pedro, solo en las pesadillas se le presentaban Astrid y María Dolores de socias y amigas. Y esas pesadillas ahora salían todos los días en los medios de comunicación. Posiblemente, si Pedro se queda en la estacada, tendrá que valorar si realmente la derrota se la debe a sus enemigos o una amiga despechada.

El triple salto mortal sin red

Pero ya se sabe que los saltos mortales son altamente adictivos. Desde que te sale una vez bien, ya piensas que puedes hacerlo siempre y cada vez mejor. Y  Astrid, que sufre por dejar el tabaco atrás, ve una escapada a la ansiedad en esos saltos enrevesados. Y, ahora, se plantea dar un triple salto mortal. Y está convencida de que puede hacerlo sin romperse la cabeza ni hacer saltar por los aires al partido. Ella y todos sabemos que si se queda en Arrecife ganará las elecciones. Es de cajón, aunque también lo es que de 6 concejales no se llega a 13, la mayoría absoluta, de la noche a la mañana. También es previsible que CC, sin llegar a los resultados de las elecciones pasadas, que fueron tan espectaculares como irrepetibles en este nuevo escenario, tenga un buen número de concejales. Ellos también están en el gobierno y haciendo sus cositas y amarrando a su parroquia. Es indudable, que CC más PP sumarán 13 o más, que juntos tendrán la mayoría absoluta. Pero cuando Astrid mira a Echedey no ve a un hombre que se conforme con ser su primer teniente de alcalde. No confía en él, no hay empatía, tanto que ya empieza a tener las mismas pesadillas que tenía Pedro Sanginés. No es que ella se vea abrazada y feliz con Dolores. Eso, no. Lo que ve ella es a Echedey y a José  Alfredo (PSOE), el probable candidato socialista al Ayuntamiento, sonrientes, charlando amistosamente. Y se despierta bañada en sudor, con los gritos de José Alfredo todavía retumbándole en los oídos: Echedey, alcalde; alcalde Echedey”. Y se levanta y llega al Ayuntamiento y se encuentra a Echedey con esa aureola de alcalde in pectore que le dan ganas de volver a El Cable y no levantarse hasta el día del juicio final. Pero eso no, eso no, que aparece José Alfredo y su canción del verano Echedey, alcalde; alcalde Echedey”. Y, entonces, Astrid, piensa en su triple salto mortal, en ser presidenta. Y, además, cree que puede serlo. No se sabe a ciencia cierta si por temor a convertirse en una estatua de sal si mira atrás a ver dónde está Echedey o porque hay datos demoscópicos que avalan su tesis de éxito en el Cabildo.

Contra una presidenta socialista

Astrid está en su mejor momento para ser candidata al Cabildo, aunque la duda es si no sería mejor asegurar pájaro en mano que cientos volando. Lo de repetir al Ayuntamiento, después de los primeros cuatro años de alcaldesa, parece que es lo que marcan los libritos políticos como más correcto. Pero también son comprensibles las urgencias de Astrid. En Arrecife, aunque gane las elecciones, cosa muy probable, la conformación de un gobierno va a estar muy difícil. Ya saben: Echedey, alcalde; alcalde Echedey. Y todo apunta que la ola popular le puede echar una mano a Astrid también en Cabildo y más para desbancar una presidenta socialista. Además, la popularidad de Astrid ha subido como la espuma. No hace falta sino darse una vuelta por la capital con ella, para ver que se le acercan vecinos y vecinas de todas las edades a felicitarla por su labor. Que no es que haya sido de traca (aunque después de los 20 minutos de fuegos artificiales y colección de conciertos, no sé qué decir) pero si ha devuelto cierta normalidad a un municipio que estaba anquilosado y sin ilusión. Esa popularidad, esa ola, esa experiencia en el Cabildo, que conoce al dedillo, desde hacienda a la oficina técnica, pasando por los CACT y SPEL, y su experiencia como lideresa poco contemplativa y muy aguerrida le puede ayudar a meterse en el grupo de cabeza. Y, entonces, las ansias de ser alcalde de Echedey, que sin ella de candidata hasta podría ser el más votado (aunque tampoco eso es importante, siempre que sumen 13 entre nacionalistas y populares), soplarán a su favor. Cuánto más insista Echedey en ser alcalde, más cerca estará ella de ser presidenta. Cuanto más presione en CC  para ser alcalde, mejor para ella. Cuanto más fuerza gane Echedey, más feliz estará Astrid. Ahora, así, Echedey aparece como un osito de peluche. ¡Hasta le dan ganas de darle un abrazo y dos besitos castos en la mejilla! Y si la vida puede ser así, para qué va a estar Astrid con esas pesadillas.

Cambiar una pesadilla por un sueño no es mal negocio. Lo difícil es convertir un sueño en un objetivo alcanzable. Pero Astrid, me da, quiere hacer su salto mortal por tercera vez. Un triple salto mortal sin red. ¿Sin red? Siempre nos quedará Teobaldo Power, 5.                   

Comentarios  

#1 Genial 29-08-2022 21:14
Muy bueno el artículo. Acaba uno incluso cogiendo cariño a Astrid. Lo que falta en esta ecuación para el salto mortal de Astrid, es Loli, que no dudará un momento en quitar la red si el salto sale mal. El cabildo es cosa de dos bestias políticas, Loli y Pedro. Las migajas las llevará Astrid por eso de la ola del PP. Veremos a ver, pero lo que para mí creo que es evidente, es que hay un sentimiento nacionalista aflorando, que están dejándolo pasar. Pronto lo sabremos.
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