Estoy con usted, presidenta

No suelo defender a ningún político por acudir a un acto u otro. En cambio, todo sea dicho, sí suelo criticarles cuando van a un acto que a mí me parece indigno por su condición y representación. Pero hoy voy a hacer una excepción, porque creo que el tema lo merece. Y, además, estoy en contra de que se criminalice a colectivos que actúan amparados en la más absoluta legalidad y de acuerdo con tradiciones que han ido adaptándose a la realidad social cambiante.  

  La Nueva Sociedad de Cazadores de Lanzarote tributó un homenaje a los cazadores más veteranos en un acto celebrado en la Casa-Museo del Monumento al Campesino, en la noche de este sábado, 5 de noviembre. Y la presidenta del Cabildo acompañó a su consejero de Caza y a otro de sus consejeros, que es cazador, e intervino en el acto. Para que no haya dudas, el homenaje  lo hacía  “La Nueva Sociedad de Cazadores de Lanzarote”, no el Cabildo de Lanzarote, a “los cazadores más veteranos”, que son personas de Lanzarote, que practican una actividad legal por la que pagan sus licencias al Cabildo de Lanzarote. ¿Por qué no puede ir la presidenta? ¿Acaso hay que condenar a los miles de lanzaroteños que practican la caza a que se dirijan a partidos extremistas a defender sus derechos? Eso no es defender a los animales, eso es defender como animales lo que uno piensa.

 La presidenta del Cabildo, María Dolores Corujo, se refirió a los veteranos "que se han distinguido, sobre todo, por el aprovechamiento ordenado de la caza, así como por transmitir su pasión por la caza, pero garantizando en todo momento la seguridad de las personas, respetando los derechos de los propietarios de tierras y velando por la protección de sus bienes y cultivos". La presidenta subrayó que, con la práctica de este deporte, "realizan una tarea esencial para la gestión medioambiental mediante el control de especies silvestres que provocan daños a cultivos cuando crecen en exceso, aunque creo que debemos avanzar hacia una caza todavía más sostenible de lo que hemos hecho hasta ahora en la isla, con el fin de aprovechar las especies de caza como recurso natural renovable y para que no se deterioren ni las especies ni el medio que las sustenta". He leído cuarenta veces esas declaraciones y no veo ninguna locura, ni ninguna invitación a nadie a convertirse en cazador. Solo leo una descripción de la realidad aceptada científica e históricamente. La caza no nos gusta a todos, muchos pensamos que es  una actividad anclada en costumbres rurales y ancestrales, pero eso no evita que sea necesaria ni que haya en esta isla personas que viven en el campo de forma rural, y no en chalet donde molesta hasta el canto del gallo por la mañana, el olor a cabras y similares.

Estoy absolutamente convencido de que si buscáramos al podenco más feliz de Lanzarote lo encontraríamos en una de esas jaurías que salen los domingos y jueves al monte en busca de conejos, unos roedores que se reproducen con una facilidad tremenda y que ponen en jaque las cosechas, de las que salen los productos que se comen en las casas de finos como ecológicos. Sería más fácil ponerse a ladrar alto y demagógicamente en contra de la caza, lo mal que tratan a los podencos y mil vainas más. Pero yo no puedo, sé que es mentira. Los cazadores quieren a sus perros, les cuidan durante todo el año, gastan sus ahorros en ellos. Son sus acompañantes imprescindibles para salir al campo. Muchos de ellos disfrutan viendo a su perro siguiendo un rastro fresco, corriendo, como un podenco que es, detrás de un conejo y quedándose parado ante una aulaga o una pared en el que se esconde el conejo. Es bellísima la estampa de un perro corriendo detrás de un conejo montaña arriba, y ver cómo cada vez se aleja más el conejo. O montaña abajo, donde cada vez se acerca más a él. El perro y el cazador crean una imagen común. Se identifican entre sí.

 Y claro que hay malos cazadores, que maltratan a sus perros, que dejan las paredes tiradas cuando escarban para coger un conejo, que no cumplen los reglamentos, claro que los hay. Pero, ojo, ¿en qué profesión no hay malos ejemplos? ¿Quizás en la suya, o será usted uno de esos bandidajes del sector? No se puede criminalizar a todo el mundo por unos cuantos. Ni es verdad que, sin caza, los podencos serían más felices. Quizás sí algunos que van de defensores de animales, que seguro que son todos buenos ciudadanos, buenos maridos, buenos trabajadores, pero los podencos no. Evidentemente, hay que evitar que se maltrate a los animales, que hacen falta leyes duras para que castigar a los infractores e impedir que eso se dé. Los animales necesitan apoyo y protección, totalmente de acuerdo. Pero lo que no necesita son gaiteros de la sinrazón, que pugnan por elevar a los animales a los altares a la vez que quieren relegar al ostracismo a sus semejantes que cumplen la ley, que pagan sus impuestos y atienden a sus animales. ¡Así no, muchachos  y muchachas?

En esto, estoy con la presidenta. Y la felicito. Una presidenta o presidente del Cabildo no se puede negar a ir a un acto en el que lanzaroteños homenajean a otros lanzaroteños, en una actividad totalmente legal. Y que, para más recochineo, paga al Cabildo anualmente sus licencias para poder ejercerla. Y que si no hicieran, al tercer año, estarían todos los agricultores reclamando que hicieran algo ante las plagas de conejos. Pero ni que esto fuera nuevo.  Si no queremos caza, que se prohíba. Que no se cobren licencias. Mientras tanto, es una actividad legal, reglada, que practican lanzaroteños y lanzaroteñas como usted y como yo. Y se merecen que la presidenta de Lanzarote, al margen de cuál sean sus ideas y filias, esté presente en uno de los homenajes que se conceden entre ellos. Lo otro es bobería.