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¡Hasta siempre, Tino!

 

Ayer, a los 56 años de edad, falleció, aquejado de una grave enfermedad, Agustín García Rodríguez, conocido por todos como Tino "El Sardinero”.

Conocí a Tino en el colegio de Tías a finales de los años 70 y compartí con él la delantera del equipo federado de Categoría Infantil de fútbol del Club Deportivo Tías. Él era el delantero centro y yo el extremo izquierdo de un conjunto donde nos reunimos muchos de los chicos de nuestra edad del municipio, que solíamos jugar en equipos de chinijos no federados y unos contra otros. Con su hermano Toño en la defensa, donde también destacaban Antonio María Hernández y Paco García, y la media con Bernabé Borges, Juan Félix Eugenio y Vicente Cabrera y los hermanos Fernández, Tomás y José, dejando a José Domingo Montelongo, Carmelo y Pepe Vera turnándose de extremo derecho mientras Antonio defendía la portería, Tino destacó por su ambición y talento natural. En muchas ocasiones, competíamos por ver quién marcaba más goles y los fallos del otro los vivíamos con desespero porque siempre pensábamos que si el pase hubiese sido para nosotros, sí hubiese sido gol. Yo destacaba por mi celebrada velocidad y tiro fuerte y colocado a la escuadra. Él era todo lo contrario. Peleaba todos los balones, regateaba mil veces, era muy técnico y pedía la pelota hasta cuando la llevaba él. Su talento y su ambición deportiva le permitieron jugar en la Unión Deportiva Las Palmas, en su categoría juvenil.

Abandonó los estudios muy pronto, no sé si por necesidad o por impaciencia, y con su capacidad de trabajo y ambición empresarial, se convirtió en un hostelero de referencia primero en su pueblo natal, La Tiñosa, y luego en toda la isla de Lanzarote. Comenzó su andadura de emprendedor al lado de sus padres, Agustín y Mela, vendiendo en el pequeño local del Varadero, bautizado con el nombre que le apodaba, "Casa Tino El Sardinero", pescado fresco traído del rico litoral por ellos mismos. Poco a poco, en los años ochenta,  a la ola del ingente boom turístico de la zona, fue creciendo empresarialmente y se convirtió en un referente para muchos, especialmente para sus hermanos que acabaron también vinculados a la actividad, dando trabajo a muchos otros jóvenes. Sin perder de vista su amado fútbol ni sus sueños con una pelota pegada a los pies, ayudó cómo pudo al equipo de su pueblo, el Puerto del Carmen, que nació de la escisión del Tías, donde jugó y también ejercició como entusiasta entrenador de la base.

Hasta el final de sus días, mantuvo ese carácter emprendedor que le llevó a ser uno de los principales restauradores de la isla y quien colaboró en modernizar la oferta gastronómica en el propio Varadero de Puerto del Carmen, no siempre con los resultados deseados pero sin perder nunca la ilusión. Todo lo que tuvo fue fruto de su tesón, sin perder la sonrisa y siempre con un trato de camaradería que le hizo popular entre todos.

Con Tino, se va un referente lanzaroteño de un hombre hecho a sí mismo que no se achicó ante la adversidad y que intentó coger la ola del desarrollo insular con lo que tenía: su firme determinación en vencer. Vivió como jugó al fútbol, siempre pidiendo la pelota, convencido de que tendría suerte, enredado entre muchos contrarios y enormes dificultades pero sin perder de vista la portería, el éxito. Nadie gritaba más fuerte que él el gol ni te abrazaba más fuerte cuando conseguíamos que la pelota entrara.

Hasta siempre, Tino. Ahora, que sirvan otros. Tú descansa en paz.

Comentarios  

#2 Familia Santana 26-07-2023 10:56
Gracias por esa bonitas palabras BESOS AL CIELO
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#1 Noemí 26-07-2023 09:26
Qué pena, trabajé con él, un gran tipo. Hasta siempre. D. E. P.. Mis más sentido pésame a su familia
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