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Opinión

Arrecife, una ciudad que ilusiona

Finaliza un año plagado de diferentes sensaciones y de experiencias. Un año en el que hemos retomado actividades y costumbres que tuvimos que dejar de lado por un tiempo, y un año lleno de nuevos proyectos e ideas para Arrecife.

  • Escrito por Astrid Pérez Batista, alcaldesa del Ayuntamiento de Arrecife

Cuesta 2023

 Por estos días recibimos montones de vídeos, gif animados, diseños y textos en cadena felicitando el nuevo año, también mensajes personales que seguro que valoramos más de nuestra gente más querida, pero en cualquier caso ojalá se cumpla esa catarata de  buenos deseos, o una buena parte de ellos, porque la habitual cuesta de enero tendrá recorrido todo 2023.

  • Escrito por Alex Salebe Rodríguez

Los defectos de Astrid

 

La popular Astrid Pérez está a puntito de completar el primer mandato de alcaldesa de Arrecife. Desde hace cuatro mandatos, ningún alcalde ni ninguna alcaldesa había completado los cuatro años en el Ayuntamiento de Arrecife.

  • Escrito por MANUEL GARCÍA DÉNIZ

Haría no tiene quien la cuide

 

Empiezo aclarando que esta reflexión va dirigida, principalmente, a todos y cada uno de los usuarios del Centro de Salud de Haría. Un servicio sanitario pequeño, como las consultas de esos antiguos médicos de pueblo que repetidamente se refiere mi compañero y admirado Fernando Jiménez, médico de Teguise. En esta consulta, como todos pueden imaginar, no sólo se pasa revisión médica o se atiende las cada vez más numerosas urgencias, sino que se escucha la realidad social de cada uno de los vecinos y vecinas del municipio. Los Centros de Salud o Consultorios Médicos son parte de los palacios del pueblo.

  • Escrito por Yamirka González, doctora de familia en el Centro de Salud de Haría y miembro de NC Haría.

Investigación y síndrome de Diógenes

 

 

 

Cada vez que mi hija mayor, Carolina, vuelve a casa y entra en mi despacho me hace la misma pregunta. Escenifica que hace un recorrido visual por las estanterías llenas, las sillas con montones de documentos y las mesas repletas de fotos, papeles y libros y documentos abiertos y acaba mirándome muy seria.

_ Papá, ¿Tú sabes lo que es el síndrome de Diógenes?

Me lo suelta sin pestañear, en algo se tenía que parecer a mí. Y, entonces, dejo de escribir, la miro y le contesto. Sin pestañear también.

_ ¿Tú sabes lo que es el periodismo? ¿Y el periodismo de investigación?

Se da media vuelta y se va. No sin antes dejar claro que con las técnicas de archivo actuales informatizadas y no sé qué otros rollos podría trabajar sin tener a la vista un solo papel. Y me lo dice como si yo no quisiera tener un solo papel delante de mi vista. Como si a mí me molestara escribir y contrastar con cinco o seis documentos abiertos. No fue fácil aprender a hacerlo así. Y no todos mis compañeros consiguieron hacerlo con la soltura que lo hago yo. Pero debo reconocerle que hay legajos, fotos, escrituras públicas y documentos varios que llevan conmigo más de treinta años. Son los restos de mi etapa de periodismo de investigación de los que no soy capaz, lo reconozco, desprenderme. Y lo intento.

Ahora mismo, más por vergüenza delante de mis familiares, porque su otra hermana, la pequeña, Adriana, también le da la razón a Carolina, que por convicción, me he puesto a hacer limpieza. Pero llevo dos días y no he tirado nada. Y estoy realmente asustado porque ante la visión de ciertos documentos, me temo que en lugar de tirarlos acabaré fotocopiándolos para preservarlos y garantizar su supervivencia. Y con esa actitud, lejos de reducir la masa documental, aumentará sin remedio.

Veo fotos amontonadas de mi paso por la VOZ, de muchos que hoy hacen como si nunca pasaran por allí, y de otros muy amigablemente en aquellos tiempos donde todo era “jijijaja”. Me topo con copias de cheques, con excusas manuscritas de redactores que no cumplían con su trabajo y de comunicaciones de jefes que no tenían edad ni para sacar el carnet de conducir. Repito, lejos de tirarlos me dan ganas de ponerme a escribir un libro de aquella época, mostrando qué eran y qué hacían los nuevos señores de la guerra en aquellos tiempos. Pero, antes de que me concentre en ello, una nueva carpeta con los tomos de la auditoria del complejo agroindustrial que llevó a Dimas Martín a la cárcel cae en mis manos. Fuimos los primeros en tenerla, gracias a la estrecha colaboración de un diputado de la época, que con ello quería evitar un pacto contra natura, que no solo se produjo sino que mi empresa de aquel entonces abrazó como un salvavidas en los bajos de una cascada. También fuimos los primeros en hacernos con la documentación de la subvención a Harimarsa, y allí gasté noches y días para extraer lo más jugoso de aquel regalo del gobierno presidido por el socialista Jerónimo Saavedra pero apuntalado por las AIC en las que tenía mucho protagonismo ese Dimas que acabaría conquistando a Enrique Pérez y convirtiéndole en su presidente de Cabildo elección tras elección. También están aquí los documentos.

También aparecen los tiras y aflojas míos con el dueño de la empresa en los años en los que el PIL no quería que yo estuviera en la Voz y lo pusieron como condición para volver a enchufar la manguera y regar las cuentas rematadamente malas. Me resistí. Y fue una lucha ardua, dolorosa, solitaria, pero rematada con el éxito judicial que esperaba. No olvido las tardes que pasé trascribiendo cintas de personajes lanzaroteños viejos como único trabajo. Tampoco al ejército de adulones que me hacían una cara y mostraban la otra al gran capitán.

 

Fueron dos años duros, de resistencia, en la más absoluta soledad, sin apoyos, sin consuelo, pero con una enorme capacidad de resistencia. Debo reconocer que no les podré agradecer a todos la experiencia que pasé. Sufrí un montón, pero crecí más. Ahora veo, en las carpetas, las comunicaciones que venían en el sobre de la cinta. Veo la firma, veo la letra de la máquina de escribir, y veo el nombre que acompaña a la firma. Siguen estando ahí, como la sentencia judicial a mi favor. Como el recuerdo integro, casi minuto a minuto, de la etapa en la que me tocó resistir. Donde, como tantas otras veces, me negué a hacer lo fácil, para encarar el reto. Con sufrimiento, solo, pero con la absoluta convicción de que no se puede alcanzar lo que está en el pico de la montaña metiéndote en un hoyo al pie de la misma. A estas carpetas, viejas y olvidadas, les falta mis horas de sufrimiento y pesar pero les sobra pruebas y argumentos para hacerme sentir a gusto conmigo mismo.

Los abusos no se aceptan de nadie, ni se permiten de nadie, ni se le hacen a nadie, me repetía mi padre. Y es verdad, si educas a tus hijos en el abuso, lo peor de todo es que acabaran creyendo que esa es la fórmula de trabajo a heredar junto con las propiedades familiares. A veces, incluso antes.

El 19 de enero de 1998 abandoné la celda de castigo de la Plaza de la Constitución, 2. Dejé la mesa que ocupaba de dos a ocho de la tarde, a la entrada, a la derecha de la redacción, me despedí sin mucha emoción del coro. La comunicación de la sentencia al patrón por parte de su abogado sirvió para que aceptara las condiciones exigidas y acabara mi penitencia. No hay nada más gratificante que la lucha contra la injusticia.

Con esta carpeta damos por acabado por hoy el trabajo de limpieza del archivo. Y esta, se queda. Ya les dije, estoy hasta por fotocopiarla.          

  • Escrito por MANUEL GARCÍA DÉNIZ

Canarias avanza en la atención temprana, pediátrica y a las enfermedades raras

Hablar y sobre todo abordar las enfermedades raras, hasta hace muy poco tiempo, era anecdótico. Sin embargo, Canarias cuenta a día de hoy con su primera estrategia de enfermedades raras en Canarias 2023-2026, promovida desde el Gobierno que preside Ángel Víctor Torres, que tiene en el centro de su acción a las personas.

  • Escrito por Kilian Sánchez Sanjuán es Secretario de Sanidad del PSOE de Canarias y director del área de Salud de La Palma

Momento Navidad

De las cuatro fiestas de la temporada navideña y arranque de año nuevo, desde niño y muy joven me gustaban sobre todo dos: el día de las velitas, como le decimos en Colombia a la noche del 7 y el encendido amanecer del 8 diciembre, y la celebración de los cuatro días de Carnaval, 40 días antes de Semana Santa, y no es que no disfrutara de la Navidad o del 31 de diciembre, pero las dos festividades de apertura y cierre del ciclo para mí eran muy especiales.

  • Escrito por Alex Salebe Rodríguez

De Bilbao al lagar de Leandro

En agosto, tocaba la vendimia. Coincidiendo con las fiestas de San Ginés, una de esas mañanas con el sabor todavía en la boca de las piñas garrapiñadas, las chuflas y el característico sonido de la feria dominada por los cochitos chocones, nos montábamos en el furgón de Pacuco Díaz y nos acercábamos a las parras, en la zona de Bilbao, en La Geria, todavía en territorio de Tías.

  • Escrito por MANUEL GARCÍA DÉNIZ