Limpito, limpito, así sale Juan Carlos I con el archivo por parte de la Fiscalía de las tres investigaciones que pesaban sobre el rey emérito abiertas a partir de la supuesta comisión de 100 millones de dólares recibida de Arabia Saudí por el contrato de construcción de una línea de tren de alta velocidad entre Medina y La Meca, adjudicado a un consorcio de empresas españolas en 2011, aunque la Fiscalía deja en sus escritos un manto de dudas sobre las actuaciones del padre de Felipe VI, que salva su pellejo, en parte, por delitos prescritos y regularizar ante Hacienda rentas no declaradas durante varios ejercicios fiscales, un reconocimiento explícito de su fraude. Claro, una cosa es quedar fuera de la mirada de la Justicia, de momento, y otra su comportamiento ético que deja mucho que desear.