LA CIUDADANIA NO VE TRABAJO PERO QUIEREN QUE VEA BIEN EL SUELDO

El político se merece un buen sueldo. Todos los políticos se empeñan en defender esa tesis con la que podemos de estar todos de acuerdo. Pero hay otra previa, con la que está de acuerdo toda la ciudadanía: Los políticos tienen que trabajar y hacerlo con honestidad. Esa, desgraciadamente, no la respetan todos los políticos.

Unos porque, honestamente, no saben; otros porque creen que no vale la pena hacer cosa distinta de lo que hace la mayoría de ellos, o sea, nada; y otros porque entienden que la política es para enriquecerse ellos y para no trabajar para nadie, que para eso ganaron las elecciones. Y si no trabajan, entendiendo que no es trabajo hacerse fotos en los sitios donde dicen que van a hacer algo y que finalmente no hacen nada, pues cualquier sueldo parece mucho. Nadie estaría en contra de que cobrará un buen sueldo un buen gestor, un político que dota de servicios, obras y felicidad a su comunidad. Pero la experiencia ha sido la contraria. No aceptan las responsabilidades del cargo pero sí todas las prebendas y privilegios y más. Todos dicen que van a trabajar, pero se les olvida por el camino. Todos dicen que sus sueldo son el chocolate del loro, pero todo se les va en mantener el loro y poco más. Primero hay que ganarse el sueldo y después subírselo. Aprovecharse del momento de la llegada para cascarse el mejor sueldo de su vida no parece honesto. Y ya veremos si no acaba haciéndose fotos y cuentos- nota y se olvida de gestionar. Si soluciona problemas cuantificables, se merece un buen sueldo. Si no, bastante tiene con tener un sueldo sin hacer nada y presumir de todo. Lo esencial del político no es el sueldo sino el trabajo. Que es lo que no se ve ni a principio ni a final de los mandatos.