EXÁMENES Y PRUEBAS FÍSICAS SIN SENTIDO A LOS ÁRBITROS DE LUCHA CANARIA
- G.D.
En estos próximos días, los árbitros de lucha canaria tendrán que someterse a unas pruebas médicas, físicas y de conocimiento para renovar su licencia federativa con vistas a la próxima temporada, según nos comentan algunos de ellos. En cuanto a las pruebas médicas, nada que objetar. Parece lógico que se conozca el estado de salud de la persona y su capacidad física para afrontar el reto de ponerse delante de miles o cientos de aficionados a tomar decisiones sobre el desarrollo de una luchada que no siempre serán compartidas por todos. Especialmente hay que analizar su fuerza mental para afrontar la presión y observar y dictaminar con rapidez y certeza. Paro eso también es necesario tener agudeza visual. Pero lo de las pruebas físicas cada vez más exigentes, con ejercicios que, según nos dicen algunos árbitros, parecen más hechas para superar las pruebas selectivas de la policía local que para garantizar un buen árbitro.
Seamos serios, un árbitro de lucha canaria no tiene nada que ver con un árbitro de fútbol, por ejemplo, que se pega los noventa minutos corriendo para arriba y para abajo como un futbolista más. El árbitro en la lucha canaria, apenas se mueve alrededor de los luchadores. Se agacha alguna vez y estira los brazos para ayudar a los luchadores a pegar. Poco más. De hecho, se nos vienen a la cabeza excelentes árbitros de lucha canaria, hombres mayores, como Rosendo o Pedro Rodríguez, entre otros, que si les hubiesen exigido esos controles no hubiesen entrado a un terrero ni de público. Así que someterles a pruebas inútiles en el desempeño de su actividad solo hace que lleguen a árbitros personas que cumplen los requisitos pero que después no son capaces de tomar decisiones acertadas en el manejo de la luchada.
Lo lógico es que al árbitro que ya lo es (cosa distinta es la persona que quiere ser árbitro y se somete al curso para sacar la titulación) se evalúe de forma continua a lo largo de la temporada y, de acuerdo con su forma de pitar, sus aciertos y equivocaciones, se le clasifique. Y, sobre todo, lo que hay que hacer son cursillos para que aprendan a interpretar correctamente las no siempre exactas exigencias del reglamento y sepan ver lo que está pasando en la agarrada. Hechos como quién realmente está apostando por la pasividad e impidiendo que su rival luche, cuándo una cabeza es falta y cuándo no, aunque pueda estar en el mismo sitio, y situaciones parecidas. El que el árbitro sepa que el objetivo de la luchada es favorecer un espectáculo, favoreciendo el desarrollo de las técnicas de este deporte, para el disfrute del público y el desarrollo personal de los luchadores es más importante que la certificación de que es capaz de hacer no sé cuántas flexiones, sentadillas y similares en un minuto. Además, la excelencia del árbitro de lucha canaria se consigue antes dotándole de la nueva tecnología para verificar las caídas y faltas que en mandarle a un gimnasio a competir con bíceps y tríceps con los propios luchadores. A un árbitro que ha pitado bien durante toda la temporada lo que hay que darle es un diploma no un billete de avión para examinarse de cosas que le son absolutamente innecesarias, salvo que tenga que salir corriendo de un terrero por manifiestas equivocaciones, fruto de exigencias equivocadas en su puesta a punto.
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