Todavía me sigue interesando esa reacción de la gente cuando ponen la botella boca abajo y se sorprenden, después, de que esté totalmente vacía. Observan la botella vacía y el charco del suelo como si fueran sucesos independientes de su propio comportamiento. Como si al destapar la botella y ponerla boca abajo no estuvieran precipitando el desenlace de separar el líquido del vidrio. Tengo esa misma impresión cuando intento entender la problemática del casco histórico y centro comercial de Arrecife. Durante años, se ha llevado a cabo un proceso de abandono físico y político del centro de la ciudad, agravando así el deterioro que provocaba en la zona comercial el desarrollo de los municipios y la aparición de otras tiendas, además de las de productos de primera necesidad. El centro de Arrecife imponía su capitalidad a la isla y concentraba casi todo el comercio, aparte de las primeras sedes institucionales. Todos teníamos que ir al centro de Arrecife a algo y ya que estábamos, comprábamos, desayunábamos y paseábamos por unas calles y callejuelas donde nos encontrábamos con gente conocida que solo veíamos si bajábamos a Arrecife. Hoy nada es así, y nos sigue sorprendiendo que la botella esté vacía.