
No han sido días fáciles para Astrid Pérez. Ni con el baño de multitudes que quiso darse en el acto de la llegada de la Virgen de Los Dolores a Arrecife ni con pala en mano (todo el mundo sabe que ella se desenvuelve mejor con el pico) en la puesta de la primera piedra, en la construcción de viviendas protegidas, consiguió rebajarse los sofocos que tiene actualmente. Por una parte, la prensa sigue interesada en saber cuánto gana la presidenta del Parlamento de Canarias, refugio de setenta privilegiados que se ponen su propio sueldo y no escatiman en subírselo cuando les plazca. Tampoco está la prensa canariona y tinerfeña muy contenta con el reparto publicitario que hace la presidenta del PP de Lanzarote. Hasta su admirado columnista Alfonso González Jerez, un “pata negra” del periodismo parlamentario, al que ella coloca, junto conmigo (SIC), entre los mejores de Canarias, ha tenido el detalle de dedicarle un artículo donde le toca todos su puntos calientes ( políticos, “off course”).