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Un cuarteto de pollos irrepetible

 

 

Andrés Luzardo Pollo de Máguez, Manuel García Déniz y Evaristo Perdomo Pollo de Haría, en la presentación del libro Lanzarote, en el terrero", en el año 1995, en La Laguna, Tenerife.

 

El fallecimiento de Manuel Cabrera Pollo de Tías nos deja sin el último superviviente de una etapa gloriosa de la lucha canaria lanzaroteña

El término de “pollo” en la lucha canaria de Lanzarote ha tenido poco recorrido si lo comparamos con la cantidad de luchadores que en otras islas han recibido esta denominación junto a su lugar de nacimiento o residencia. En Lanzarote, el primero en recibirlo fue Joaquín Rodríguez,  que fue bautizado como el Pollo de Uga, en la década de los años veinte del siglo pasado, cuando se recorría los terreros del archipiélago como uno de los luchadores más espectaculares de las islas. Posiblemente haya sido el luchador lanzaroteño que más haya destacado en Canarias. Ningún otro consiguió hacerlo de la misma manera en su época vital como lo hizo Joaquín en la suya. Teniendo en cuenta, claro, que en aquellos momentos las luchadas eran encuentros concertados por empresarios y no competiciones federadas de celebración semanales, con lo que tenían menos intensidad.

Después de Joaquín Rodríguez (1895-1959), vinieron otros pollos que nacieron precisamente cuando el Pollo de Uga se mantenía en los terreros, aunque ya con más de 30 años de edad. En 1929, nació Heraclio Niz Mesa, el Pollo de Arrecife; en 1932, Manuel Cabrera, el Pollo de Tías; en 1934, Evaristo Perdomo, el Pollo de Haría y un años después, en 1935, lo hacía el gigantón Andrés Luzardo Barreto, el Pollo de Máguez. Nunca antes ni después tuvo Lanzarote tantos pollos y de tanto nivel que en los años que ellos estuvieron en activo y mantuvieron la denominación de pollos hasta el mismo día de su muerte. Y perdura en el tiempo.  Se les seguía llamando por su apelativo luchístico allí donde iban.  Si se preguntaba por Manuel Cabrera, acababa reseñándose, en caso de que se le conociere, su condición de Pollo de Tías y rápidamente la persona le ponía cara y cuerpo. Eran casi todos de la misma edad, entre los cuatro apenas mediaban 6 años que separaban al mayor, Heraclio Niz (1929-2010) del menor, Andrés Luzardo (1935-2007).

Manuel Cabrera, Pollo de Tías, años cuarenta, cuando luchaba en el Tinguaro, Tenerife.

La singularidad de estos cuatro luchadores lanzaroteños fue la enorme trascendencia que tuvieron en los terreros de todo el archipiélago. Los cuatro pollos lucharon fuera de nuestra isla y destacaron como buenos luchadores. Quizás el que menos recorrido tuvo fue, precisamente, el que vivió más años pero luchó menos tiempo. Manuel Cabrera, que falleció el pasado 7 de diciembre a los 90 años de edad, ha sido el más longevo de todos pero también fue el que menos tiempo practicó la lucha canaria. Apenas unos años y cuando era muy joven en la década de los cuarenta, ya que empezó a luchar con catorce años y destacó muy pronto por sus condiciones físicas e inteligencia luchística. Se fue a luchar al Tinguaro, que era uno de los mejores equipos de Canarias de la época, sin haber cumplido los veinte años, está dos temporadas y ya no vuelve a fichar en ningún equipo, aunque luchaba en las luchadas organizadas en Lanzarote por empresarios para hacerlas más atractivas para el público. No hay que perder de vista que, en Lanzarote, la etapa folclórica de la lucha canaria se alarga hasta 1965, que es cuando se crea la primera delegación y se comienzan a hacer equipos federados, mientras que en Canarias ya se hacía así desde 1947. Esa situación explica tanto la salida de estos grandes luchadores de la isla como que Manuel Cabrera, después de su vuelta de Tenerife solo luchara de vez en cuando. Aunque también era conocida la especial aprensión que le producía saltar al terrero, delante del público, como si le condicionara la presión ambiental.  A pesar del poco tiempo en los terreros, Manuel Cabrera se mantuvo siempre unido a la lucha canaria, a los terreros, dando su punto de opinión, disfrutando como espectador de las luchadas que se celebraban en su municipio hasta casi sus últimos días.   

  

Heraclio Niz, en Gran Canaria

Heraclio Niz “El Pollo de Arrecife”, en Gran Canaria, en los años 50 fue un verdadero puntal que derribó a todos los luchadores destacados de esa época. En sus equipos, en el Rumbo o el Krúger, hizo verdaderas barridas y puso de moda su lucha favorita, la revoleada. Aunque empezó a luchar tarde, con 18 años, y de forma fortuita, porque él practicaba fútbol, al llegar a Gran Canaria se tomó la lucha como una oportunidad para destacar socialmente y se convirtió en todo un personaje fuera y dentro de los terreros, hasta que en el año 1959, se retiró de la lucha canaria y fue homenajeado en Arrecife, a los 30 años, al volver a su isla para convertirse en policía local de Arrecife. Volvió a luchar de forma esporádica en los años 60, cuando la lucha canaria vivió un gran apogeo con la creación de la delegación de lucha canaria y los equipos federados, pero ya no era igual. Murió a los 80 años de edad en 2010.

 Evaristo Perdomo, La Palma y Venezuela

Evaristo Perdomo Hernández “Pollo de Haría” paseó su condición de luchador y de pollo por Canarias y la llevó consigo a Venezuela donde emigró y luchó. Fue un luchador destacado y valorado allá adónde iba. Valorado por su entrega y planta de luchador, a lo que unía también una técnica depurada que le granjeaba la simpatía del público desde Caracas a Lanzarote, pasando por Gran Canaria y La Palma, islas en las que también estuvo luchando. Todavía hoy le recuerdan los más viejos del lugar en La Palma, cuando estuvo luchando en el Tedote, en 1964, y en el Balta, aunque hizo su entrada en esta isla fichando por el Unión Norte. Luchó en Gran Canaria en el San Gregorio de Telde y más tarde en el Adargoma. Y después ya se fue a Venezuela, donde había equipos de lucha canaria y él luchó. Precisamente, en 1973 y 1977, vino a Canarias con una selección venezolana cuando él ya tenía 39 y 43 años, respectivamente, y seguía luchando. Falleció a los 83 años de edad, en 2017.

Andrés Luzardo, el primero por la izquierda, de pie, con su equipo, el Santa Cruz, que se quedó campeón años tras año en la década de los sesenta.

 

Andrés Luzardo, Santa Cruz como baluarte

Andrés Luzardo “Pollo de Máguez” era un verdadero Hércules. Con cerca de dos metros de altura y una fuerza descomunal, se abrió camino en la lucha canaria sin demasiados problemas. Dio primero el salto a Gran Canaria, donde tirar a uno de sus luchadores más destacados, el Pollo Doramas, le abrió las puertas de los mejores equipos. Se fue a hacer la mili a La Palmas y allí luchó en el Krúger del Pollo de Arrecife y en el Adargoma. La década de los sesenta la empieza y la acaba como puntal del gran equipo de Santa Cruz, en Tenerife, donde se quedan campeones año tras año. En 1970, a los 35 años de edad se retira de la lucha canaria, en este mismo equipo. Su llegada al Santa Cruz, fue por expreso deseo de quien fuera después su suegro, Pancho Camurria, uno de los luchadores míticos de todos los tiempos. Andrés Luzardo destacó en una época en la que había luchadores de la talla de Barbuzano y Santiago Ojeda en los equipos rivales. De los cuatro pollos, fue el más joven en morir, falleció en 2007 a los 71 años de edad.

En la presentación del libro “Lanzarote, en el terrero”, de Manuel García Déniz, el primer libro publicado sobre la lucha canaria de Lanzarote, en mayo de 1995, se dieron cita en la isla estos  cuatro pollos y puntales históricos, que forman parte importante de la historia de este deporte  vernáculo en Lanzarote  y Canarias. Fueron figuras incuestionables, cada uno en su sitio, en su momento. Pero siempre mantuvieron la consideración en las islas de pollos. Para referirse a ellos solo hacía falta decir el Pollo de Arrecife, el Pollo de Tías, el Pollo de Haría o el Pollo de Máguez para que todos supiéramos que estábamos hablando de Heraclio Niz (1929-2010), Manuel Cabrera (1932-2022), Evaristo Perdomo ( 1934-2017) y Andrés Luzardo (1935-2007), respectivamente.

Todos ellos, los cuatro, desde el olimpo en el que descansan los grandes héroes de la lucha canaria, seguro que están debatiendo sobre nuestro deporte vernáculo, su pasado y futuro. Viejas glorias, grandes recuerdos.

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