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¿Quién gana? (V)

De nuevo, mis dedos se mueven en el teclado buscando una respuesta al futuro político inmediato. No intento decirles qué debe pasar, ni qué quiero yo que pase. El trabajo que me encomiendo quizás sea menos gratificante, pero sólo pretendo adelantarles qué puede pasar con lo mimbres que hay. Si la cosa fuera decir qué quiero yo que pase, posiblemente, Tinguatón, pseudónimo de una persona que había comentado el capítulo IV, yo coincidiría con usted en que lo mejor que puede pasar es que se vayan todos y ver cómo nos sale la siguiente hornada. Pero sin llegar a la ironía de Mafalda, otra lectora que opina, algo tendremos que hacer para saber dónde se ponen las piezas en este puzzle político.

Y para puzzle, también nos vale el PSOE. Dentro de unas horitas, se abrirán las urnas de las Primarias, para  que los afiliados socialistas puedan  votar y elegir a su candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias. Todos estamos seguros de que no sólo se apellidará Pérez ( los dos tienen el mismo apellido) sino que el tinerfeño Santiago tendrá que levantarle la mano al grancanario José Miguel que en el mismo año ha ganado liga, ser secretario general, y copa, ser el candidato a la Presidencia. Y en los dos casos ha tenido que saltar al terrero y medirse con sus rivales internos. Y si no pasa una desgracia, por la noche, ya tendrá el doblete. Pero dejemos Canarias, y saltemos a Lanzarote, que este puzzle sí que lleva trabajo aunque las piezas, como verán, sirven para más de un hueco.   

 

El partido socialista es difícil de analizar. No por la abundancia sino por la escasez. En esta última década, el PSOE se ha dedicado a dar vueltas sobre sí mismo, como la yunta en la eras de no hace muchos años. Y, claro, la cosa queda muy trillada. A principios de está década, siglo y milenio, el PSOE intentó un proceso de renovación que se quedó en nada. Por una parte, se basó en buscar a dos o tres cabezas para cambiar la foto pero sin tocar el fondo. Por otra, el control del partido estaba en manos de Miguel Angel Leal, un hombre cuyo poder era precisamente haberse criado en las entrañas del PSOE, tragándose toda la bilis de los viejos camaradas y empapándose de las viejas formas y lo importante que son los estatutos, reglamentos, las guaguas y las lealtades inquebrantables. Tenemos un maniobrero joven con mañas de viejo y tres o cuatro caras (también algún carota) para hacer un proyecto.

 

La cosa se pone en marcha en el año electoral de 2003. Aquí hay secretario general con perfil más que suficiente y con ninguna experiencia interna. Es perfecto. Se rodea de algunos hombres de su confianza, pero sin experiencia orgánica. Perfecto. Esto se creía que tenía que funcionar: unos son y otros están. Manuela, que acaba de escaparse de CC, pide refugio en el PSOE con manifiesto inclusive donde reconoce que siempre ha sido progresista, que nunca dejará de ser nacionalista, y que va en calidad de independiente. Pide que la presenten a Arrecife. Pero para Arrecife ya estaba Nuria Cabrera, un valor político en alza en ese momento, hasta el punto de que el propio Mario Alberto la piropeaba en aquellos tiempos como una sólida promesa política.

 

Para evitar suspicacias, Carmelo García Déniz sería el candidato y Nuria su segunda. Al final, el nuevo secretario General, Manuel Fajardo, iría al Cabildo y Manuela Armas, como independiente, encabezaría el Parlamento. En Tías, José Juan Cruz Saavedra; en San Bartolomé, Marcial Martín y en Tinajo, Marcos Hernández. Eso es el PSOE en el 2003 y eso es el PSOE en el 2010.

 

El puzzle del PSOE tiene tres huecos, los seis restantes no interesan tanto: El Cabildo, Arrecife y Parlamento. Hacen falta cabezas y después el barco se llena con la tropa del alrededor. Nada distinto al resto de los partidos. En 2003 se decide que el Ayuntamiento se lo reserva Miguel Angel Leal para sí, poniendo de cabeza ese año a Carmelo, pero reservando plaza para Nuria para las restantes venideras. El Cabildo se lo quedaba Manuel Fajardo y a Manuela Armas se le quitaba de la cabeza Arrecife y se le manda al Parlamento. Ese es el puzzle que hay que mantener, ese es el puzzle que sigue vigente a pesar de que alguna pieza se haya echado a perder.

 

 

Cuando Manuel Fajardo y Carlos Espino empezaron a saber usar los estatutos, a conducir guaguas y administrar lealtades y voluntades (lo de Espino fue un curso acelerado en toda regla), Miguel Angel, sus exigencias y exabruptos empezaron a resentirse. Cayó en desgracia, arrastró a Nuria, y perdió sus lealtades ante los nuevos señores. Quedó abierta la pieza de Arrecife, sin ficha, aparentemente. Dos fichas y tres huecos. Los problemas de salud de Manuel Fajardo y en su enrevesada experiencia en el Cabildo invitaban a cambios. La ficha de Manuel caía en el Parlamento, a pesar de que sus seguidores querían que siguiera en el Cabildo. No se fiaban de Manuela, ni ella de ellos. Quien lo diría ahora, tres años después.  A pesar de los pesares, la ficha que sirvió para el hueco del Parlamento se colocó y encajó en la del Cabildo y viceversa. El hueco de Arrecife se tapó con Enrique Pérez Parrilla. No salió mal del todo. Pero bueno, la cosa es así.

 

Ahora estamos a las puertas de unas nuevas elecciones, ¿quiénes son los candidatos socialistas? ¿Se cambia de puzzle? ¿Hay alguien ahí? Nada, nadie responde.

 

Enrique Pérez Parrilla vino a tapar un hueco. Lo tapó y se va. ¿Quién viene? La pregunta es ¿Manuel o  Manuela? ¡Qué novedoso y redundante¡ Hay una cosa clara, Manuel no va a ser. Fajardo ha encontrado su hueco en este puzzle. Su silueta coincide perfectamente con la de la casilla del Parlamento. En ella caben otros, pero en ninguna otra Manuel se siente tan a gusto, con más poder y con menos responsabilidad. Plaza adjudicada.

 

¿Qué pasa con Manuela? Manuela llegó al PSOE porque quería ser candidata a la Alcaldía de Arrecife. También es verdad que llegó de independiente y ahora es hasta miembro de la Ejecutiva Regional del  partido. Para que vean ustedes como se progresa en estas organizaciones de izquierda. Fue parlamentaria cuando quiso ser alcaldesa, quiso ser alcaldesa de nuevo y acabó de Presidencia del Cabildo. Dos piecitas del puzzle que ha ocupado y le falta la que tanto deseaba. ¿Quiere serlo ahora? Me temo que menos que presidenta del Cabildo. Está, me dicen, como Inés Rojas, “que yo voy al Cabildo, que pinto yo ahora en Arrecife”. Y entre que a ella Arrecife no le desagrada, que sus queridos compañeros no la quieren ver ni en pintura en el Cabildo y que nunca la han mandado a donde ella ha querido, me temo que acabará en Arrecife arrastrando una lista llena de Víctor, Montelongo y  demás. Seamos sincero, tampoco hay mucho más donde elegir.

 

Tal como parece, Arrecife queda arreglado con Manuela y el Parlamento con Manuel. ¿Y en el Cabildo? ¿Y los reintegros del Parlamento  y los primeros seis puestos del Cabildo?  Esas preguntas son ya materia del próximo capítulo, que es madrugada del domingo. Hoy los socialistas estarán pendientes de los Pérez de verdad, de los otros hablaremos en la próxima entrega.        

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