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Intercambios

Los residentes en Lanzarote, en general, pero muy especialmente los naturales de la isla, los que son nacidos y descendientes de lanzaroteños, tienen un importante problema para optimizar sus oportunidades.  Y todavía más los que siendo lanzaroteños lo han sido en ámbitos desfavorecidos, sin estímulos para viajar ni formarse, ni dinero para hacerlo por sus propios medios.

 

Les hablo, y se los escribo en un comprensible castellano, de sus deficiencias idiomáticas. Dejando de lado en este artículo el escaso vocabulario en su mismo idioma, sólo equiparable a su poco entusiasmo en mejorarlo, me refiero a los idiomas que hablan los turistas más numerosos, ya sea el inglés, alemán, francés e, incluso, alemán. Partiendo del hecho de que sólo la cobardía y falta de miras de la acomodada clase política canaria explica que no se apueste por un bilingüismo de forma clara y valiente, los canarios tienen que hablar más de un idioma. Porque el idioma en Canarias es más de medio puesto de trabajo en el sector servicios con esa prevalencia que tiene el turismo en el mismo. Sinceramente, no se explica tanta pasividad.

En cambio, a veces, en plena oscuridad y tozudez se ven ejemplos que sólo hace falta amplificar para encontrar caminos nuevos. Me refiero al intercambio que ha organizado el IES Las Salinas con otro instituto de Alemania, de la ciudad de Rosenheim, para que sus chicos pasen una semana de inmersión cultural allí y aquellas ( en un centro de sólo niñas) otra aquí.  Eso les permite salir de la isla a edad temprana pero, además, hacerlo para conocer desde dentro otra cultura y practicar el  alemán desde la realidad diaria. Con alemanes iguales a los que, algún día, pueden recibir en la recepción de un hotel, en un bar, en una empresa o en cualquier otro lado cuando vengan a la isla. Además, se darán cuenta que esos que ellos creen que están todos los días de vacaciones, porque su referencia es su estancia aquí, madrugan, trabajan y se esfuerzan como nosotros para llegar a final de mes. Verán que los chicos y chicas de allí son exactamente iguales a los de aquí, con reglas una vez al mes, acné en su edad y dificultades para zafarse del control de sus padres en plena adolescencia rebelde. Todo es aprendizaje.

Sí hay diferencias, claro. No tanto en los chicos como en las organizaciones y países. Entre ellas, una muy curiosa. Ellos están en una zona de las más ricas de Alemania, en Baviera, donde hay un mayor poder adquisitivo. En cambio, los nuestros  son estudiantes de un instituto público de una zona de barrios, de una isla con una importante tasa de paro. ¿ A quiénes crees que su estado le paga íntegramente el desplazamiento?  Pensarás que es sencillo. Que con toda seguridad, la subvención del gasto será para los nuestros, que son los hijos de familias, por lo general, pobres. Además, son los que aprendiendo idiomas están cualificando la mano de obra local y con su experiencia maduran personalmente. Pues, chico, si piensas eso es que no conoces España ni Alemania.  Aparte de hospedar en sus casas a las alemanas que acogerán a sus hijos allí, los padres tienen que pagar billetes y otros gastos sin ayuda del Estado. El intercambio se produce más por la motivación del profesor de alemán que por una estrategia troncal de la Consejería. Y así nos va.

Me cuesta creer que el propio Cabildo de Lanzarote y las consejerías tanto de Educación como de Turismo no le vean las ventajas a estas formas de enriquecer los cursos de la educación obligatoria. Aunque sólo sea por el egoísmo de que todas esas alemanas acabaran hablando maravillas de Lanzarote a todos sus vecinos que, seguro, querrán estrechar vínculos con esas familias y destinos turísticos. Por supuesto, es más divertido que los propios políticos se pongan sus mejores galas y vayan de feria en feria, de meeting in meeting, gastándose un pastón en buenas marisquerías y mejores hoteles y cobrando una jugosas dietas. Nadie que tenga hijos tiene dudas de que ese sistema es mucho mejor para que nos conozcan tal como somos. Los políticos son así. En España, y en Canarias,  son así.

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