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El deporte del birdie

El Cabildo de Lanzarote oferta un taller dirigido a estudiantes de Secundaria cuya finalidad, según la nota de prensa institucional, es “ofrecer a los jóvenes la posibilidad de iniciarse en el deporte del birdie”, con la pretensión de “eliminar los tópicos que sitúan al golf como un deporte elitista, inaccesible y caro”. El comunicado finaliza con la invitación a solicitar información a “aquellos centros que deseen mejorar el hándicap de sus alumnos”.

Una joya. La notita de prensa del Cabildo es una joya, a juego con la genial idea de promocionar el golf en los colegios con recursos públicos. Que se sepa, en Lanzarote los campos son negocios privados.

Aunque no sea lo más importante, no puede dejar de destacarse la cursi perífrasis de “el deporte del birdie” para referirse al golf. Todo un hallazgo. Seve Ballesteros, Sergio García, Tiger Wood... serán reconocidos a partir de esta nota como los máximos exponentes del deporte del pajarito, algo que, por lo que se conoce, podría aplicarse al Tigre sin ningún problema.

En cuando a la necesidad de mejorar el hándicap de los alumnos, una encuesta de urgencia revela que la mayor parte de los alumnos de Educación Secundaria tienen iPod, Nintendo DS, teléfono móvil con cámara, pero de hándicaps nada de nada.

Además, la mayor parte de los directores de instituto ha señalado que lo que realmente necesitan mejorar sus alumnos es el hándicap que supone la ausencia de profesores sustitutos y la escasez de actividades complementarias.

Ahora bien, lo más lucidito de la nota es eso de que el golf no es elitista ni inaccesible ni caro. Consultadas las tarifas de los dos campos en promoción, la partida de 18 hoyos en temporada baja cuesta entre 55 y 68 euros, a los que hay que sumarle el alquiler de los palos y el carrito. Vamos, que una mañana de golf cuesta más que un mes completo de baños y spinning en la piscina municipal de Arrecife.

Sin embargo, he de reconocer que lo que realmente me asombra es la enorme capacidad de los campos de golf. Por lo que nos han explicado sus defensores a ultranza, los campos de golf de Lanzarote iban a ser un reclamo turístico brutal, una oferta irresistible. Tanto, que íbamos a necesitar cinco más.

Sin embargo, los propietarios de las dos únicas instalaciones que existen en la isla para esta práctica, imbuidos de una enorme generosidad, ponen a un lado a esos miles de golfistas que esperan ansiosos su turno para jugar y llenan el césped de jóvenes estudiantes, ansiosos por mejorar su hándicap en el deporte del birdie, nada elitista, nada inaccesible y nada caro.

 

(*) Carlos Espino es secretario general de los Socialistas de Lanzarote y consejero del Cabildo

 

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