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Ni mujeres, ni hombres, ni viceversa

Con las cosas por los aires (III)

La política en Lanzarote es un fracaso colectivo innegable. Quiero decir que es un fracaso, sí, un fracaso; un no éxito, si prefieren los galimatías o eufemismos. Una cosa de esas pinchada en un palo que ya no aguanta mucho más de eso. Si un fracaso es no conseguir los objetivos marcados, la política lanzaroteña es un fracaso impepinable. Si fracaso es no optimizar los recursos, quedándose muy por debajo de los niveles de satisfacción y muy por encima en la sensación de jodienda colectiva, lo de la política lanzaroteña es un "fracasón" de película.

Y  la situación se ha demostrado que no es cuestión de sexo. Muy a pesar de que rime con jodienda y sea dulcemente  placentera para los protagonistas. Ni hombres, ni mujeres, ni viceversa. Y a los datos me remito.

En Lanzarote, en los últimos años, con todo merecimiento y bastante tarde, la mujer se ha incorporado  a la política de forma decidida y decisiva. Y lo hace con todas sus consecuencias, alcanzado los niveles de los mejores políticos y sumergiéndose, también, en las oscuras cloacas de la corrupción y la incompetencia. No voy a nombrar a nadie pero creo que no se necesita tampoco una especial dotación para encontrar casos en los dos sentidos apuntados. Mírese los sumarios judiciales abiertos y, por el otro, los resultados de corporaciones, concejalías o consejerías. En ese sentido, se ha conseguido la integración plena. Ya nadie duda que una mujer lo puede hacer mil veces mejor que la gran mayoría de los hombres que han desgastado los presupuestos públicos mientras se enriquecían desde el sillón oficial. Pero tampoco queda la menor duda de que la mujer sin preparación también llega a la política. Y, además, lo hace, también, la que no tiene vergüenza ni escrúpulos para anteponer su capricho personal de ocupar un cargo a la de la exigencia de ejercerse con eficiencia. Igualitas que los hombres. Eso sí, con mucho menos recorrido en estas lides que ellos.

Lo digo porque creo que es así.  Y porque, entiendo la necesidad de atender el objetivo de visualizar la plena igual, una obviedad que no se ha dejado ver ni ser por comportamientos tradicionales machistas, anclados en la sociedad desde tiempos tan lejanos como equivocados.

El problema de la política en Lanzarote, y se demuestra ya, no es problemas de sexo ( no de su práctica, sino de si es mujer u hombre)  es un problema de CULTURA, en mayúscula y en todas sus accesiones, actitudes y aptitudes.  De cultura general, de cultura democrática, de cultura ética, de cultura económica, de cultura organizativa,  y de cultura de lo que usted quiera y más. Así es, o así lo pienso yo.  De otra manera, no se entendería  que teniendo los principales partidos de la isla  como dirigentes a mujeres, no se notara ninguna diferencia con respecto a los años duros de plomo, comisión, y paquete pantalón.  Ni que no se note diferencia, a pesar de que tres de los siete ayuntamientos tengan mujeres presidiéndolos o que de los ocho parlamentarios lanzaroteños, cinco sean mujeres de distintos y distantes partidos.  Y ahí ya las tenemos ejerciendo uno de los grandes errores que han cometido los hombres y han llevado al hartazgo a los electores y al resto de los afiliados de esos mismos partidos políticos: la  duplicidad o más de cargos. Hemos hablado de secretarias generales, de alcaldesas, de presidentas y demás. Son muchos cargos pero sólo parecen muchas mujeres. Son, en cambio las mismas, unas cuantas que se han empoderado a sí mismas para ser el germen de la igualdad al tiempo que le cierran la puerta de reparto de responsabilidades de igual manera a hombres que mujeres. Sin ruborizarse, sacando las uñas, más de gato que de mujer, para arañar todo carguito, privilegio o sueldo sin perder esa sonrisa, o risa/risa, tan femenina.  Me vienen a la cabeza flashes innegables, contundentes: ¿quiénes son la presidenta de PP de Lanzarote, la presidente del Grupo Popular en Arrecife,  concejal en Arrecife y diputada por Lanzarote? No son, sólo es. Y se llama Astrid Pérez. ¿Quiénes son las mujeres que presiden el Ayuntamiento de Yaiza, el partido Unidos por Yaiza y diputada por NC? No son, sólo es. Y se llama Gladys Acuña. ¿Quiénes son la secretaria general insular del PSOE, la alcaldesa de San Bartolomé, la diputada socialista por Lanzarote, la miembro ( ¿o la miembra?) del Comité Federal  del PSOE de Lanzarote, y la aspirante a ser portavoz o presidenta del Grupo Socialista en el Parlamento? No son, es. Y se llama María Dolores Corujo. Un ejemplo sencillo de contrastar y que te lleva al paroxismo si entiendes la política de otra forma, o de la forma que debería ser.

El fallo de la política insular hay que buscarlo en esa incultura general/general instalada de forma vírica en los partidos que enferma al que llega en poco tiempo. Da igual que sea mujer que hombre. El virus, no tratado, se hace con el control en pocos días. Antes de que cante el gallo, ya vemos como esos "superhombres", que no han sido capaces de sobrevivir de otra cosa, empiezan a inocular su veneno antisocial e insolidario, y se puede llegar a situaciones esperpénticas como la del PSOE en las que el secretario general sustituido por su histórica derrota electoral y su antidemocrático gestión interna, con una centralización absurda que aleja a los afiliados de las "misas" de las agrupaciones locales, pase a ser el gran asesor personal de la nueva secretaria general, que reproduce el esquema inquisitorial de aquel y se hace un agujero de simpatías internas que arrastra a más de un tercio de los afiliados que todavía participan internamente. Eso no es un cambio, ni se le espera en esa línea. Ahora, eso sí, mola un montón si uno es el señor o señora que gestiona todo eso y cobra por todo eso. Así de claro. Así de decepcionados y fracasados deberán sentirse los afiliados y afialiadas.

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