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¿Será Cupido?

Los semáforos de Arrecife se han vuelto locos con la llegada del otoño. Aunque ya se sabe que por estas tierras las estaciones no son tantas ni tan claras como en otras latitudes, no se encuentra otra respuesta para explicar lo que les pasa a los "verdeambarojos" de la capital lanzaroteña. Un día sí y otra también, alguno de los semáforos, o todos algún día, o todos los días alguno, se apagan y dejan de funcionar causando una profunda desazón a los conductores, que se ven expuestos a un mayor riesgo por la deficiente regulación del tráfico.

Para el Grupo de Gobierno de Arrecife y para la concejala de tráfico la cosa ni es tan asidua, ni tan grave y "ya se está en ello". Ello, en este caso, es la solución de los fallos de luces que se producen en el semáforo, nada que ver con el Ayuntamiento. Ya hablan de sacar a concurso un nuevo pliego para su modernización y mantenimiento. Aún así, lo que le sorprende al vecindario, sobre todo a los vecinos de Titerroy que ven zonas sensibles de su barrio sin regulación con demasiada frecuencia, es que dejaran de funcionar de un momento para otro y ya no arrancan ni paran coches con los destellos que lo hacían antes. Están que no saben qué pensar.

Algunos no buscan muchas explicaciones, y colocan los semáforos en "el mal de San Vito" que le cayó a esta ciudad con este grupo  de gobierno de socialistas, nacionalistas e insularistas, muy mal avenidos entre ellos, y que son los primeros en decir lo mal que está la ciudad y los últimos en ponerse el mono de trabajo para apencar.

Otros, en cambio, no paran de romperse la sesera para buscar una explicación lógica o esotérica que explique semejante disloque verbenero en los cruces más peligrosos de la ciudad. Creyeron que era por tristeza, por melancolía de los verticales con más autoridad en la carretera, ante la jubilación del que era su electricista de toda la vida. Echaban de menos a Toto, creían convencidos.  Toto les conocía al dedillo, o al alambrillo, en el caso que nos ocupa, y daba con sus dolores y calambres en un santiamén. En definitiva, dicho sin tanto subterfugio, que en Arrecife tampoco quedaban ya electricistas que fueran capaces de diagnosticar y recetar un semáforo en un tiempo prudencial. En esas estábamos, hasta que parece que Toto explicó cómo funcionaban los caprichosos de las calles de Arrecife que ponen verde o rojo a todo el mundo, eso sí, pasando primero por ámbar.  Parecía que la cosa ya estaba resuelta, pero no, vuelven a fallar.

Ahora, después de una exhaustiva investigación por facebook y demás rincones digitales donde los políticos acostumbran a bombardear a los ciudadanos amigos a todas horas, están convencidos de que tienen la respuesta. Que esto es cosa del baladrón de Cupido y sus flechas infectas de amor. Que sí, que sí, que Cupido se ha recorrido las calles de Arrecife, con parada larga en la Concejalía de Tráfico y fuerte descarga de flechas en el lugar, y ha armado esta carajera que tiene al Ayuntamiento medio soliviantado y al personal de facebook que no da crédito.

Al final, todo tiene una explicación, y no siempre es para peor. Ya se sabe que la etapa inicial del enamoramiento viene acompañada de una febrícula que tumba a cualquiera. También a los pobres semáforos de Arrecife, arrastrando a toda la Concejalía de tráfico y otros quehaceres.  Ya lo saben, tengan cuidado, que cuando faltan luces, hay que aumentar la cautela. ¡Cómo se pasa ese Cupido y la puntería que tiene en Arrecife. No hay mandato donde no atraviese a unos cuantos!

¡Felices semáforos y prósperos nuevos amores!

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