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Cada día más mentirosos/as

Después de dos años y medio de matrimonio político en Arrecife, El PSOE y Coalición Canaria, lejos de pasar el periodo de duelo lógico de toda pérdida, se ensalzan públicamente en discusiones que se asemejan a esas que protagonizan las parejas cuando se acaba el amor o se descubre la tercera persona que comparte intimidades con uno de ellos. Es verdad que la familia socialista obligó a CC a casarse a la fuerza con la parienta ideológica de José Montelongo cuando él fue obligado a retirarse de la Alcaldía, el Ayuntamiento y del propio partido por esa cuitas del caso Jable, que le cogió en la Concejalía de Hacienda cuando ocurrieron aquellos casos de presunta corrupción política. Es casi tan cierto como que en este año y medio de Eva de Anta de alcaldesa, el PSOE y CC han dormido casi todo el tiempo cada uno en su  lado de la cama, hablando lo mínimo entre ellos, y poniéndose a parir en cualquier esquina, bajito, primero, y, luego, en todos los medios de comunicación tan alto y claro como pudieron y les estimularon. No fue por amor ni por necesidad, sino por obligación la razón que les llevó a estar juntos en la Casa Consistorial, compartiendo proyecto y ruedas de prensa con tan poca ilusión como capacidad de trabajo y gestión.

Ahora están en el momento de echarse en cara lo malo que era el uno o el otro. Pero de una manera tan subida e ingenua que, quienes no los conozcan, van con el corazón sangrando por la ruptura. Que el desengaño de unos y la pérdida de los otros les lleva a echar sapos y culebras, rayos y centellas por sus boquitas de políticos mientras arman estrategias para garantizar, si no una nueva pareja política, sí apoyos para desfogarse en los momentos más calientes del mandato.

Que a los tres días contados de la escenificación de la ruptura, Victoria Sande salga reivindicado el éxito de haber solucionado un problema que se enquistó al final de la relación y que ambos dijeron que no se podía solucionar a corto plazo, no está nada bien. Más que eficacia, eso deja entrever mucha mala leche. Y si encima la política en cuestión tiene fama de ser más complicada que circular por la zona de los semáforos de Arrecife de un tiempo para acá, pues peor todavía. Se sabe que a Sande lo mismo le da por anotarse un tanto con el trámite burocrático de las inhumaciones que se le escapa un "peo" en su alocución plenaria. Pero estas cosas, tanto una como otra, acaban siempre oliendo muy mal. Así que no estaría de más programar con más tiempo y recoger la cosecha en temporada sin estresar el cultivo en exceso que acaba secándose.

Tampoco Coalición Canaria está para hacer mucho ruido. Querernos vender a estar alturas que se va del grupo de gobierno por maltrato ya no cuela.  Querer ocultar el pacto con el PP para salir del grupo de gobierno, tampoco. Es verdad que la mentirijilla del presupuesto podríamos imputársela a De Anta, que la pobre es tan buena persona que se cree todo lo que le dice Espino  y lo repite sin ni siquiera valorar si es cierto o no. Y ellos ya están en la casilla en la que no importa que sea verdad o mentira, hay que decir lo que nos interesa y repetirlo hasta que la gente no tenga la menor duda. ¿Que es mentira? Qué más da, ellos no quieren una certificación de autenticidad, les vale con que les vuelvan a votar en 2019. Y para eso vale con que el electorado se lo crea. Y como nadie analiza nada. Y como nadie demuestra nada. Y como cualquiera que diga lo contrario de lo que dicen ellos le acusan de ser un vendido a la otra parte y lo repiten hasta que el que denunció la verdad sea visto como un vendido que cuando dijo la verdad estaba mintiendo. Y así hasta la próxima y volver a empezar.

Estamos en estos momentos en la isla ante los políticos más mentirosos de décadas. Mienten por mentir. Están convencidos de que decir la verdad sobre las cosas no tiene mérito. Eso lo hace hasta los borrachos, los niños y los locos. Y, entonces, se meten a crear teorías, argumentaciones y circunloquios para cualquier tema. Y cuanto más mienten, mejores políticos se creen. Y entonces compiten entre ellos para ver quién miente más y mejor. Y quien se la pega mejor al otro/a, cuando este/a venga con una mentira de la que él o ella se defienden con una mentira perfecta que no permita que contraataque el político/mentiroso rival.

No es una broma. Ni fruto de un pensamiento fortuito. Llevo ya tiempo observando cómo políticos y políticas de Lanzarote mienten con absoluto descaro sin necesidad alguna. A cualquier pregunta, contestan evitando la verdad como un gato el agua. Se van corriendo al artificio, al imaginario, y te cuentan una película que ni el mejor guionista de cine les alcanza. Y después se ríen, que es otra de las grandes habilidades de nuestro/as político/as. Ya te pueden ver a punto de un infarto, o ellos o ellas aguantando las ganas de miccionar, que mantienen la boca abierta de oreja a oreja esperando acabar con tus interrogaciones de un ataque de felicidad mal entendido.

Yo, sinceramente, me quedo bobo. Hacer, lo que se dice hacer, la gran mayoría no hace nada. Cobran su buen sueldo, están todo el día de viajitos para allá y para acá, y a contar mentiras y a sonreír. ¡El pueblo que espere, compadre!

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