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Adiós 2017

Se nos va 2017, y este año lo termino muy cansado. Desde mi sofá (como el amigo Victoriano) en mi casa de Berlín, repaso este año, que ha sido muy intenso y apasionante, pero, como no podía ser de otra manera, también con sus sombras y tristezas.

Este año he cogido 118 vuelos, que traducido en tiempo son unos 10 días volando, con lo que podía haber dado dos veces la vuelta al mundo.

He estado en las ocho islas y en diferentes países, y he pasado muchas noches en hoteles. Recuerdo especialmente las pizzas y los Bermejos con Marina, el tatami del Sakura con Enrique, a Clara en Savignyplatz, La pulguita del día en el Circulo de Amistad XII de enero, los desayunos en el Back Factory de Wilmersdorfer con Damián, los leche y leche en la Strava con Jackie, las navidades con Gloria, Judit y Laura, los amaneceres en el Aqua Sport de Costa Teguise, las tertulias en el bar de Juan Ramón en Conil…

Comencé el año como coordinador del Festival Internacional de Música de Canarias. Sin duda, el trabajo más interesante del año. Diseñamos un Festival que trascendió lo musical y lo cultural. Si tuviera que definirlo con una palabra sería “Ilusión”.

A pesar de las deficiencias técnicas y humanas de Canarias Cultura en Red, creamos un proyecto compartido en el que la MÚSICA y CANARIAS fueron los grandes protagonistas.

Conseguimos algo muy importante, demostrar que se puede hacer un Festival de Canarias y para Canarias. Pusimos sobre la mesa todas las deficiencias y la falta de trasparencia en la gestión del FIMC, y situamos al Festival y a la cultura en general en la agenda política de Canarias.

Pero el año dio para mucho más. Tuve tiempo para componer dos obras: “Necuin 28:7” (para orquesta de cuerda, coro y audiovisual, y estrenada en el Teatro el Salinero en 23 de junio) y “Vermiculus” (para flauta, oboe, clarinete, violín, violonchelo, clavicémbalo y electrónica, que se estrenará en 2018).

En septiembre me hice cargo de la programación de la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz, y comenzamos a hacer una programación complementaria y de excelencia, alejándonos de la cultura de masas.

En junio se creó la Fundación de música y pensamiento Nino Díaz, uno de los proyectos que llevaba en mi cabeza casi una década, y que por fin vio la luz en Tías en 2 de septiembre.

Pero no hay blanco sin negro. Nos abandonaron dos de las personas más importantes de mi vida: Lothar Siemens y Harry Sparnaay. Dos profesionales del más alto nivel y dos personas irrepetibles, imprescindibles… Dos amigos insustituibles. Y, por si esto fuera poco, mi padre también se empeñó en emprender ese último viaje hace 15 días…pero por suerte se retrasó su vuelo y continúa en la sala de espera.

Tampoco quiero olvidar a todos esos guillermos que salieron de su escondite y mostraron la patita, y a los medios de desinformación que trabajaron como mercenarios al servicio de quién sabe dios (claro que lo sabemos, pero estamos en Navidad y no queda bien entrar al trapo).

Resumiendo, acaba un año que tanto en lo personal como en lo profesional fue mayormente positivo y constructivo. Y lo mejor de todo: estoy convencido que 2018 será muchísimo mejor.

¡Feliz 2018!

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