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#El8delanzarote

Cada uno se busca, de acuerdo con sus preferencias, su penitencia o su placer para pasar estos días de ocio que nos aporta la cristiana semana de muerte y resurrección del Salvador. Cada persona tiene sus creencias, teorías, fe o pasión y a ello se pone con mayor o menor fortuna, dedicación o fervor. Yo he apostado por hacer un viaje al interior de mi isla, nuestra isla, Lanzarote, rodeado de amigos de la infancia, compañeros de todo lo que se podía hacer en aquel pueblo de Tías de los años setenta del siglo pasado, y disfrutando de nuestra diversidad paisajística, nuestro benigno clima al mejor ritmo que se ha inventado para disfrutar de la cotidianidad, el que nos dan nuestras propias piernas.  

#El8delanzarote se trata, sencillamente, de recorrer nuestra isla durante 8 días, haciendo entre veinte y trenta kilómetros diarios, visitando una treintena de pueblos del interior, correspondientes a todos los municipios menos Arrecife, prescindiendo de las zonas alojativas turísticas de la isla y de las más pobladas, que son donde más tiempo pasamos y que mejor conocemos, aunque no sean, precisamente, de las que más orgullosos nos sentimos.

Se trata de abrir una vía para conocer nuestra propia isla, uniendo senderos, caminos rurales y pequeños tramos de carretera, todos públicos, a pequeños pueblos para que no sea un simple paseo paisajístico sino que se cuente con el paisanaje. Con el territorio y su gente. Que sirva para la doble vertiente de darle una salida con tintes de aventura a nuestros jóvenes, por ejemplo, que pueden estar una semana fuera de sus casas sin salir de la isla, pateándola ( en este caso, caminando y no dándole patadas al mobiliario público) y conociéndola a la que vez que proporcionan ingresos a los pueblos en los que pernoctan entre jornada y jornada, o donde comen, desayunan o cenan. Es un turismo interior de gran atractivo, inexplorado, que puede ampliarse promocionalmente para atraer un turismo distinto, más respetuoso con el medio ambiente y más centrado en nuestros verdaderos atractivos, que nos dan ventajas relativas objetivas. En definitiva, apostar por un desarrollo sostenible, que sería una vía para conservar nuestros pueblos más característicos y los senderos tradicionales. Porque los senderos, como tantas otras cosas del patrimonio público, se mantienen mejor si se utilizan frecuentemente que si se dejan al uso exclusivo de hierbas y correntías.

En #El8delanzarote que yo me hago y que se retuerce en la antigua capital de Lanzarote, la Villa, creando dos anillos, norte ( tres etapas) y centro-sur (cinco) es una experiencia personal, diseñada desde la experiencia de pateo de una década y los recuerdos de mi infancia, vinculada al campo y a lo rural isleño, que comparto con enorme satisfacción con mis acompañantes y sus entretenidas conversaciones durante horas de caminata y observancia. La aparición de los pueblitos, después de conocer de cerca el Parque Nacional Timanfaya, el Natural de Los Volcanes, Paisaje Protegido La Geria, El Jable, el litoral occidental, Las Salinas del Janubio, Malpaís de La Corona, Risco de Famara, es el encuentro de una civilización que no rompe el gratificante disfrute de una belleza singular, curtida a fuego y volcán y por  una erosión permanente de nuestros alisios y aguas tan torrenciales como escasas. Poder ver tanto en tan poca superficie, hace grande lo pequeño; único, lo cotidiano y excepcional la experiencia, compartiendo con más de una decena de lugareños, coetáneos, las impresiones de cada uno. Es mi pasión, no lo niego: me entretiene y me desestresa, me vincula a mi terruño y me permite que el viaje al interior de la isla sea también mi viaje a mi propio interior. Fervor lanzaroteño, con procesión en gama peregrinaje con absoluta devoción a nuestra madre naturaleza insular y sus hijos: mi gente.

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