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No es tiempo de duelo a garrotazos

 

 

Aprender la experiencia de lo vivido es una regla básica de la vida. El continuo aprendizaje nos llega con las situaciones que nos toca vivir. Es obligación recoger aciertos y errores, para saber cómo se deber actuar… Pero parece que a muchos se les ha olvidado esta regla tan simple. Nos hemos instalado en la política de la crispación continuada, en el insulto constante y en la destrucción del adversario. Hay quien parece que aún no se ha dado cuenta de que la situación es tan complicada que lo que menos ayuda en estos momentos es la confrontación.

En el Gobierno Estatal no tenemos muy claro quién es la cabeza visible. La información excesiva y confusa a través de ruedas de prensa y entrevistas, cometiendo el grave error de anunciar sin tener los temas cerrados y, luego pretender solucionarlo con un “donde dije digo, digo Diego”, desdibuja el liderazgo.

Así día tras día, semana tras semana y generando desconfianza, que es lo peor que le puede pasar una sociedad: no tener un mínimo de confianza en los que toman las decisiones.

En el Gobierno de Canarias da la sensación de que no tienen muy claro cuáles son las líneas que se necesitan implementar y tampoco pueden pasar desapercibidos el cese y la renuncia de las consejeras de Sanidad y Educación en plena crisis del Covid-19. En el momento más difícil de la pandemia, se fracturó el Gobierno autonómico que acabó con la salida de ambas.

Que las personas elegidas no eran las más adecuadas para la gestión de la crisis, es lo peor que nos podía suceder a los canarios. En política no hay respuestas inmediatas, y hemos tenido que pasar una grave crisis sanitaria para darnos cuenta de que las decisiones en la elección de las personas responsables de ambas consejerías y sus equipos no fueron las idóneas.

En cuanto a su relación con Madrid, vemos que el Gobierno de Canarias es cada día es más complaciente cuando lo que tiene que hacer es subir el nivel de exigencia.

 Nuestro Archipiélago es una región ultraperiférica dentro del Unión Europea y tenemos nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF) que ha quedado fijado en la Constitución y el Estatuto. Desde tiempos de la Corona de Castilla siempre se nos ha reconocido nuestras singularidades políticas y económicas, amparándonos en nuestra situación de lejanía e insularidad. No hay razón más poderosa que marque a nuestro Archipiélago Atlántico, no se puede tratar igual al que es diferente. Por esta razón, necesitamos ser más reivindicativos en Madrid. Nuestras medidas deben ser diferentes por nuestras circunstancias.

En el Cabildo de Lanzarote, por su parte, se ha instalado el silencio por respuesta por parte del Gobierno y se han olvidado de que en la primera institución es totalmente factible la creación de una mesa multidisciplinar, técnico-política para abordar de forma conjunta y especializada las distintas acciones que se deben implementar en la isla.

Es obvio, que la situación sanitaria no llegó a ser tan dura como en otras islas y, que en general, siempre estuvo controlada, pero no tanto por las acciones del Gobierno insular, sino más bien porque hemos tenido la gran suerte de que aquí las cosas no pasaran a mayores consecuencias.

La realidad es que el Gobierno de la primera institución jamás estuvo en jaque por el Covid-19, lo difícil les viene a hora; una evidente y complicada situación económica viene complicada por varias razones. La primera, porque dependemos del turismo; es el 50% de nuestro de PIB. La segunda, porque necesitamos saber cuál será nuestro grado de endeudamiento y saber qué podremos utilizar de los remanentes del Cabildo insular.

Lo que es obvio, es que los ingresos y transferencias de este año del Cabildo van a bajar de forma drástica. Todos sabemos que la recuperación del turismo será lenta por mucho que se abran las fronteras y el espacio aéreo. También sabemos de las consecuencias que tendrá esto en el sector y todo lo que depende de ello: empleo, siendo de nuevo los jóvenes los más afectados, transporte, comercios…

El panorama es complicado en la isla y, ahora más que nunca, hay que trabajar en conjunto pero esto no depende solo de que tendamos puentes cargados de buenas intenciones. Depende de que todos tengamos la voluntad de querer hacerlo, desde el lugar que nos corresponde, pero trabajando juntos y, como he dicho en tantas ocasiones, en el Cabildo es factible porque somos cuatro partidos: dos gobernando y dos en oposición. Sería tan fácil…, pero cuando se llega al poder cargado con tantos rencores y con tanta ganas de revancha pues todo se hace muy difícil. 

Perder energías en buscar qué se hizo bien o qué se hizo mal, en vez de centrar tus esfuerzos en buscar soluciones a las circunstancias actuales es querer enmascarar tu gestión. Más aún, cuando parte de los aciertos y desaciertos que hayan podido tener lugar han contado con la participación tanto del PSOE como del PP, porque hemos gobernado en pacto con uno y con otro.

Esta amnesia selectiva de querer borrar esta parte y centrar todo en lo que fue y no en los vamos hacer, es propio de un gobierno que no tiene muy claro cuáles son las líneas políticas. Además, se les une la contienda que tienen ambos partidos a nivel estatal, ¿Cómo es posible que pueda mantener este gobierno cuando las líneas estatalistas de sus partidos son tan opuestas? ¿Cómo podrán mantener las reivindicaciones de todos los lanzaroteños y gracioseros ante el Estado sin tener fricciones entre ellos?

Lo que es evidente, es que los gobernantes que se creen autosuficientes y piensan que no necesitan de otros para salir de una situación sobrevenida, no han entendido nada de lo que ha sucedido.

Hoy más que nunca se necesita de todos para salir, con el menor número de golpes, de una situación que nos afecta a cada uno de nosotros.

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