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EDITORIAL ¿Manifestación 24-M? Sí, claro

Los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, arropados por colectivos, organizaciones y plataformas sociales de ambas islas y el apoyo institucional del Gobierno canario, han llamado a la población de estas dos insulas a sumarse a las dos manifestaciones, una en que cada isla, que tendrán lugar mañana, sábado, 24 de marzo, para protestar por la aprobación de las prospecciones petrolíferas en aguas canarias y las formas en las que se ha llevado a cabo este proceso por parte del Gobierno central y ha sido escenificado por el líder canario del PP y ministro de Industria, Turismo y Energía, José Manuel Soria.

Se utiliza así un instrumento social de enorme calado y exigencia para ambas partes para posicionar el “No” de estas islas a las extracciones petrolíferas en el atlántico cercano. Se abre una batalla en esta guerra por el petróleo en la que manda el grueso de la tropa y no las razones o posicionamientos técnicos. Si van a esa manifestación miles de conejeros y majoreros, se refuerza la posición de los del “NO” pero si no se deja una imagen nítida de ese apoyo general, se debilita el posicionamiento de estas islas frente al Gobierno español, que vería así rota la estrategia “enemiga” de que son ellos, el Gobierno, y Repsol los únicos interesados en extraer ese petróleo sin valorar adecuadamente los riesgos que tendrá para el ecosistema canario y también como desestabilizadora del modelo actual, sustentando en el turismo, sector enormemente sensible ante un vertido que dañe sus expectativas de disfrute de sus vacaciones. El reto es enorme.

 

La presencia o no en una manifestación, como en tantas otras cosas en la vida, está sujeta a la voluntad individual de cada persona. Y, por ello, está condicionada no sólo por factores objetivos e intereses generales sino también por la situación personal  y estado anímico de cada uno. Y no son estos buenos momentos para Lanzarote, una isla acostumbrada a tener más trabajo que el que necesitaba, importadora neta de mano de obra durante muchos años, sufre ahora los efectos desgarradores de una crisis que es global pero que tiene dimensiones dantescas en la isla. Con una tasa de paro del 34%, una de cada tres personas en edad de trabajar está oficialmente en paro, lo que convierte a esta masa social en muy vulnerable. Por ello, se da esa reiteración de que  el petróleo creará puestos de trabajo por parte de los del “Sí” y ese empeño también de los del “NO” por dejar claras las bajas expectativas de contratación por parte Repsol y derivados. Es una decisión individual que tomará cada individuo en su casa antes de las siete de la tarde de mañana sábado.   

 ¿Cuál es el negocio? Esa es la pregunta que hay que hacerse, desde un planteamiento colectivo. Atribuyendo un análisis coste beneficios con especial consideración de las deseconomías externas. Aceptada universalmente la opinión de que no se ha hecho de la mejor manera ni en el mejor momento, profundicemos en el escenario que se nos pone. Y es francamente desolador. Canarias tiene una riqueza en su subsuelo que desaparecería en 20 años de extracción y nadie es capaz de explicarnos las ventajas que tiene para Canarias. Se transforma una riqueza material en flujo monetario que no incide en la mejora del modelo económico de unas islas con problemas muy graves. Sólo se nos pone que no producirá problemas, que no habrá vertidos, que no nos preocupemos. Nos aseguran, precisamente, lo que nadie puede certificar y la parte más escabrosa. No se cuantifica ni se prevé unos ingresos extraordinarios para las arcas públicas canarias para convertirse en motor de un cambio de modelo económico porque el petróleo en sí es finito, poco necesitado de mano de obra y ajeno a las formaciones de nuestra gente.

 Parece claro que en este escenario hay que decir “NO”. Con rotundidad y claridad. Alto y claro. Todos. Que sepa el Estado que no somos sumisos ni súbditos sino ciudadanos. Que tenemos derecho a disfrutar de una transparencia pública que diga la verdad y que no actúe de parte interesada exclusivamente. Que sepa que nos jugamos mucho en esta historia petrolera y que, además, se nos exige participar en ella sin derechos en el botín pero como responsables solidarios de las desgracias en caso de producirse. Hay que ir a la manifestación. Apoyamos esa manifestación porque nos preocupa la protección de la biodiversidad, porque desestabiliza nuestra estructura económica con sus riesgos, porque se  da a Canarias muy poco o nada para aprovechar algo tan valioso y porque necesitamos no sólo ser y estar sino también que se nos trate como a iguales.

En este escenario, en este momento, sólo cabe decir “No”. Y lo decimos de forma clara y rotunda: “No a las prospecciones, sí a las energías alternativas”.  ¿Manifestación? Claro que sí.

 

 

  

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