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EDITORIAL En silencio, la ciguatera duele más

En los países con políticos responsables y sociedades maduras, prevalece la información al ocultismo. El miedo a que se sepa la verdad, el temido miedo a la alarma social, no es más que un ejemplo de la desconfianza que tiene el gobernante de los ciudadanos y de su incapacidad para gestionar con eficacia una crisis, del nivel que sea, compartiendo la información con los afectados reales y potenciales. Se cree, y no siempre es así, que el ciudadano se dejará llevar por el riesgo subjetivo que él estime en lugar de administrar el objetivo y real que le proporciona la administración. Entre otras cosas, ayudaría mucho para potenciar la confianza del ciudadano en sus autoridades que estas mostrasen también de forma recíproca esa confianza en ellos. Y se les tratara con el debido respeto, facilitando la información de la mejor manera para que se gestionen las situaciones desde la racionalidad y no desde la ignorancia.

La gran mayoría de la población de Lanzarote desconocía que existía una toxina llamada ciguatera que es altamente venenosa y que ha migrado desde las aguas del Caribe hasta las canarias y se ha consolidado en la vegetación nuestros fondos marinos. Tampoco sabía que esa toxina se acumula en los peces carnívoros de gran tamaño, por ejemplo el medregal de más de 15 kilos, y causa efectos fatales con síntomas agresivos en los humanos si comen esos ejemplares. Por supuesto, desconocía, asimismo, que se han dado, desde hace tres años, 9 brotes en Canarias, es decir, se ha ingerido pescado, siempre medregal, contaminado, y ha producido unas reacciones importantes en los afectados, sin hasta el momento causarse muertes por este envenenamiento. Y, finalmente, no se hubiese enterado de que los dos últimos brotes se han dado en Lanzarote este año y que hay 16 afectados por la ingesta de pescado contaminado por ciguatera en tres restaurantes de la isla. No se hubiese enterado si este diario digital  www.elperiodicodelanzarote.com no hubiese investigado el tema y publicado el pasado domingo y lunes el reportaje en el que se daba a conocer que había al menos tres personas envenenadas por ciguatera al comer pescado en tres restaurantes distintos. A partir de ahí, se produjeron las reacciones y Salud Pública que no había comunicado nada a la población publica una nota de prensa donde da cuentas de los afectados, las posibles causas y los síntomas que produce la toxina en el organismo humano. Hasta ese momento, los afectados sufrían en silencio los efectos de una tal ciguatera venida del Caribe que ataca sin benevolencia y en silencio (administrativo).

 La Dirección General de Salud Pública mantiene un protocolo para que se actúe de acuerdo con el mismo en los centros sanitarios y también colabora con la Viceconsejería de Pesca en un programa de control previo de los pescados descargados en los puertos canarios. Pero tanto Salud Pública como Pesca saben, como la inmensa mayoría de la población de Lanzarote, que entre los miles de kilos de pescados que se consumen diariamente en Lanzarote, hay cantidades apreciables que viene de la pesca deportiva que comercializa de forma ilegal sus capturas con la complicidad de algunos de los cientos propietarios de restaurantes que hay en la isla.

 Conociendo esa realidad y los peligros ciertos que acarrea la ciguatera, mantener en silencio que en enero se produjo un brote con diez afectados que, además, comieron en un establecimiento público, no en sus casas, no parece la menor manera de evitar que se repitan. Tanto lo parece, que a principios de este mes de abril se produjo otro brote, donde ya hay contabilizados seis afectados y podrían haber más. La pregunta parece de cajón: ¿Hubiese habido un segundo brote en abril si se hubiese denunciado públicamente en enero?¿Se arriesga a comprar pescado de gran tamaño un restaurador a un pescador no profesional, de forma ilegal, si sabe que recientemente hubo un envenenamiento por esta causa? ¿Hay la misma probabilidad ahora, con la información sobre la mesa, de que se produzca un tercer brote o es menor de que se produjera un segundo caso al mantenerse en silencio el primero? Nos da, que con la ciguatera, como tantas otras cosas, es una equivocación quererla sufrir en silencio.

 

 

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