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Memoria, orgullo y futuro sostenible





En una reciente visita a un pueblo de Tenerife, me contaba un amigo la historia de la pequeña ermita del barrio donde creció su padre. Al parecer, esta modesta construcción sufrió graves daños como consecuencia de la Guerra Civil Española y de los sucesivos saqueos que padeció durante la posguerra. Unos años después, el abuelo de mi amigo tuvo la iniciativa de organizar una rifa popular para restaurar el pequeño templo, cuyo valor para las gentes del barrio traspasaba la religión. Aquel era un punto de encuentro social, una referencia paisajística por el lugar donde se sitúa pero, sobre todo, un elemento con una importante carga sentimental para muchas generaciones. La rifa salió adelante y con el dinero obtenido se pudo comprar la campana, se pusieron los suelos y se colocaron nuevos portones. “Son esta campana, son estos suelos y son estas puertas que estás viendo”, me dijo señalando con orgullo hacia la ermita.

Cada lugar tiene su historia, por pequeña que sea, y San Bartolomé no es una excepción. Poseemos importantes valores patrimoniales que queremos y debemos proteger, conservar y divulgar. Esta es la razón que nos ha llevado a ir desarrollando, en los últimos años, una serie de acciones encaminadas a hacer de nuestro municipio un referente en Lanzarote de la puesta en valor de la belleza, historia y singularidad.

La inminente aprobación de una nueva ordenanza estética para regular y homogeneizar la imagen de las edificaciones da continuidad a la iniciativa puesta en marcha en la zona industrial para establecer un aspecto coherente con la imagen de la isla. Queremos ser un ejemplo en el cuidado de la marca Lanzarote, articulando los instrumentos a nuestro alcance para lograr un equilibrio entre urbanismo, valores estéticos y medioambientales de la isla.

En la apuesta por el cuidado de esta pequeña casa que es Lanzarote, es necesario seguir buscando respuestas en el debate sobre el modelo económico. Somos poco más de 163.000 personas las que vivimos en una isla que el pasado año recibió a casi 3 millones de turistas, por lo que resulta urgente poner sobre la mesa soluciones valientes que garanticen un futuro sostenible mediante la diversificación y la defensa de la calidad.

Sostenibilidad es también proteger nuestra identidad; de ahí la labor que estamos desarrollando para identificar, inventariar y clasificar los bienes patrimoniales que se encuentran en nuestro municipio. Hace unas pocas semanas, desde el Ayuntamiento hemos encargado la redacción de un catálogo municipal que actualiza la protección patrimonial y refunde las herramientas para la conservación de bienes muebles, inmuebles, manifestaciones inmateriales de poblaciones aborígenes, de la cultura popular y tradicional con valor histórico, artístico, arquitectónico, arqueológico, etnográfico, bibliográfico, documental, lingüístico, paisajístico, industrial, científico, técnico o de cualquier otra naturaleza cultural. De manera paralela, desarrollaremos un programa de participación ciudadana para recoger las propuestas de nuestros vecinos y vecinas en este sentido.

Lo que pretendemos al dar este importante paso adelante es garantizar la máxima protección a aquellos elementos del municipio cuyo valor es incalculable. No podemos mantenernos al margen del deterioro que provocan el abandono o el paso del tiempo, como tampoco debemos mirar hacia otro lado cada vez que se perpetra un atentado patrimonial en nuestra isla. Cada acto vandálico contra un yacimiento, una vivienda histórica o un espacio protegido es un ataque a la herencia que hemos recibido.

Molinas como la de Don Juan Armas, recientemente adquirida por el Ayuntamiento para su recuperación y restauración; viviendas históricas como la Casa de Los Carrasco, en la Florida, en cuya rehabilitación también colaboramos; las eras y aljibes del municipio o las zonas arqueológicas y paleontológicas han permanecido como testigos silenciosos de la historia de nuestro pueblo. Estamos ante verdaderos tesoros cuya pervivencia hemos de garantizar para generaciones venideras. De lo contrario, difícilmente podrán comprender de dónde venimos, quiénes somos o cómo hemos llegado hasta aquí.

Patrimonio es memoria y es orgullo. Decía Milan Kundera que para liquidar a los pueblos “se comienza por despojarles de su memoria”, de tal manera que el pueblo “olvida lo que es y lo que era”. Por respeto a la memoria y dignidad de nuestros abuelos, pero también por responsabilidad con nuestros hijos y nietos, mantengamos con vida este rico patrimonio.

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