Políticos (II)
El año de Dimas
La década de los noventa comenzó en Lanzarote bajo el influjo del reinado de Dimas Martín. Desde su conquista en 1983 de
La transformación experimentada en
- Escrito por Manuel García Déniz
La década de los noventa comenzó en Lanzarote bajo el influjo del reinado de Dimas Martín. Desde su conquista en 1983 de
La transformación experimentada en
Dicen que Sor María Gómez Valbuena es Hija de
No puede ser caridad quitarle un hijo o una hija a su madre y a su padre. No puede ser caridad negarse a declarar. No puede ser caridad seguir guardando silencio, impidiendo que miles de parejas recuperen a sus hijos e hijas, que miles de personas sigan desconociendo quienes fueron sus padres biológicos.
A lo largo de los casi treinta años de profesión, he tenido la oportunidad de conocer a muchos de los políticos de esta isla de Lanzarote. Con unos he tenido más confianza, con otros menos, pero a la gran mayoría los he seguido con interés a través de los periódicos, revistas, radios o televisiones en las que he trabajado desde los años ochenta hasta la actualidad.
Estamos en tiempos de cambio. De cambios profundos, estructurales, de concepción, ideológicos, económicos, tecnológicos. Muchos cambios que se superponen y que nos hacen temer que la lucha ya no es por ser mejores sino para sobrevivir. Sí, para sobrevivir. Parece que no queda espacio para el éxito comedido, para el sostenimiento de lo común, de lo mayoritario, de lo que nos une e identifica. La crisis amenaza a la clase media, la adhesión a los avances tecnológicos se hace imprescindible para no verse apeados hasta de la rutina y las ideologías se desvanecen ante un marxismo muerto prematuramente por sobreexplotación y un capitalismo empeñado en volver al siglo XIX.
Lo único que parece que no tiene fin en España son los recortes. Llevamos cuatro años de temores y 100 días de miedo a vueltas con esta crisis global y la mala puntería de los políticos a la hora de dar en la diana. Recortan derechos, suben impuestos, recortan servicios e inversiones y suben las incandescentes/indecentes listas del paro. Vivimos años de agobio por algo objetivo: la crisis. Pero también por algo subjetivo: el convencimiento de que no se están haciendo bien las cosas, de que se nos quiere llevar a unas posiciones que no queremos y que, además, lo hacen exigiéndonos que paguemos la factura de ese viaje a ningún sitio con nuestro empobrecimiento económico, cultural, social y anímico.
Mientras en Europa y el conjunto de Occidente se miran al ombligo, el mundo está cambiando.
Los países emergentes (los llamados BRIC: Brasil, Rusia, India y China) han seguido creciendo económicamente y perfilan un nuevo escenario internacional.
Entretanto, los países de
¡Es lo que los mercados mandan! – nos dicen. Y como corderitos, bobos de nosotros, asentimos.
¡Falso! Porque ¿qué son los mercados sino los sistemas capitalistas de producción? Dicho de otro modo, son tácticas y formas de especulación. Y los talentos que dirigen estas operaciones son, ni más ni menos que especuladores, personas que tienen nombres y apellidos. Casualmente, los que han provocado la crisis y ya sabemos todos que a “río revuelto ganancia de pescadores” Aunque aquí los únicos que pescan en este río al que llaman tan groseramente crisis son estos poderosos señores.
Cuando las cosas se ponen feas, las personas nos hacemos más cautos. A veces, simplemente, más miedicas. Olvidamos los sinsabores del pasado cercano y comenzamos la loa inacabable de todo lo bueno que teníamos antes, antes de ahora. Hasta hace poco, esa loa se refería a aquellos años en los que vivíamos sin turismo, esclavos de la tierra y el mar, de la lluvia y los vientos, de la gallina, la cabra, los chícharos y los tollos secos. Hasta hace unos años, antes de esta crisis, mientras recibíamos un buen sueldo del sector servicios y la construcción, que cabalgaban a sus anchas por esta islita de unos 800 kms2, nos gustaba regodearnos en nuestro pasado tan poco contaminante como mísero. Nos parecía una bendición poder echarnos al sol encima de la albarda de la burra, venir con las alforjas llenas de hierba para los animales e ir al litoral a calar para traer unos pescaditos para comer frescos y jarear.
Cada cinco años, pasa. Y no me refiero a las Fiestas Lustrales de
La coincidencia en el mismo día, ayer, del conocimiento de los datos del paro registrado del mes de marzo y de cómo afectará a Canarias los recortes anunciados por el Gobierno de Rajoy agravó la preocupación que se tiene de la situación del Archipiélago y sus expectativas de futuro. Se pinta un panorama desolador que alcanza niveles inimaginables cuando se ve qué papel quiere jugar el Gobierno de Canarias. Las declaraciones de ayer eran más propias de plañideras que de altos directivos públicos que son lo que son y por lo que cobran. La angustia ante la dificultad se agrava al ver la poca consistencia del planteamiento regional. Ese es un dato.
El próximo domingo, día 8 de abril, el que fuera en sus buenos tiempos, y a la vez, senador, diputado regional, alcalde de Teguise, consejero del Cabildo y otras muchas cosas más y ahora es un condenado requetecondenado celebra su cumpleaños. Sí, en plena Semana Santa, en domingo de Resurrección, Dimas Martín Martín cumple sus 64 años, los que distan de aquel año de 1948, fecha en la que nació en Yaiza, aunque fuera en Teguise, en 1983, cuando empezó su periplo político y diez años después, 1993, el de sus condenas por decisiones tomadas en el ámbito público.
No sé por qué me está dando la sensación de que nos estamos quedando solos ante el peligro del petróleo. Me refiero a Lanzarote y Fuerteventura, que respondieron de forma contundente con esas manifestaciones del día 24m y con la reacción también en la vía judicial por parte del Cabildo, arropado por la mayoría de la ciudadanía y en estrecha colaboración con casi todos los colectivos sociales. Sabemos que están en el bando del sí el PP y el gobierno español, a pecho descubierto, sin atender a reparos legales ni a exigencias protocolarias y democráticas. Eso está claro y se agradece. No hay peor enemigo que aquel que se vende como amigo. Pero echo en falta cosas y algunas me huelen mal.