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A Burgos, entre sementera infinita y vides

Cinco días de caminatas para conquistar Nájera, Santo Domingo de La Calzada, Belorado, Atapuerca y, finalmente, la ciudad de Burgos

El Camino de Santiago, desde Lanzarote (VI)

 Nos vamos a Burgos, entre parras infinitas y sementera de todo tipo. Ver un mar de arvejas, alguien de Lanzarote, donde apenas se plantaban cuartillos y en morros marginales es una experiencia casi religiosa. Trigo y cebada se expande a sus anchas por la Castilla que vemos ya desde la provincia de Burgos. Pero primero toca recorrer La Rioja. Y lo más inmediato es salir de Logroño, una ciudad que te engolosina con arrullo del Ebro que la atravieza y con sus manjares tan bien rociados de un vino tan abundante como bueno.

 JORNADA HASTA NAJERA, CERCA DE 32 KMS EN MÁS DE OCHO HORAS DE CAMINATA ENTRE VIDES Y BAJO UNA INTENSA LLUVIA. Parece que la lluvia nos quiere dar la bienvenida, como ya hizo el año pasado en Los Pirineos, y nos acompaña en la primera caminata entre Logroño y Najera. Con intensidad variable, el agua nos obligó a meternos en el impermeable y avanzar entre los viñedos bajo la lluvia. No nos importa. Es realmente espectacular primero el parque de la Grajera y después el embalse del mismo nombre para dejar atrás la zona urbana de Logroño y adentrarnos, sin más rodeos, en los infinitos viñedos de La Rioja. Empezamos a saludar a peregrinos de medio mundo que descargan todo el español que hablan en el autómata saludo: "Buen Camino". Con acento japonés, inglés, chino, coreano, brasileño, noruego, sueco, flamenco, italiano. Es una pasada. Creo que el Camino de Santiago es el único sitio del mundo en el que en una mesa de un albergue se pueden sentar a comer al mismo tiempo, norteamericanos, canadienses, sudafricanos, italianos, alemanes, nórdicos, franceses y australianos y españoles. Llegamos a Ventosa y allí un pequeño restaurante nos hizo las delicias con un buen arroz y un vino de la bodega local Alvia, que estaba tan bueno como barato. Llegamos a Najera ocho horas y media después de salir de Logroño. Y seguía lloviendo. Las cepas que ya estaban brotadas recibían el agua sin quejarse. Nosotros también.

UN MAR DE CEREALES A LAS PUERTAS DE CASTILLA. Aunque estamos en La Rioja, entre Nájera y Santo Domingo de la Calzada, separadas por cerca de 23 kms, ya mandan las grandes extensiones de cereales frente a las parras, que van perdiendo protagonismo a medida que nos acercamos a la Comunidad de Castilla y León. Impresionantes las inmensas extensiones cultivadas de cereales. Caminar por estos caminos tan históricos y llenos de aventura son también un mar de sorpresas. Caminamos hacia la bonita ciudad de Santo Domingo de la Calzada, en cuya iglesia hay un gallinero con una gallina y un gallo vivos que pronostican suerte si cantan durante la misa, rememorando una leyenda local en la que una gallina cantó después de guisada. En fin, leyendas que hacen historia.

REDECILLA DEL CAMINO, LA PUERTA DE CASTILLA. Salimos pronto de Santo Domingo de La Calzada, sobre las 6:45 para acabar la jornada en el pueblo de Belorado. Dejamos atrás La Rioja para entrar en Castilla y León, a través de Burgos. En Grañón, último pueblo riojano del Camino, desayunamos en compañía de una decena de peregrinos de variada procedencia y gustos. Acto seguido, afrontamos el repecho que nos lleva a Redecilla del Camino, la primera población de Burgos y de Castilla que pisamos a paso ligero. Entre latifundios de cereales y la carretera N-120 seguimos caminando en busca de Belorado. La carretera se nos hace interminable, a pesar de que la ruta de hoy apenas tiene unos 23 kms, pero aprieta el calor y no se ve el pueblo por níngún lado. Al final, después de adelantar a decenas de peregrinos que resistían con menos éxito el calor que nosotros, aparece Belorado, en una grieta del terreno que podría llamarse barranco, aunque lo recorre un río. Tarde inolvidable y tranquila en este pueblo pequeño, antiguo pero entrañable. Después de casi seis horas de camino, la ensalada fresca y la carne a la plancha supo a manjar. Todo ello acompañado por un buen Rioja.

EN BUSCA DE ATAPUERCA Y LA EVOLUCIÓN HUMANA. Salimos de Belorado convencidos de que sería una jornada sencilla, corta, pero de forma voluntaria e involuntaria alargamos la ruta de los 28 kms iniciales hasta los 38. Voluntariamente porque decidimos alojarnos en Atapuerca, que está a unos tres kms. de Agés, que era el final de la etapa, pero en la que no encontramos hospedaje. Los restantes siete kms. de más tienen menos explicación: por ir haciendo el indio a primera hora de la mañana, se nos pasaron las numerosas flechas que señalan el camino y nos vimos caminando durante más de una hora entre cereales hasta que en una autovía, una señora desde su coche en marcha nos hacía señales de retroceder. Le hicimos caso en busca de las flechas amarillas, que aparecieron después de desandar el inmenso trigal que recogía aquel cañón. El desayuno en Tosantos nos supo a gloria. En Burgos, y después de tierras y tierras inmensas de cereales, agradecimos que en Villafranca nos llevara el Camino hasta un bosque en Montes de Oca, que nos ocupó durante unos trece kilómetros, después de subir un intenso pero corto repecho. Salimos del mismo más de dos horas más tarde en San Juan de Ortega, donde una cerveza y un bocadillo de tortilla obró el milagro de ponernos de nuevo en marcha. Llegamos a Agés y de allí partimos para Atapuerca, un pequeño pueblo con más bares casi que casas, que es referencia mundial por los yacimientos del mismo nombre. Cansados, después de casi diez horas de caminata, nos alegra saber que mañana llegamos a parte urbana de Castilla, la ciudad de Burgos, y gracias al esfuerzo de esta etapa estamos a apenas 20 kms. de su Catedral, el nuevo Museo de la Evolución y de su dinámico casco antiguo. Apetece ya un poquito de ruido urbano.

PUESTOS AMBULANTES PARA SACIAR LAS NECESIDADES DEL PEREGRINO. El Camino de Santiago transcurre por muchos pequeños pueblos de la vieja Castilla pero en la comunidad autónoma más extensa de España, algo así como nueve veces el territorio canario y apenas medio millón más de habitantes, hay grandes recorridos que se hacen sin pueblo alguno alrededor. Por eso no es raro encontrar puestos como el que nos ocpupa, que se encuentra en pleno Monte de Oca, el mismo en el que los bandidos en el pasado asaltaban a los peregrinos, y que se llama Oasis del camino. Te ofrece agua, refrescos, cerveza y frutas y deja que seas tú quien libremente le haga la aportación que estimes pertinente por tu consumición. No todos son así, pero a veces son un respiro en medio del cansancio, llagas, fatigas y reflexión tan propios del camino.

DE ATAPUERCA A BURGOS. En poco más de cuatro horas, recorrimos los veinte kilómetros que separan Atapuerca del centro de la ciudad de Burgos. Apenas dejamos atrás el pueblo, las flechas del camino nos obligan a subir un Alto coronado por una gigante cruz para, después, dejarnos en el repetido paisaje cultivado de cereales. Desayunamos en Villalval, en el bar de la entrada, que estaba lleno de peregrinos y donde saludamos a muchos que ya íbamos conociendo. Seguimos entre plantaciones de cereales hasta casi las puertas de la ciudad. Primero rodeamos el perímetro del Aeropuerto de Burgos, después cruzamos su zona industrial para llegar, luego, al río Arlanzón, y su esplendoroso verdor de árboles y matorrales. Siguiendo su orilla y las flechas amarillas llegamos al mismísimo centro histórico de Burgos. Cruzamos el recargado y escultural Puente del Cid y acabamos al lado de la impresionante catedral de Santa María, de arquitectura gótica, y Patrimonio de la Humanidad. Toca conocer la ciudad antes de proseguir el camino.

SEÑALES Y SIMBOLOGÍA DEL CAMINO DE SANTIAGO. A lo largo de todo el camino, desde Francia a Santiago de Compostela se dan muestras de su milenaria historia y de sus fundamentos religiosas. La inmensa cruz que hay en el Alto de Atapuerca sólo es una pequeña muestra. Se encuentran muchísimas cruces pequeñas con flores y fecha que atestiguan la muerte del peregrino en lugar señalado. Son muchas las personas que recorren el camino simplemente por ocio, deporte, aventura o simplemente como un entretenimiento. Pero también hay muchos que mantienen el arraigo a las convicciones religiosas y no dejan de visitar y rezar en las incontables iglesias que se presentan en los pueblos más insospechados. Castilla es ancha pero los campanarios, con cigüeña incluida, dan fe de su estrecho vínculo desde tiempos inmemoriales con la iglesia y con Dios.

Estamos en Burgos, una ciudad que visito por prímera vez y que, a primera vista, me sorprende con su espectacular catedral, plaza, zona vieja y nueva. Pero eso ya es otra historia que dejamos para la próxima historia. Que Burgos, la ciudad, bien se merece ser cosa aparte.

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