La portavoz del Grupo Socialista en el Cabildo de Lanzarote, Ariagona González, parece que está dispuesta a ganarse la subida de sueldo que ha tenido de consejera, gracias a la generosidad del presidente consigo mismo y el resto de sus compañeros de pupitre plenario. La mujer, que tuvo que zafarse del Congreso de los Diputados por la voluntad de su jefa de filas, la secretaria insular María Dolores Corujo ( ¿O vuelve a ser Loli Corujo?), de acudir ella misma como cabeza de lista provincial, demuestra contundencia ante un presidente que no se sale de sus consabidos poses de marketing y relación apresurada de promesas. Además, tiene la costumbre de contar las obras, que encima vienen necesariamente del anterior mandato en los primeros cien días, como si se trataran de gestas. Tiene muy asumido su papel de mago. No de Rey Mago, que es lo que quiere aparentar, sino de mago de truco barato y feria de tercera. Aquel que hace una cosa pero quiere que el público vea otra. Que mete un pañuelo en el sombrero y saca un conejo de la chistera. Y, claro, estás cosas dan risa porque todos sabemos que la magia es eso: engaño. Si se hace como espectáculo es todo un arte, pero si hace en política es una mera maniobra de distracción cuando se es incapaz de afrontar los problemas de verdad. Y, en ambos escenarios, suena a ridículo cuando se descubre sobre la marcha lo rancio de la habilidad y el propósito de engaño.