Al director de Lancelot TV y de la tertulia “Café de periodistas” de ese mismo medio, Jorge M. Coll, se le ocurrió el pasado viernes hacer un debate sobre el futuro de La Geria y contar con agentes del sector y con quien firma este artículo para escenificar las necesidades de la zona, su historia y su futuro, visto por personas que conocen el espacio y su dificultades. El desconocimiento es tan grande que solo es comparable a la belleza objetiva y el atractivo que ejerce en cualquier persona que la conozca. No es raro, y hasta comprensible, que algunos turistas se despachen a gusto diciendo que La Geria es obra de César Manrique, el genio que aparece con rótulo y libro en cada esquina en Lanzarote. Más raro, hasta rayar lo esperpéntico, es que el propio Gobierno de Canarias, en la ley de espacios naturales de 1987 se atreviera a calificarla de Parque Natural, como si la naturaleza por sí misma se dedicara a hacer paredes socos de piedra seca, hoyos y buscar esquejes de parras de malvasía para plantarlas, estercolarlas, azufrarlas y vendimiarlas en tiempo y forma. Si ya descartamos que fuera César Manrique o la naturaleza quiénes crearon el valle más fértil y verde de Lanzarote en un campo de estéril de rofe, lapilli, o arena fina expulsados por las erupciones volcánicas, ¿Quiénes nos quedan para atribuirle semejante obra titánica? ¿Acaso queremos decir que fueron analfabetos agricultores, armados con palas, camellos, marrones y paciencia y fe quienes se rebelaron contra el destino y buscaron la tierra donde la habían dejado antes del salvaje y brutal ataque natural? Pues sí, esos mismos.