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LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Siempre es el viento, el endemoniado siroco que nos altera y nos trastorna. Son ellos, ahí estaban, a las puertas del Cabildo soñado. Están felices, recién llegados, en primera fila, en representación de ocho partidos, junio de 2015. Venían con el propósito de cambiar el mundo pero el mundo les ha cambiado a ellos. Han pasado sólo cuatro años pero ya parece que han pasado cuatro siglos. Desde la izquierda hacia la derecha,  Carlos Meca, Podemos, caído en apretada lucha interna orgánica. Benjamín Perdomo, Ciudadanos, resbalón interno, por un mal apoyo, con muy mal pronóstico. José Juan Cruz Saavedra, PSOE, muerto antes de nacer. Fue candidato en contra de la voluntad de quienes le obligaron a hacer, con los ojos cerrados, la política que ellos querían hasta quemarlo. Devuelto a Tías por uso defectuoso. Pedro San Ginés, CC, diez años de presidente inesperadamente. Los que querían quemarle en el infierno se van dejándolo en el País de las Maravillas de Alicia (o de las alicias que están por venir).  Manuel  Cabrera, PIL, se convenció de que el PIL era él hasta el punto de que tuvieron que echarlo para demostrarle lo contrario. Cambió un liderazgo seguro  por un protagonismo personalista que le botó a las puertas del éxito. Saray Rodríguez,  PP, llegó, vio y se volvió. No le gustan ni los fantasmas ni los angelitos. Sufrió oposición, tocó gobierno y garantizó inversiones del Cabildo en Tías, su gran proyecto presente y futuro. Promete no volver a traspasar el paredón blanco, políticamente, en mucho tiempo. Tomás López, Somos, y dejó de ser. El hambre política (y de cargos, todo sea dicho) de Borja y Paula le dejó en tierra de nadie, con una pierna  en el Podemos post Meca y la otra en el Somos pre Nueva Canarias. Decidió coger los bártulos y mandarse a mudar. Vendrán (o no) tiempos mejores. Por el momento, voló también. Juan Manuel Sosa (Nueva Canarias), le dijeron que diera un paso al frente y se puso detrás del presidente.  Perdió la cabeza pero salvó lo otro. Está más fresco que una lechuga con el quinto puesto que le ofrece CC detrás de San Ginés. Se lo ha ganado a pulso y vuelve donde siempre estuvo, en CC, hasta que se enfadó y se fue. Y, ahora vuelve, en edad de jubilación,  desde su Ítaca particular, San Borondón, para sentarse a la diestra de su protector. En las filas de atrás, también la ventolera ha sido fuerte. Ya, antes de que decidan los electores, muchos han salido volando a otros destinos o regresan a casa. Para todo eso y más,  dan cuatro años de vida palaciega en la corte insular.

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