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¡Yo, también, coño!

Como si les diera vergüenza llamar las cosas por su nombre, como si huyeran de manifestarle cariño a nuestra tierra, los gobernantes del Cabildo de Lanzarote, promocionan un proyecto más que aceptable detrás de dos palabras en inglés delante del nombre de nuestra isla: "We Love Lanzarote". Pero qué es lo que pasa. Entendería que una campaña que va dirigida a la población residente, con el claro propósito de crear puestos de trabajo, conservar nuestros espacios naturales y hasta potenciar la autoestima local tuviera ciertas referencias amazig (guanches, para los lanzaroteños de primera generación) o expresiones más recientes, de uso coloquial, en su denominación. ¿Pero qué es eso de "We Love Lanzarote"? ¿Nos da, acaso, vergüenza, decir "Nosotros queremos Lanzarote" o "Nosotros amamos Lanzarote" o, ya cuesta abajo y sin frenos, "A nosotros nos pone Lanzarote"? ¿Realmente es más cutre o más cursi decirlo abiertamente, sin tapujos y sabiendo que todos lo entendemos así? ¿We Love Lanzarote? ¡Yo, también, coño! Pero digámoslo claro, sencillo, y en el español. Venga Manolo, Pedro, Saray, Sosa, repitan conmigo: Nosotros queremos Lanzarote, Nosotros amamos Lanzarote, Nosotros queremos Lanzarote, Nosotros amamos Lanzarote, Nosotros... Así mil veces. Mil veces más si alguno se avergüenza, se pone rojo o se le escapa "We Love Lanzarote".

Sinceramente, ya puestos, y conociendo el perfil de los trabajadores demandados y de los trabajos a realizar, yo le hubiese puesto de nombre a la campaña algo así como "Nosotros nos rompemos el pecho por Lanzarote" o "Lanzarote, el sudor de nuestra frente", "Sudor Conejero" e, incluso, "Nuestros abuelos lo crearon, nosotros lo mantenemos". Hay otro también que pegaría a estas alturas de la película : "Las elecciones, a la vuelta de la esquina", pero, por su evidencia, ya sería más difícil colárselos a los políticos, que negarían cien mil veces esas sibilinas intenciones.

Aunque parezca una bobería, los dos párrafos primeros son imprescindibles para que pueda concentrarme en los tres siguientes en el contenido del proyecto. Después de desahogarme contra ese abuso del inglés, posiblemente de aquellos que ni siquiera hablan inglés más allá de los cuatro palabros que aprendieron obligados, ya entro en el fondo de la cuestión. Y lo hago con la misma sinceridad y apasionamiento, esperando incluso más de la iniciativa de lo que los propios protagonistas buscan:  "Campaña que pretende fomentar la empleabilidad y embellecer la isla y -a la par- apelar al sentimiento de pertenencia y hacer partícipe a la ciudadanía en su protección y conservación". Eso dicen y me suena ahora mejor. Hasta me gusta y entronca mucho con lo que he venido diciendo aquí desde hace mucho tiempo. Que, vaya usted a saber, a lo mejor hasta queriendo, pero sin saberlo, les he ayudado a verlo. De lo cual me alegría un "egg", ¡vaya, yo también!

En este proyecto hay dos variables enormemente significativas. De las que no sé si son conscientes los promotores pero que, para el caso, no tiene mucha importancia su intencionalidad. Lo importante es que lo hagan. Por una parte, se sabe que el paro tiende a convertirse en estructural en un porcentaje importante de desempleados que, por deficiencias formativas, edad o estímulos, es incapaz de traspasar la frontera imaginaria, pero dura, del subsector de la construcción, desinflado con la crisis, al subsector turístico, principal motor de la economía insular. En cambio, por razones culturales, unos, y por razones de equiparación, otros, podrían encontrar salida laboral en estas tareas con suma facilidad e, incluso, con una formación mínima, buscarse "los garbanzos" (¡vaya, todo muy rural! para el resto de su vida laboral en estas actividades. O sea, abrir esta puerta tiene su recorrido alternativo para dar respuesta a la amenaza de enquistamiento de la costra más dura del paro.

Por otro lado, me parece una excelente idea que los poderes públicos trasciendan de los márgenes de las carreteras, abandonen las cunetas y metan personal y recursos en la conservación de nuestros espacios naturales. Y lo dijo por sus valores intrínsecos, pero también por su enorme peso en los atractivos de esta isla. Son parte fundamental de la imagen de Lanzarote, de su singularidad y tienen un valor incalculable que exige que se proteja y conserve más allá del necesario aparataje legal y vigilancia de su cumplimiento.

Pienso, como mínimo, en el Paisaje Protegido de La Geria. En la imperiosa necesidad de poner recursos para conservar los hoyos y sus socos, y su arena donde están, impidiendo que se lo carguen todo en pro de una rentabilidad individual, parcelaria, que nunca llegará a rentar al alto nivel que lo hace de forma colectiva como paisaje extraordinariamente bello, único, fruto del trabajo imaginativo de unos "analfabetos" locales que se convirtieron en los mayores genios al transformar un mísero reducto de montañas de ceniza volcánica en un vergel de parras, vino y contrastes. Ellos hicieron lo difícil: imaginarlo y crearlo. Ahora, nosotros, solo tenemos que hacer lo fácil: conservarlo. Y ahí no se puede fallar. Probemos de nuevo, para ser más justos: no podemos seguir fallando. Hay que crear un ejército de trabajadores que conserven nuestros espacios naturales, un ejército bien pertrechados de sachos, rastrillos, tijeras de podar y demás instrumental para echarle una mano a quien ya no le ve rentabilidad individual a su finca y desiste. Salgamos al campo de batalla, juntos, con ese montón de recursos que dejamos escapar todos los años y aquellos otros que nunca pedimos y pongamos bonita nuestra tierra y felices a toda esa gente nuestra que tiene un potencial tremendo y que ahora sólo aparece en las listas del paro.

Lo reconozco, me he ilusionado. Si son capaces de ver las cosas de  otra manera, no está todo perdido, aunque lo tengan que decir en inglés. Yes, We can! ¡uy, si con la emoción me quedé hablando inglés!   

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