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¿PUEDE UN TRABAJADOR QUE NO HACE NADA EXIGIR QUE LE PAGUEN COMPLEMENTO DE PRODUCTIVIDAD?

La administración pública en general, donde el presupuesto no es de los políticos que las gestionan (aunque muchos sí consiguiendo que una parte acabe siendo de ellos), presenta tal confusión entre derechos y mala praxis que casi nada nos extraña ya.

Y, además, sabemos que es mucho peor a medida que se desciende en el escalafón y los controles son inexistentes. Así se pueden dar casos realmente irrisorios. Irrisorios pero muy frecuentes. Ese es el caso del complemento de productividad, que tenía como objetivo incentivar al personal a hacer más tareas y hacerlas mejor para conseguir anualmente unos ingresos extra. Pero se llega al absurdo de que un empleado público que lleva dos años tocándose, bueno, sin hacer nada por voluntad propia. Ya saben, acuden a su trabajo, encienden el ordenador y se dedican a navegar con absoluta libertad. Cuando se cansan de semejante diversión, sacan los apuntes y se dedican a estudiar los temas del próximo examen del curso o grado que estén haciendo. O sea, que no hacen nada para la administración que trabajan. Encima como están en un departamento de esos que se crean para vestir al grupo de gobierno de falsa sensibilidad con temas acuciantes de los vecinos, pero no tiene funcionalidad  alguna, pues nadie se interesa mucho por el personal. Ni se le dice nada, por si acaso se enfada y se da de baja y ni va. Pero por lo menos, un empleado así tendrá claro que su productividad es menos que cero, porque no ha hecho nada. ¡Qué va! Lucha como un jabato porque se le reconozca su productividad, y como tiene tiempo en la plaza, sabe cómo funcionan los políticos. Y como tiene todavía más tiempo libre en sus horas de trabajo, se recorre todos los despachos de jefes, políticos y supervisores varios exigiendo que se le dé el complemento. Lo más gracioso es que lo consigue y todo. Y lo más desafortunado es que, a  veces, se le va la mano. Claramente, situaciones a corregir. Pero sin una clase política honesta y responsable es imposible que no acaben traspasando esos vicios también a los empleados y funcionarios. Ya tenemos muchos ejemplos pero no aprendemos. Así que la productividad que tenemos es esta.   

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