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SUELOS MÁS PROPIOS DE UN CHIQUERO QUE DE RESTAURANTES

La actividad de la restauración se ha adueñado de muchos espacios públicos con el propósito de atender la demanda de los clientes de estar al aire libre.

Pero el afán empresarial mal entendido, el egoísmo de algunos negociantes, puede tirar al traste con esa buena iniciativa. Por una parte, está bien que se pongan mesas y sillas en las avenidas pero ya no está tan bien cuando se llena de mesas y sillas y se hace difícil compatibilizarla con otras actividades. Mucha gente que se queja de que en la Avenida de Playa Honda no se deja circular con bicicleta, porque dicen que hay tramos muy estrechos y, en cambio, precisamente en esos tramos se permitan inauguraciones de restaurantes sin apenas local, con más del 90% de sus mesas y sillas en la Avenida. Así lo que parece es que se prefiere que la Avenida se convierta en un mercado persa en lugar de un espacio de ocio de primer orden, donde se pueda caminar, pasear, y tomarse algo sin molestar uno a los otros. Y habría que ver cuánto pagan, si pagan, por el uso privativo de un bien público, como son las avenidas.

Por otra parte, no estaría de más, si no es mucho molestar, que el Ayuntamiento de San Bartolomé obligue a limpiar el espacio público a quienes hacen un uso privativo de él. Los suelos de las terrazas de los restaurantes de Playa Honda parecen más propios de un chiquero, de un corral para cerdos, para que no quede duda, que de un espacio para comer las personas. Las fotografías que acompañamos son un buen ejemplo.

Cuando lo público se deja en manos de algunos privados, ¡y mira que están privados!, sin la más mínima exigencia ni supervisión ya no estamos hablando de derechos de uso sino de claros abusos y privilegios.  ¿Se contemplará un número máximo de mesas y sillas y proporcionados al total del establecimiento? ¡A qué no! ¿Se hará pagar de acuerdo con la rentabilidad de la zona? ¡A qué no! ¿Se limpiará? ¡A qué no!

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