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“SON SERES VIVOS, LOS INMIGRANTES SON SERES VIVOS”

A veces, uno habla y no es consciente de lo que está diciendo exactamente. Ayer, en Crónicas Radio, el concejal de CC del Ayuntamiento de Arrecife Jacobo Lemes, en su afán de resaltar la crueldad del trato que recibían los inmigrantes por la dejación de funciones del gobierno central y la Unión Europa, en un tono lastimero, decía que había que tener en cuenta que “los inmigrantes son seres vivos”. Parecía que fue un lapsus, pero volvió a repetirlo al rato. Y otra vez repitió que hay que tener en cuenta que “los inmigrantes son seres vivos”.

Con casi toda seguridad, lo que quiso decir es que los inmigrantes son seres humanos. Ni más ni menos que como nosotros. Pero el hecho de que recalcara tanto lo de “seres vivos” nos lleva a creer que Jacobo tiene una hipersensibilidad con todo lo biológico y piensa que se merece el mismo trato una embarcación llena de palmeras (que también son seres vivos) o de gatos (que son seres que también están vivos y hasta coleando) que los humanos africanos que vienen de nuestro continente de referencia geográfica. Es verdad que la nueva ley de defensa animal da muchos nuevos derechos a los animales, pero todavía hay diferencias entre los distintos seres vivos, ya sean plantas, animales o personas. Y los inmigrantes, como nosotros, son personas. Ampliar el foco, con términos que incluyen otras especies, o cerrarlo a razas, por ejemplo, va en contra de los derechos fundamentales de las personas. Estoy convencido de que fue un lapsus, pero también sé que los lapsus hay que corregirlos. Porque es una pena que pudiéndose decir palabras tan habituales como son humanos, personas u hombres y mujeres que utilicemos términos menos frecuentes y menos concretos.

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