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¿POR QUÉ LOS ECOS DEL CARNAVAL EN AGRAMAR RETUMBAN EN UNA PARCELA DEL REDUCTO?

La decisión del Ayuntamiento de Arrecife de concentrar parte de los actos del carnaval en las instalaciones de lo que fue la conservera Agramar, en la zona del puerto, ha venido acompañada de comentarios varios. Algunos entienden que ha sido precipitado y que todavía este año pudo haberse celebrado en el recinto ferial, como años atrás, que sigue estando como estaba de vacío, a pesar de su entrega al Cabildo para construir ahí, no se sabe cuándo, el Palacio de Congresos tan deseado como olvidado. Pero allí, en Agramar, ya está todo preparado para dar comienzo el carnaval, con una relación contractual con los propietarios que no se conoce del todo bien.

El empeño del concejal de Festejos echedey Eugenio de celebrar sí o sí el carnaval en Agramar y manifestar por activa y por pasiva que es el mejor lugar del mundo mundial para estos actos, algunos lo han interpretado como una apuesta clara del edil nacionalista por posicionar este espacio como el futuro recinto ferial, después de un acuerdo con los propietarios, que son las mismas personas que gestionan el transporte público colectivo, las guaguas, en Lanzarote y también propietarios de la parcela que está entre el edificio Siglo XXI y los Almacenes de los Betancores, que son propiedad del Ayuntamiento. La cosa es que se dice que presuntamente el mejor acuerdo para ambas partes, propietarios y Ayuntamiento, para darle solución a las aspiraciones de las partes, no sería la compra pura y dura de ese espacio por lo que marque la tasación correspondiente.

 Se habla de que la historia está presuntamente girando en torno a la hipotética permuta a través de la cual el Ayuntamiento se quedaría con la amplia parcela de Agramar para montar allí su “quiosco festero” de forma permanente y, a cambio, cedería la parcela de los Betancores a los propietarios para ganar volumen edificatorio y poder aprovechar una parcela que ahora está bloqueada, unirla a los Betancores y construir allí un edificio. El juego a tres bandas parece que se mueve en ese ámbito. Y no parecería mala solución si las transacciones se hacen con la debida valoración tanto de las parcelas como el impacto económico que tendría para los propietarios el supuesto acuerdo. En la zona de El Reducto, cerrar esa zona con la construcción de un buen edificio residencial, no sería una mala solución. Tampoco que el Ayuntamiento tuviera una zona amplia definitiva para las fiestas.

Lo que diferencia un buen acuerdo de estas características y un pelotazo es si se hacen los cálculos bien o no. Si las tasaciones y valoraciones del impacto son los adecuados y hay, en caso de valer más la cesión de los Betancores que la parcela de Agramar, la correspondiente transacción económica que equilibre los valores del  privado y de público, podría ser una solución. También cabe que se saque a subasta pública la parcela de los Betancores y que la compre el que más interés tenga y con eso dinero comprar la parcela de Agramar. Soluciones hay y lo que es cierto es que de eso se está hablando. Por el momento, solo hablando.

La debilidad de todo el proceso es algo que se pudo ver inicialmente como una fortaleza. El hecho de que el concejal de Festejos, Echedey Eugenio, fuera empleado en la dirección de la empresa de guaguas, propiedad de la parte contratante, antes de liberarse como político, podría condicionar la operación. Pero si se hace con luz y taquígrafos, la teoría de los juegos asegura que todos ganan. Veremos en lo que queda este rumor.

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