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EL BUSTO PARA NUESTRO MAESTRO PERO CON EL DINERO DEL AYUNTAMIENTO

José María Espino fue maestro de la escuela de Mácher desde 1961 hasta 1968 y su busto da la bienvenida desde la pasada semana a la plaza del pueblo.  Sus antiguos alumnos, respaldados por el Ayuntamiento de Tías a través de la concejalía de Cultura que gestiona Pepa González, impulsaron un acto de reconocimiento cargado de emotividad para destacar su "profesionalidad y humanidad". Todo muy bonito.

El alumnado de Mácher que tuvo la suerte de tener a José María Espino de maestro, durante esos 8 años de la década de los 60 del pasado siglo, está muy agradecido al ya fallecido profesor por su entrega no solo en enseñarles sino también por animarles a ellos y ellas y convencer a sus padres para que apostaran por su formación en unos momentos difíciles. No cabe duda que fue una actuación plausible de Espino y también plausible ese recuerdo emotivo de sus alumnos.

Pero lo que se cuestiona por parte de algunos vecinos del resto del municipio es que los gastos del busto corrieran a cargo del Ayuntamiento y no de los propios alumnos, la mayoría de ellos con una buena posición social  y económica, suficiente para que, sin mermar su calidad de vida, pudieran hacer una pequeña derrama y afrontar el gasto con la misma ilusión y fervor que reconocen la gesta del maestro y se ponen en la foto. Y no les falta razón a esos otros vecinos. Si lo hubiesen hecho así, con la aportación de ellos, solo cabía aplaudirles y reconocerles el mérito del agradecimiento sincero y comprometido.

De esta otra manera, con el ayuntamiento apoquinando en un reconocimiento privado y minoritario, algunos consideran que se margina al resto de maestros que tuvo (y tiene) el municipio y que hicieron (y hacen) una labor también encomiable para que aquellos chicos de un ambiente rural entendieran que había más opciones en la vida que coger hierba, coger tomates, picar tunera para laS cabras o ir a vendimiar o, más tarde, acabar de peones o freganchines.

 

El municipio tuvo muchos y muy buenos maestros, algunos dedicaron su vida completa a enseñar en Tías, y gracias a ellos muchos vecinos y vecinas son hoy excelentes profesionales en diferentes ramas de la ciencia y las humanidades. También hubo hombres y mujeres que de forma particular complementaban la enseñanza de los chinijos y chinijas en un ambiente de carencias infinitas y no han recibido ni las gracias por parte del Ayuntamiento.  

Todos los vecinos y vecinas tuvieron sus profesores y todos, seguro, tienen un buen recuerdo o agradecimiento a alguno de ellos. Cada persona tiene a sus maestros en alta estima. Por eso sorprende que el Ayuntamiento destine los recursos públicos de todos en alentar el agradecimiento de unos pocos. ¡Con lo bonito que hubiese sido que esos hombres y mujeres remataran sus buenos deseos con sus más queridos cuartos! Y sirvieran así también de ejemplo para otros. Seguro que a José María Espino le hubiese encantado que aquel alumnado que él formó hubiese rematado la faena de esa manera. Pero, en fin, tocar el bolsillo ya son cosas mayores, mejor que pague el Ayuntamiento que el dinero público no es de nadie.

 

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